Aperturas transgresoras de Ediciones Huracán (1976 – 2000)*
Ángel G. Quintero-Rivera
Myrna Báez, Desnudo ante el espejo (detalle), 1980
…la primera de las aperturas socioculturales transgresoras de la editorial durante las décadas aquí examinadas es justamente el particular sentido histórico con el cual se fue conformando su catálogo, configurado por distintas aproximaciones escriturales, saberes…
Como bien lo resumen Carmelo Rosario Natal y Francisco Scarano en un amplio y detallado análisis bibliográfico: “La década de los 70 fue testigo de una verdadera eclosión del interés histórico en Puerto Rico” [1]. Los libros más innovadores y transgresores de esa bibliografía fueron publicados por una editorial independiente y emergente en aquel entonces (1975) con el significativo nombre de Huracán.
Antes de examinar la importancia de esos libros quisiera detenerme en la citada frase eclosión del interés histórico, pues aunque esta valiosa bibliografía se concentra en publicaciones que podríamos considerar pertenecientes a la Historia como disciplina, el interés histórico lo rebasa, permeando otros saberes, campos de investigación, “estructuras de sentimiento”, reflexiones y proyectos sociales. Por ejemplo, uno de los principales autores de Ediciones Huracán, Fernando Picó, sin duda el más prolífico historiador del último medio siglo en Puerto Rico (sus primeros dos libros, parte de la inicial “eclosión” de los 70 incursionó también en la literatura, sobre todo infantil y juvenil [2]. Al examinar, para decirlo con sus palabras, “cómo empezó a resquebrajarse el costumbrismo” entrecruzó ejemplos de la Literatura y de la Historia [3], subrayando de paso la importancia multi (e inter-) disciplinaria del Centro de Estudios de la Realidad Puertorriqueña (CEREP) del cual fue un destacado miembro.
Además de las aportaciones innovadoras hechas individualmente por los muchos libros publicados por Huracán, la primera de las aperturas socioculturales transgresoras de la editorial durante las décadas aquí examinadas es justamente el particular sentido histórico con el cual se fue conformando su catálogo, configurado por distintas aproximaciones escriturales, saberes, temáticas y géneros. Una de las pocas investigaciones sobre las editoriales independientes en Puerto Rico clasifica las 105 publicaciones de Huracán para el 1989 del siguiente modo:
31% Ciencias Sociales
18% Historia
25% Prosa de ficción
9% Poesía
14% “Otros” [4]
Podrían ensayarse otras categorías y clasificaciones, pero quiero resaltar un particular sentido histórico del catálogo en su conjunto. Muchas de las obras clasificadas como de “ciencias sociales”, prosa de “ficción”, “otros” e incluso “poesía” remiten no a una visión convencional de los procesos del pasado, sino al sentido histórico entendido como dinámica social, que abarca la historicidad del presente y que conlleva la necesaria anticipación y preocupación por el futuro.
Esta concepción es evidente en una de las primeras publicaciones de Huracán: Conversación con José Luis González de Arcadio Díaz Quiñones (1976). Ahí se sientan el tono, las preocupaciones y el sentido histórico que habrán de caracterizar la editorial en décadas subsiguientes. José Luis González lo reitera en uno de los libros más difundidos en el Puerto Rico de aquel entonces, El país de cuatro pisos (Huracán 1980), y en diálogos con los compañeros del Centro de Estudios Puertorriqueños de Nueva York (CUNY), Ricardo Campos y Juan Flores, y con este servidor, miembro del Centro de Estudios de la Realidad Puertorriqueña (CEREP). El fruto de esos diálogos materializó en Puerto Rico, identidad nacional y clases sociales: coloquio de Princeton, publicado por Huracán en 1979.
…la segunda apertura transgresora de Huracán que quiero señalar: la historicidad puertorriqueña como asunto inseparable de una profunda experiencia migratoria.
