Intervenciones Polirrítmicas
Coordinación: Agnes Lugo-Ortiz
Alma Concepción con Ballets de San Juan en Las Sílfides.
Temporada de Repertorio Clásico bajo la dirección de Frederic Franklin,
Teatro Tapia, diciembre de 1961. Foto: Arturo Melero
Lo que sigue es una trascripción editada del seminario con Alma Concepción organizado por Categoría Cinco el viernes, 18 de octubre del 2024 y que tuviera lugar por Zoom. El evento estuvo dirigido a discutir con miembres del mundo de la danza en Puerto Rico y la diáspora una serie de documentos asociados a la renuncia de Alma Concepción a Ballets de San Juan en el año de 1977 y al debate público que se generó en torno a ésta. Estos documentos se encuentran disponibles para nuestro público lector en esta misma sección de “El archivo intervenido” del presente dossier.
En Categoría Cinco nos pareció que en torno a esa renuncia se anudaron algunas cuestiones clave de la historia cultural puertorriqueña de la década del setenta que aún están por estudiar en toda su complejidad, y que inciden aún sobre las prácticas del presente. Entre ellos figuran asuntos cruciales referentes a las estéticas dancísticas y sus modos de institucionalización en el país, a la danza como asunto laboral (como trabajo remunerable) y a la cuestión de los vínculos entre arte, política e identidad nacional.
Aunque en Categoría Cinco hemos mantenido el flujo y la tónica coloquial del evento, las intervenciones que leerán a continuación fueron revisadas por les participantes en el seminario luego de transcritas solo con el objetivo de aclarar y/o desarrollar mínimamente algunas de las ideas expuestas. Quisimos, sin embargo, retener el carácter espontáneo, descentrado e informal del intercambio, puesto que pensamos que este diálogo en sí mismo constituye un nuevo documento, un testimonio vivo y pleno de afectividades sobre las condiciones actuales del apoyo institucional a la danza en nuestro país y sobre los modos en que les artistas se relacionan con una memoria histórica.
El seminario fue moderado por niba pastrana santiago, y en el mismo estuvieron presentes: José “Pepe” Álvarez, Awilda Rodríguez Lora, Alicia Díaz, Karen Langevin, Lydia “Puchi” Platón, Susan Homar, Alma Concepción, Lolita Villanúa, Zorimar Rivera, Mareia Quintero Rivera, Crystal Sepúlveda, Edna Román, Tina Esteves-Wolff, Jorge Lefevre-Tavárez y Agnes Lugo-Ortiz.
Agnes Lugo-Ortiz: A nombre del equipo editorial de Categoría Cinco, quiero darles la bienvenida a todos, todas y todes al evento de hoy, a esta conversación/seminario con nuestra queridísima y admirada Alma Concepción, figura fundamental en la historia de la danza puertorriqueña. La comentarista y moderadora lo será la coreógrafa y performera nibia pastrana santiago y, luego de una serie de intervenciones introductorias, abriremos la discusión con el grupo.
Javier Cardona Otero, Hasta el cuello, 2016,
Barrio Gandul, San Juan, PR.
Foto: Ricardo Alcaraz
Menciono algunas cuestiones preliminares para que tengamos algo del contexto que nos llevó a organizar esta actividad. Como ustedes sabrán, Categoría 5 es una revista de cultura y política, con ya casi cinco años de vida, pero también un proyecto cultural comprometido con la descolonización de Puerto Rico y con la opción por la independencia. Decir aquí que optamos por la independencia es, ante todo, afirmar nuestra convicción profunda en la potencia de la idea de la libertad como horizonte de aspiración colectiva y en las posibilidades de un modelo de existencia para nuestro país distinto al de las catástrofes que se nos han ofrecido como destino (sea por la vía de la continuidad del fracasado colonialismo estadolibrista o por una fantasiosa disolución de nuestra singularidad como pueblo/formación histórica al interior del nacionalismo imperial estadounidense).
