«Sed fugit interea, fugit irreparabile tempus»
Pero huye entre tanto, huye irreparablemente el tiempo.
Virgilio
Cansados y pelaos, y con pocas horas de sueño, nuestros días comenzaban repartiendo boletines calientitos como el pan con queso de la Euskalduna frente a los portones de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras.
El único conocimiento y experiencia de la política y en la política organizada que tenía previo a la Huelga del 81, había sido como militante en el Comité Pro Defensa y Rescate de Vieques en la IUPI. Allí conocí a Roberto Alejandro, a Celio Pichardo, a Joche (José Luis Quiñones) y a Luis Rodríguez Martinó. Con el tiempo comprendí lo que no entendí antes; que la política no habla solo del futuro sino también del pasado, que no habla solo de abstracciones y referencias generales sino de eventos y experiencias bien concretas, y también de afectos.
En el Comité Contra el Alza Uniforme en la Matrícula y Pro Nueva Ley Universitaria (CCAUM-PNLU) nos organizamos en una lucha que trascendió los portones de la Universidad de Puerto Rico. Día a día por casi seis meses participamos y adquirimos un conocimiento y una práctica que fue transformando la orientación de nuestras vidas. Precisamente cuando el boicot contra el alza uniforme en la matrícula se materializó y alrededor de 9,000 estudiantes nos acogimos a la prórroga, la pregunta ¿qué hacer? ya tenía respuesta.
Recuerdo la lluvia pacificadora de confrontaciones y a los profesores formando un lazo protector entre los estudiantes y la fuerza de choque. Recuerdo el ardor y la sensación de ahogo provocada por los gases lacrimógenos. Recuerdo las noches en las que, después de una larguísima y extenuante reunión, salíamos a pasquinar, escoltados por agentes encubiertos que nos arrancaban de las manos el engrudo, las plantillas y los pasquines para botarlos y romperlos allí mismo frente a nuestra rabia contenida. Recuerdo a una amiga gritándole “¡Machista!” a Amaury Pérez en un mini concierto improvisado que nos regaló en una salita del teatro. No recuerdo el nombre de la canción. Recuerdo la amenaza de arrestos masivos que nos convirtió en nómadas y la solidaridad de amigos y desconocidos que nos abrieron las puertas de sus hogares. Recuerdo con particular ternura el comedor del Noviciado Jesuita en Caimito a donde hambrientos Fernando Picó nos llevaba a cenar.
¡Qué muchas distancias hemos andado desde entonces! Cuatro décadas compartiendo relatos de valentía, miedo, arrojo, frustración, coraje, alegría y disentimiento. Incómodos recuerdos reaparecen con todas sus lecciones. Cada cual los narra a su manera. Son relatos en busca de reconciliación.
Cada mañana en un apartamento de Santa Rita, escuchábamos, Vamos a andar de Silvio Rodríguez. En la música encontramos fuerza y refugio. Hoy tomo prestada esta canción para recordar una Huelga que nos marcó profundamente.
Vamos a andar
Silvio Rodríguez
Vamos a andar en verso y vida tintos
Levantando el recinto del pan y la verdad
Vamos a andar matando el egoísmo
Para que por lo mismo reviva la amistad
Vamos a andar hundiendo al poderoso
Alzando al perezoso, sumando a los demás
Vamos a andar con todas las banderas
Trenzadas de manera que no haya soledad
Que no haya soledad
Que no haya soledad
Que no haya soledad
Vamos a andar para llegar a la vida.