Este Coloquio me lleva a la segunda apertura transgresora de Huracán que quiero señalar: la historicidad puertorriqueña como asunto inseparable de una profunda experiencia migratoria. Además del coloquio de Princeton (organizado por Arcadio Díaz Quiñones), considero muy importante la investigación y selección de Félix Ojeda en su edición Vito Marcantonio y Puerto Rico: por los trabajadores y por la nación de 1978 porque examina fenómenos de la “diáspora” en su significado nacional. En escritos de ficción las publicaciones de Huracán son particularmente abundantes al respecto: la edición de Efraín Barradas y Rafael Rodríguez, Herejes y mitificadores (1980), la novela Harlem todos los días de Emilio Díaz Valcárcel (1978), la colección de relatos En Nueva York y otras desgracias de José Luis González (1981) y la narración Perdido en el museo de historia natural del poeta Pedro Pietri (1980).
Portada, Puerto Rico: Identidad y clases sociales (coloquio de Princeton)
Ediciones Huracán, 1979
Portada, Memorias de Bernardo Vega
Ediciones Huracán, 1980
Portada, Herejes y mitificadores
Ediciones Huracán, 1980
Pero la de mayor trascendencia, y a mi juicio uno de los libros puertorriqueños más importantes de todas las épocas, por su combinación de ficción, historia y memorias personales y colectivas, es Memorias de Bernardo Vega, editado por César Andreu Iglesias (1977).
Una tercera apertura entonces transgresora de Huracán tuvo que ver con las relaciones de género y el protagonismo femenino en su particular sentido histórico…
Una tercera apertura entonces transgresora de Huracán tuvo que ver con las relaciones de género y el protagonismo femenino en su particular sentido histórico; ello desde muy diversos ángulos: bien fueran investigaciones de Ciencias Políticas (e.g. Margarita Ostolaza, Política sexual en Puerto Rico, 1989), Sociología (e.g. la edición de Ruth Silva Bonilla Hay amores que matan. La violencia contra las mujeres en la vida conyugal, publicado originalmente por Edhasa en 1990 y reeditada por Huracán el mismo año), Historia (e.g. la colección La mujer en Puerto Rico, editada por Yamila Aize en 1987 o la de Edna Acosta-Belén, La mujer en la sociedad puertorriqueña de 1980), Estudios literarios (e.g. la pionera colección La sartén por el mango, editada por Patricia Elena González y Eliana Ortega, 1980; María M. Solá, Aquí cuentan las mujeres: muestra y estudio de cinco narradoras puertorriqueñas, 1989) o las obras de Carmen Vázquez Arce, Memoria de papel, de 1992, y el maravilloso poemario Animal fiero y tierno de Ángelamaría Dávila (publicado por la artesanal editorial QeAse en 1977 pero reeditado por Huracán en 1981).
Desnudo ante el espejo, 1980.
Imagen de portada para La sartén por el mango,
editado por Patricia Elena González y Eliana Ortega
Junto a todas estas obras valiosas quisiera destacar la edición de Julio Ramos de los escritos de Luisa Capetillo, Amor y anarquía (1992), porque rescata un feminismo revolucionario olvidado y que entronca con la cuarta apertura trasgresora de Huracán que merece destacarse: la que tiene que ver con el estudio de los procesos dinámicos examinados “desde abajo”, desde la cotidianidad de los llamados sectores sociales “subalternos”.
Mencionaré solo algunos cuyos títulos hablan por sí mismos: Juan José Baldrich, Sembraron la no siembra: los cosecheros de tabaco puertorriqueños frente a las corporaciones tabacaleras, 1920-1934 (1988); Guillermo Baralt, Esclavos rebeldes (1989); María Barceló, La lucha por el sufragio femenino (1997); Francisco Catalá, Democracia obrera (1996); Gervasio L. García y Ángel Quintero Rivera, Desafío y solidaridad: breve historia del movimiento obrero en Puerto Rico (1982); Sidney Mintz, Taso, trabajador de la caña (1988); Mariano Negrón Portillo y Raúl Mayo, La esclavitud urbana (1992); prácticamente toda la amplia obra de Fernando Picó, por ejemplo, El día menos pensado: historia de los presidiarios (1988); Francisco Scarano, Haciendas y barracones: azúcar y esclavitud en Ponce (1993); Taller de Formación Política, Huelga en la caña (1982); entre muchos otros. Huracán preparó nuevas ediciones de libros “clásicos”, muchas con introducciones o estudios con nuevos enfoques incorporando concepciones “subalternas”.