El evento de hoy es parte de un proyecto que estamos realizando en Categoría 5 sobre las relaciones entre danza y política en la isla y sus diásporas, y en el cual la mayoría de les participantes en este seminario están involucrades. Este proyecto está guiado por una pregunta básica que parcialmente parafrasea la que alguna vez formulara Julio Ramos respecto a la poesía (y que invoca Malena Rodríguez-Castro en su texto para este dossier): ¿cuál ha sido (y es) el don de la danza a la práctica de la libertad en Puerto Rico? Lejos de preguntarnos por abstracciones, nos ha interesado indagar sobre problemáticas de tipo histórico y estético de manera concreta, entre ellas: las dimensiones de género y raza que han marcado las rítmicas corporales en un país salido de la esclavitud y atravesado por las violencias y sombras de una heteronormatividad patriarcal y colonial; el sentido de los vínculos de la danza con las instituciones culturales de la isla en coyunturas históricas específicas—sus afiliaciones, exclusiones, contenciones, hostilidades o indiferencias; la heterogeneidad de sus géneros y lenguajes y las diversas imaginaciones que estos han generado en torno a la díada cuerpo/movimiento y sus potencias; el carácter de sus declaraciones políticas explícitas, cuando las ha habido, y de sus insinuaciones, cuando solo hayan sido gestos. ¿De qué modo ha sido la danza (¿cuál danza y cuándo?) una actualización viva, presente, de una libertad por venir, o bien el diagrama de sus limitaciones?
En este sentido, tal vez nada más apropiado que el asunto que nos ocupa en este seminario de hoy: la discusión de los importantes documentos en torno a la renuncia de Alma Concepción a Ballets de San Juan en el año de 1977. Esa polémica, a nuestro ver, es emblemática de una serie de giros estéticos e institucionales que se sucedieron en la década álgida de los 1970 y que fueron de gran consecuencia, no solo para la historia de la danza sino para la historia cultural del país. Los documentos seleccionados para nuestra discusión son parte del archivo personal que Alma le donó a la Universidad de Princeton en noviembre del 2023, y constituyen tan solo una pequeña muestra de la riqueza de ese acervo que está ahora debidamente catalogado y disponible para les investigadores interesades en estos temas.
Gracias a ellos podrán escribirse nuevos capítulos y versiones sobre la trayectoria dancística puertorriqueña y sobre las condiciones políticas y culturales en la isla durante la segunda mitad del siglo XX. El bibliógrafo de Estudios Latinoamericanos, Ibéricos y Latinos de la Biblioteca Firestone de la Universidad de Princeton, Fernando Acosta, no pudo estar con nosotres hoy, pero nos ha enviado una misiva sobre la colección archivística de Alma Concepción que les comparto a continuación:
Misiva de Fernando Acosta
El archivo de Alma Concepción
Alma me mostró partes de su archivo cuando les visité en varias ocasiones a lo largo de los años luego de mi llegada a Princeton en el 2003. Aunque yo aún no apreciaba su extensión y profundidad, sí me sentí desde el primer día digamos que intrigado por ese archivo, por no decir profundamente interesado en ayudar a conservarlo, tal vez logrando que se transfiriera a las Colecciones Especiales de la Biblioteca de la Universidad de Princeton en algún momento. Mas, si mal no recuerdo, me comporté de manera reservada con Alma pues, por una parte, ella todavía no estaba lista para desprenderse del archivo y, por otra, tampoco ella pensaba en Princeton como el lugar indicado para resguardarlo, puesto que anhelaba que estuvieran en Puerto Rico para que la gente allí lo pudiera consultar sin la necesidad de viajar e incurrir en los gastos y complicaciones que eso conlleva.
No fue hasta mediados del 2019, lo verifiqué en estos días revisando viejos emails, que Alma me comunicó que había llegado el momento de buscarle un buen hogar y me pidió mi opinión. Hablamos de varias opciones. Puerto Rico era una de ellas. También ponderamos varios lugares en los Estados Unidos, particularmente en la ciudad de Nueva York. Fue en ese momento que le propuse seriamente a Princeton como opción. A partir de entonces me movilicé, primero, para obtener el visto bueno dentro de la biblioteca para gestionarlo y, segundo, para convencer a Alma. En enero del 2022 firmamos un acuerdo de donación y pocas semanas después trasladamos el archivo a la Biblioteca. El archivo abrió al público año y medio después, en septiembre de 2023, luego de que se completara el trabajo de preparación, preservación y descripción, incluyendo la creación de una guía a los contenidos del archivo, todo esto por mi colega el archivista Armando Suárez.
El grueso del archivo consta de 42 álbumes, creados por Alma a lo largo de su vida y carrera. Los álbumes están organizados cronológica y temáticamente. Documentan desde su infancia en Nueva York y Puerto Rico hasta las sucesivas etapas en su larga carrera en las artes escénicas dentro y fuera de Puerto Rico, incluyéndose sus actividades como educadora y como investigadora independiente. Los álbumes contienen fotografías, recortes, programas, cartas, tarjetas postales, folletos, material de difusión y memorabilia. Son particularmente ricos en materiales relacionados a Ballets de San Juan, al Taller de Histriones, a la Escuela de Baile de Alma Concepción, al Ballet Hispánico de New York, el Taller de Danza de Trenton, la Princeton Ballet School, al programa Gente y Cuentos, y contienen innumerables referencias a otras instituciones, bailarines, coreógrafos, músicos y artistas plásticos. Aparte de los álbumes, el archivo contiene también escritos de Alma Concepción y materiales de investigación, numerosas fotografías, partituras y varios otros tipos de documentos y materiales.
Jack Delano, Carátula del disco Sonata en La Menor y La Bruja de Loíza, 196?
Colección de Alma Concepción
Los documentos que hoy examinarán [relativos a la renuncia de Alma Concepción a Ballets de San Juan en 1977] forman parte del álbum número 31, el cual se encuentra en la caja número 7 del Archivo de Alma Concepción. Estos documentos, y el archivo en su totalidad, pueden ser consultados en persona en la sala de lectura de la sección Special Collections en la Firestone Library de la Universidad de Princeton. Todas las personas, sin necesidad de estar afiliadas a Princeton o alguna otra institución, son bienvenidas en Special Collections. No es necesario hacer una cita previa para consultar las colecciones, aunque sí conviene pedir el material de interés con algunos días de anticipación. La solicitud se hace a través de la misma guía del archivo. Las consultas relacionadas a las colecciones pueden ser hechas a través del formulario Ask Special Collections. El mismo formulario sirve también para solicitar copias de documentos. El servicio es libre de costo. Es también, hay que decirlo, bastante lento debido a la enorme cantidad de solicitudes que se reciben. Un pedido de copias puede demorar semanas y hasta meses en ser atendido. Adelante comparto enlaces importantes que contienen toda esta información y mucha más.
Princeton University Library Special Collections
https://library.princeton.edu/services/special-collections
Archivo de Alma Concepción (guía)
https://findingaids.princeton.edu/catalog/C1700
Ask SpecialCollections
https://library.princeton.edu/services/special-collections/ask-special-collections
Librarian for Latin American, Iberian and Latino Studies Princeton University Library
facosta@princeton.edu
Cualquier persona con preguntas acerca del archivo y de cómo consultarlo puede también contactarme directamente.
Agnes Lugo-Ortiz: Debemos mencionar que, en una primera instancia, fue el hecho de esta donación del archivo de Alma Concepción a la Biblioteca de Princeton lo que suscitó el interés de Categoría 5 por servir de foro para la discusión del día de hoy, animades también por el reciente y prometedor desarrollo de las investigaciones en torno a la historia y práctica de la danza en el país. Esto se ha manifestado en proyectos de gran ambición y envergadura tales como el extraordinario libro de Susan Homar y nibia pastrana santiago, Habitar lo imposible, Danza y experimentación en Puerto Rico, los trabajos de la Puerto Rican Arts Initiative, dirigida por Ramón Rivera Servera (y que con el apoyo de la Mellon Foundation ha auspiciado la edición de una serie de materiales relevantes sobre las artes escénicas puertorriqueñas y el performance) y la publicación en el 2024 de las memorias de la propia Alma Concepción, Memorias: danza, cuerpo, voces (con Editora Educación Emergente). Entusiasmades ante esta efervescencia intelectual, Categoría 5 ha querido servir de plataforma para ayudar a diseminar y avanzar unas discusiones críticas tan importantes y largamente debidas a un país como el nuestro, con una riquísima tradición dancística y en donde declaramos con alegría que “no queremos ron, ni tampoco brandy, que lo queremos es la sala pa’l baile”.
Alma Concepción en Retablo Puertorriqueño: San Juan 1600.
Música de Joaquín Rodrigo. Coreografía de Antonio Machín.
Festival de Teatro Puertorriqueño. Teatro Tapia. Mayo de 1961.
Foto: Arturo Melero
… la renuncia de Alma a Ballets de San Juan, el escozor que sus pronunciamientos públicos produjeron, es índice de una historia mayor, y más compleja, que está aún por contarse.