…la cuarta apertura trasgresora de Huracán que merece destacarse: la que tiene que ver con el estudio de los procesos dinámicos examinados “desde abajo”, desde la cotidianidad de los llamados sectores sociales “subalternos”.
Uno que contribuyó al creciente interés por la importancia del constructo “racial” fue el estudio preliminar de Arcadio Díaz Quiñones a la reedición del libro de Tomás Blanco El prejuicio racial en Puerto Rico (1985). Habría que incluir también entre estos escritos de los procesos históricos “desde abajo” la excelente biografía de Georg H. Fromm, César Andreu Iglesias: aproximación a su vida y obra (1977).
Huracán publicó muy importantes contribuciones a la renovación literaria. Entre éstas se encuentran algunos de los primeros libros de Edgardo Rodríguez Juliá, quien pronto alcanzaría una merecida prominencia en el panorama de la literatura hispanoamericana y universal. También relacionado a la cuarta apertura de Huracán, la atención a la cotidianidad de los llamados sectores sociales “subalternos” señalada anteriormente, merece aquí destacarse su crónica El entierro de Cortijo, de 1983.
Quedan en el tintero muchas contribuciones importantes de Ediciones Huracán en esos 25 años examinados; algunas autónomas y otras estrechamente vinculadas a las aperturas socioculturales transgresoras que he querido señalar. Habría que añadir los múltiples libros de Rosario Ferré y la reedición de las obras de Julia de Burgos. Y es que podemos considerar a Huracán continuación, parte y futuro de diversos movimientos hacedores transgresores de esas décadas que Arcadio Díaz Quiñones denominó “los años sin nombre” (años de la revista Sin Nombre). Es significativo que varios de los proyectos innovadores de ese periodo fueran liderados por mujeres: la revista Sin Nombre por Nilita Vientós Gastón, el Taller de Histriones por Gilda Navarra, Ediciones Huracán por Carmen Rivera Izcoa y el CEREP por Marcia Rivera.
En el libro La memoria rota que publicó Huracán en 1993, Arcadio Díaz Quiñones describe esos años que formaron, y de los cuales formó parte, Huracán de la siguiente manera:
Portada de El entierro de Cortijo
Se fue produciendo además un movimiento artístico y literario con un discurso de reivindicaciones, de rechazos fogosos y de afirmaciones, a veces intransigente, que conectaba perfectamente con una nueva y vigorosa historiografía. Junto a las líneas del nacionalismo tradicional se fue desarrollando otro nacionalismo, un nuevo modo de sentir la pertenencia a la nación. Distintos grupos en la década de los setenta se propusieron abrir nuevos canales de expresión, rompiendo con las nociones oficiales de la cultura, ampliando las posibilidades de la creación colectiva y recuperando importantes elementos de la cultura popular […] la ‘ciudad letrada’ se ensanchó y se transformó, alterando las jerarquías establecidas y reinventando el canon y la tradición… [5].
Notas
*Me limito a este período porque cubre el único catálogo de la editorial al cual tuve acceso: Carmen Rivera Izcoa (ed.), Catálogo. Río Piedras, PR: Ediciones Huracán, 2000: 67 páginas. No existe uno posterior. También fue el período cuando tuve una relación más cercana con la editorial. Huracán fue tan importante que merece una abarcadora investigación y puesta al día por algún estudioso.
- Carmelo Rosario Natal y Francisco Scarano, “Bibliografía histórica puertorriqueña de la década de los setenta, 1970—79”. Homines 8. (1984): 83-109 (83).
- Solo en los 25 años que incluye el Catálogo que utilizo acá como fuente, Fernando Picó había publicado 19 títulos con Huracán. Publicó muchos más después.
- Fernando Picó, “Libros necesarios, libres: los libros en la Historia de Puerto Rico”, Perspectiva IV:1 (1993-1994): 1-9 (6-7).
- Wanda I. Cortés Sánchez, “Historia de cuatro editoriales puertorriqueñas de los sesenta y setenta: Coquí, Cordillera, Edil y Huracán”. Tesis de maestría, Escuela Graduada de Ciencias y Tecnologías de la Información, UPR, 2008 (40).
- Arcadio Díaz Quiñones, “Los años sin nombre” en La memoria rota. Río Piedras: Ediciones Huracán, 1993: 111-134 (129). Énfasis míos.