Categoría 5 le propuso a Alma Concepción tomar como punto de partida para nuestra discusión de hoy su carta de renuncia a Ballets de San Juan en 1977 y el debate público que se generó en torno a ella. A nuestro ver, en esta polémica se manifestaron una serie de asuntos cruciales relativos a las transformaciones en curso durante la década del setenta en las estéticas de la danza y sus modos de institucionalización en el país, a la danza como asunto laboral (i.e., como trabajo remunerable) y a la cuestión de los vínculos entre arte e identidad nacional —todos ellos asuntos que, salvando las distancias, siguen aún vigentes. Esa polémica tuvo lugar en una década políticamente tumultuosa, colindando con debates tremendos que enfrentaron nociones de “cultura puertorriqueña” contra argumentos de “cultura sin apellido” tras el triunfo del Partido Nuevo Progresista en las elecciones de 1976. Estos debates fueron atizados por las disputas en torno a los propósitos del recién establecido Centro de Bellas Artes en Santurce y por el desatinado nombramiento de la física Leticia del Rosario a la dirección del Instituto de Cultura Puertorriqueña, memorable por haber afirmado alguna vez que la cultura puertorriqueña se reducía a unas cuantas piezas arqueológicas taínas y a la imagen de una “vieja ñagotá tomando agua en una dita”. Se trataba de una coyuntura álgida en la que comenzaron a resquebrajarse muchos de los consensos logrados por el Partido Popular Democráticos y sus instituciones estatales durante casi 40 décadas de hegemonía, entre ellos los relativos al concepto mismo de una “cultura puertorriqueña”. Este asedio no venía solo de las ideologías nominalmente anti-nacionales del PNP sino de una izquierda inquieta, anclada teóricamente en el convencimiento de que no existe tal cosa como una cultura “nacional” sino culturas de clase, y con altas aspiraciones vanguardistas.
Nos parece que la renuncia de Alma a Ballets de San Juan, el escozor que sus pronunciamientos públicos produjeron, es índice de una historia mayor, y más compleja, que está aún por contarse. En Categoría Cinco tenemos, pues, la esperanza, de que este encuentro sea tan solo un primer momento para impulsar estas reflexiones y para producir nuevos saberes sobre una época tan importante en la historia de Puerto Rico. Alma, estamos muy agradecides de tus archivos y de tu presencia, y ahora les cedemos a ti y a nibia pastrana santiago la palabra.
Alma Concepción: Muchísimas gracias, Agnes, y saludos a todas, a todos y a todes. Estoy contentísima y muy agradecida a Categoría 5 y su equipo editorial por invitarme a participar en este número dedicado a danza y política. Y muchas gracias a todes por compartir hoy en este seminario destinado a la sección de la revista titulada “El archivo intervenido”, por sus comentarios y sus preguntas, y por poner el cuerpo para pensar sobre la danza y las políticas culturales, sobre los contextos históricos y la situación laboral de las bailarinas y bailarines tanto en el mercado como en las instituciones del estado. Quisiera añadir algunas palabras a las de Fernando Acosta respecto a mi archivo, pero antes debo compartir con ustedes mis pensamientos de estos días.
Hoy mismo, mientras nosotros ponemos nuestros cuerpos aquí para pensar sobre estos temas, en el mundo hay miles y miles de personas cuyos cuerpos son asesinados, mutilados o desplazados—víctimas de una violencia verdaderamente abominable e incontrolable. Es una situación que nos afecta a todes, ya sea en ámbitos grandes o pequeños. Pienso que tenemos que continuar colaborando con aquellos que también ponen sus vidas y sus cuerpos al servicio de las luchas por la paz y por la justicia, y que nosotros podemos actuar con intervenciones que puedan ser parte de la fiscalización, de la resistencia y del cambio. Estamos viviendo un momento histórico en Puerto Rico, y en muchas partes del mundo, en el que no solo hay nuevas preguntas sobre danza y política, sino también sobre otro tipo de relaciones que, de alguna manera, forman parte de lo mismo. Pienso, por ejemplo, en las relaciones entre la danza y las comunidades, y he estado pensando y leyendo sobre lo que se está haciendo en Brasil, en España y en Uruguay. Por ejemplo, en Río de Janeiro organizaciones como Espaço Aberto exploran el poder de la danza en las favelas. En España el proyecto Danza en Comunidad forma parte de la programación didáctica que Auditorio de Tenerife ha diseñado para aproximar la cultura y las artes a toda la sociedad. Y en Uruguay el proyecto MASA ha creado un anarchivo digital de danza contemporánea para divulgar materiales y documentos con un criterio sociopolítico anticolonial. También hay nuevas intervenciones en Puerto Rico sobre danza y género, sobre danza y antirracismo. Además, se está transformando nuestra idea de lo que debe ser un archivo y cómo debe estar organizado—por ejemplo, cuáles deben ser sus contenidos. Se están incluyendo cada vez más documentos visuales y sonoros, y muestras específicas de la actividad política de los bailarines, las bailarinas y los coreógrafos.
Antonio Martorell, Diseño de la escenografía para el mimodrama Atibón, Ogú, Erzulí, 1979.
Colección de Alma Concepción. Foto: Alfonso Díaz
Me parece muy interesante lo que ha estado haciendo en Puerto Rico el historiador Aldo Lauria, director del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Rutgers, y sus colaboradores en términos de los archivos. Aldo inició una colaboración importantísima (The Rutgers/Puerto Rico Archival Collaboration) con otras instituciones en Puerto Rico para preservar archivos institucionales y periodísticos que faciliten las investigaciones en torno a la historia de Puerto Rico. Y también me parece muy interesante que Princeton tenga desde hace ya tiempo una colección importante de literatura latinoamericana y una colección muy significativa de artes gráficas puertorriqueñas.
Ahora los archivos de Princeton le han hecho un lugar a la danza gracias en gran medida a Fernando Acosta. Este es el primer archivo de danza, en este caso sobre danza en Puerto Rico y en las diásporas, que se alberga en la Special Collections de su Biblioteca Firestone. Además de la información sobre el archivo que aparece en las páginas de la Special Collections, quiero destacar que ese archivo incluye documentos e imágenes digitales, partituras y carteles. Incluye también un archivo sonoro con música grabada, por ejemplo, la pieza de Atibón, Ogú, Erzulí, con la música que se tocó en los años de 1970 y que fue música en vivo a cargo del grupo que reunió Sunshine Logroño; junto a la pieza Metamorfosis, con música de Ernesto Cordero. Esas dos piezas, yo las coreografié en colaboración con el Taller de Histriones. Además de estos documentos hay partes de mi archivo personal que aún no he donado que incluyen coreografías, junto a videos en VHS y entrevistas grabadas en cassettes, que era como se grababa en aquellos tiempos, y una colección de libros relacionados con la danza. Hay también documentos políticos relacionados con el asesinato de mi tío Manuel Rafael Suárez Díaz en el año de 1932 en una manifestación del Partido Nacionalista lidereado por Pedro Albizu Campos.
Antonio Martorell maquillando a Angelamaría Dávila en un ensayo de Atibón, Ogú, Erzulí,
Taller de Histriones, 1979. Colección y foto: Alma Concepción
Esto es solo lo que yo quería añadir y repetir algo que dijo Agnes. Los documentos que se han seleccionado para hoy tienen que ver con los años setenta en Puerto Rico y en sus diásporas. Es decir, hace ya 50 años, y nibia los comentará ahora.
nibia pastrana santiago: Hola a todes. Qué bueno ver muchas caras familiares, colegas, artistas que admiro, investigadores, personas que también aparecen en el libro Habitar lo imposible. Quería también saludar otra parte de esos archivos que se ha estado manifestando en los últimos tiempos. Me refiero, por ejemplo, al magnífico documental dirigido por Merián Soto y Viveca Vázquez, Fenomenal, en el que se le presta atención a la movida del festival Rompeforma de los años noventa. En preparación para este semanario, me preguntaba también cuántas veces nos hemos reunido a hablar o a entrevistarnos o a dialogar. Sé que Karen [Langevin] tiene ahora una serie de vídeos y diálogos titulado ENTREvista en El Lobi, que es un espacio de exhibición en Santurce. Awilda Rodríguez Lora también tuvo una serie de entrevistas hace unos años en El Lobi junto a Nicole Soto titulada Entrevistas Públicas: El sustento de las artistas en la cuerpa. Pepe Álvarez ha entrevistado a diferentes improvisadores y coreógrafos para su proyecto de tesis doctoral que incluye un inventario doméstico, Según él lo explica se trata de “un ejercicio para experimentar con distintas maneras de recopilar, coleccionar y clasificar información desde nuestros hogares (sean estos permanentes o provisionales”.
Publicidad del documental Fenomenal, Rompeforma 1989-1996
No conozco las investigaciones de todo el mundo. Hay otros artistas que no están aquí pero que han hecho de su práctica un proyecto de investigación. Menciono también que muchos de esos artistas, al generar metodologías artísticas que explícitamente se vinculan con el contexto colonial de la austeridad y de la deuda, han hecho claro que no establecen una separación entre danza y política. Danzar es parte de la lucha. Es como LaBoriVogue, cuyo lema es “La perrería es política”. La pregunta sería con qué estilos y técnicas se produce esa alianza (entre danza y política), y con qué tiempo. Aunque debo decir que, para mí, el cuerpo en el contexto de la colonia es siempre un acto de resistencia, por eso hago un shoutout con espíritu de denuncia a viva Palestina libre, que está aquí con nosotros. Y añado que espero que no se vaya la luz en mi casa. Así que, si me desaparezco, ustedes continúen, pero espero que esto no suceda.
Quiero comenzar diciendo brevemente que conocí a Alma en el 2018. En ese año tuve la oportunidad de ir a Princeton para una residencia muy breve. Ahí establecí una complicidad con ella, aunque no nos conocíamos. Conocer a otra bailarina puertorriqueña con la trayectoria de Alma, y pasar tiempo juntas nos permitió dialogar sobre la danza en Puerto Rico y las condiciones de trabajo para los bailarines. Fue entonces que me enteré de su renuncia a Ballets de San Juan en los setenta, y que se habían escrito varias cartas. Alma me dio acceso a ellas. La que más me impactó fue una del 1975, que fue una carta colectiva de los bailarines de la compañía. Para mí fue un choque leer esos documentos y ver que, “¡Wow!”, este corillo de bailarines estaba diciendo “Queremos plan médico” o “No se nos está pagando bien” o “Tenemos un talento brutal, ¿dónde se está visibilizando?” Eso por la cuestión del Star System. En su carta de 1977, Alma plantea que Ballets de San Juan no debe recurrir al sistema de invitación de “estrellas” norteamericanas para interpretar roles que muy bien podían hacer los bailarine de la compañía. Todo eso me impactó mucho y es imposible no conectarlo a la situación colonial de Puerto Rico, con esa tendencia a pensar que todo lo de afuera es mejor y que hay que importar. Y esa relación me parece muy obvia, pero igual la menciono porque también ahí hay un asunto de identidad nacional, de plantearse la cuestión de lo local versus lo extranjero. Es lo mismo con la comida, Puerto Rico importa más del 80% de los alimentos que consume. hoy.
Entonces, en este sentido, la pregunta para mí es ¿qué es lo que pasa en los escenarios? ¿Cómo sería una búsqueda estética de lo que pudiera ser un ballet puertorriqueño? Leyendo los artículos, me gustó ver el nombre de Ramón Segarra en la entrevista a Raquelita Amézaga, y leer sobre ese éxodo de les bailarines de Ballets de San Juan que estaban inconformes con la situación laboral allí en esa época, y que se fueron para la compañía de Ramón Segarra. Así que yo, que me creo que he investigado un montón esta cuestión del baile puertorriqueño, me doy cuenta de que esta noción de “ballet puertorriqueño” es también algo que me confunde.
Entiendo que, en las historias de la formación de los proyectos culturales, el formato de compañía basado en un entrenamiento eurocéntrico del ballet clásico como lenguaje tiene también sus cánones y su rigurosidad. Tiene su belleza. Pero también son complejas las técnicas. Yo no tengo tanta información porque no es mi predilección el investigar el ballet, pero sí me interesa saber sobre el ballet puertorriqueño que hubiese sido, el que fue, el qué sería… Es como una pregunta, partiendo de que existió el nombre de “Ballet Puertorriqueño”, que fue fundado por Ramón Segarra en los años setenta y que duró tres años. En otra nota, yo me encontré un cartel de la compañía de Segarra en una caja del Instituto de Cultura Puertorriqueña y que estaban donando, así que tengo un cartel de esa época.
Cartel del Ballet Puertorriqueño de Ramón Segarra.
Cortesía de nibia pastrana santiago
Alma, te celebro y te felicito porque lograste que tus materiales y todas tus cosas estuvieran y sigan estando bien cuidadas. Es una garantía brutal. Y en verdad me da sentimiento que haya habido que esperar tantos años de tu carrera para tener esto, y pensar cuánto más tendrán que esperar mis colegas aquí. Me alegró saber que hubo un intento para que el archivo de Alma estuviera en Puerto Rico, pero por las razones que algunos conocemos de las instituciones, y de la situación post-huracán María, y del hecho de que el Archivo de la Danza tampoco tenga fondos, fue imposible. Y, en este sentido, quiero reconocer que los archivos de muchos de los artistas del país están en sus casas, en sus closets, y se activan solo cuando alguien más joven o algún investigador se interesa. Y sé lo que me van a decir: que nuestros cuerpos son nuestros archivos… Así que también podemos hablar de eso, de esa supuesta memoria muscular.
Para finalizar, tengo dos puntos más para que ustedes piquen por donde quieran. Me encantó leer el artículo de Susan Homar y quiero citar un pasaje: “Ballets de San Juan tiene que salir de su anquilosamiento, es decir, de su entumecimiento o va a desaparecer.” Y de ahí pasa a evaluar el estado actual de la compañía. Me pareció interesante pensar en el entumecimiento de una compañía—este es el primer punto. El segundo tiene que ver con algo que también se menciona en los escritos de Rosario Ferré: “En la actualidad la compañía no posee un edificio que pueda llamar suyo”. En el presente, Ballets de San Juan ya tiene su propio espacio, pero en aquel entonces no y me digo: ¡Wow! Somos muchos los que no tenemos un espacio o un piso que podamos llamar nuestro. Las condiciones físicas en donde llevamos a cabo nuestros ensayos son deplorables, no se tiene orquesta afiliada y hay que bailar siempre con música grabada. Este es un tema que hablaba los otros días con Awilda Rodríguez Lora, quien dirige el Programa de Danza en la Universidad Sagrado Corazón: cómo estudiar danza, cómo entrenar y estar todo el tiempo con Spotify o con un CD o cassette y no tener nunca esa experiencia de la música en vivo. No importa de qué estilo o técnica se trate, esto es algo bien fuerte.
Finalmente, todos los bailarines tienen que depender de otros quehaceres para ganarse la vida. Esto habla de las condiciones laborales, y creo que sería bueno reconocer los diferentes formatos, incluyendo el de Ballets de San Juan, para pensar el modelo “compañía” y otro formato que lleva años: el de artistas independientes. Es lo que tengo que decir por ahora, así que abro el espacio para cualquier comentario dirigido.
Mareia Quintero Rivera: Primeramente, gracias por la invitación. Ha sido un lujo poder leer esos documentos del archivo de Alma y tener la posibilidad de conversar con todas y todos ustedes. Es maravilloso. Y gracias a Alma por esa labor de archivista y por compartir sus materiales ahora con nosotres. Quería hacer una breve observación sobre lo que leí. En esos documentos, que me encantaron, lo que justamente me llamó la atención fue que los planteamientos de política cultural que se revelan, sobre todo en la carta (pero que también están presentes en los escritos que le siguen), incluyen una reflexión en torno al proyecto estético de los Ballets de San Juan.
Alma Concepción con Ballets de San Juan en Las Sílfides.
Teatro Tapia, diciembre de 1961. Foto: Arturo Melero
Muchas veces en las discusiones de política cultural en Puerto Rico se evade hablar sobre lo estético, sobre todo en los tiempos presentes en los que siento que hay mucho temor a tocar este asunto, a veces tal vez por evitar un tono impositivo. Pero noto que hay mucho resquemor a hacer planteamientos que tengan que ver con aspectos estéticos como parte de los reclamos de política pública. Y me pareció que tu carta, en ese sentido, Alma, es tan honesta y valiente porque dice lo que pensabas respecto a este asunto. Allí se hacen unos planteamientos, que, en términos históricos, son de mucha importancia. Y lo veo así porque realmente muchas de las cosas que están ahí planteadas en términos del apoyo público que puede recibir un proyecto estético encaminado hacia lo nacional, hacia el establecimiento de una escuela nacional, en el sentido educativo, en el sentido creativo y en el sentido de una labor social, todavía siguen teniendo vigencia. Esos elementos están ahí como intersecados con la crítica a los lineamientos seguidos por Ballets de San Juan.
En la carta hay un elemento que tiene que ver con las diferencias de cómo se entendía el lugar de la danza en la sociedad. Es decir, si la danza es sólo para las élites o para un público más amplio. Recuerdo que en la carta se usa un adjetivo, no sé si era “rimbombante” o “suntuosa”, como una crítica a ese tipo de estética. Por otro lado, está también el tema de la búsqueda de un lenguaje propio y de unas temáticas propias que tengan que ver con lo puertorriqueño. Estos documentos me llamaron mucho la atención porque lo que se ha investigado de la historia de las políticas culturales en Puerto Rico ha estado mayormente centrado en las instituciones estatales más importantes, como el Instituto de Cultura Puertorriqueña, por ejemplo. Pero hay muy poco escrito de toda esa otra trayectoria de autogestión que se ha dado en las artes del país, que es una gestión independiente, pero que también está vinculada a los debates y avatares de la política cultural. Estos documentos son un ejemplo maravilloso de dichos debates en una década sobre la cual se ha escrito muy poco.
Agnes Lugo-Ortiz: Quisiera darle seguimiento al planteamiento de Mareia porque yo también tuve, en gran medida, una reacción semejante a esta cuestión de la relación entre política pública, subvención de las artes y proyectos estéticos. Mi pregunta realmente es tanto para Alma como para Susan Homar, de quien también hemos leído un artículo importantísimo sobre Ballets de San Juan (En Rojo, 1977), y es la siguiente: Leyendo los documentos parecería que un punto de inflexión, un detonador importante de la crisis de la compañía (y que precipitó la renuncia de Alma), lo fue el establecimiento de un cuerpo extraño, externo a ella, el grupo de Amigos de Ballets de San Juan, cuyas acciones (según se deduce de la polémica) no se restringieron tan solo a procurar apoyo económico, sino que pretendieron incidir sobre cuestiones estéticas. Para mediados de la década de los setenta, Ballets de San Juan llevaba ya 20 años de existencia, ¿cómo se había subvencionado la compañía durante todo ese tiempo, y qué condiciones llevaron a que a mediados de los 1970 urgiera institucionalizar formas de subvención que de tal modo parecieron haber afectado los lineamientos estéticos y la ética grupal de Ballets de San Juan? Susan, tú hablas un poco de esto en tu artículo “Ballets de San Juan; ¿tenemos compañía nacional?” (Claridad, 1977), pero me gustaría que lo desarrollaran más para ver si podemos abrir aún más nuestro entendimiento de este periodo.
Al releer todos estos documentos me empecé a preguntar … qué hubiera sido si se hubiera fundado una [Compañía Nacional de Danza], porque los años setenta fueron toda una explosión de cosas … estaba el Taller de Histriones … que suponía una manera completamente distinta de pensar el cuerpo, de desarrollar movimiento, de desarrollar una teatralidad sin voz, sin palabras … Es la década en que empezó a florecer la danza experimental en las calles del Viejo San Juan.
Susan Homar: Yo quería hablar de otra cosa, pero primero voy a contestar esta pregunta brevemente. Cuando volví a leer todos estos documentos, pensé inmediatamente en las subvenciones. Hay mucha investigación sobre cómo va creciendo la subvención de las artes a través del National Endowment for the Arts y el National Endowment for the Humanities. Lolita Villanúa Vega (aquí presente) probablemente sabe infinitamente más que yo sobre esto, por experiencia y por conocimiento, pero puedo decir que, tras las intervenciones del congresista conservador Jesse Helms, el hecho de que los fondos se dirigieran a subvencionar producciones específicas, convirtió el esquema de apoyo en uno bastante restrictivo. Inicialmente, el apoyo estaba dirigido no solo a subvencionar una producción o el proyecto en particular de un coreógrafo. También había una intención de ayudar a la estabilidad administrativa y económica de los grupos. ¿Qué pasa cuando esas ayudas vienen de Estados Unidos? Los consejos para desarrollar estabilidad administrativa y económica en las compañías (que solían y suelen ofrecer las entidades que subvencionan) no tienen gran aplicabilidad en Puerto Rico porque aquí, a diferencia de los EEUU, ni los individuos ni las corporaciones hacen grandes donaciones por muchas razones distintas, pero mayormente fiscales y por una tradición de apoyo ciudadano a las artes. O sea, que el asunto de las subvenciones es bien importante y creo que más que nada a partir de los años setenta.
Nelson Sambolín, La mujer del abanico y Fragmentos: relatos precolombinos.
Cartel Taller de Histriones, 1981. Colección de Alma Concepción
Pero el tema que quiero tratar aquí es el de la idea de una Compañía Nacional de Danza (propuesta por Alma en sus escritos). Al releer todos estos documentos me empecé a preguntar cómo, qué hubiera sido si se hubiera fundado una compañía de esta naturaleza, porque los años setenta fueron toda una explosión de cosas. No solo estaba el Taller de Histriones, del que formó parte Alma, y que suponía una manera completamente distinta de pensar el cuerpo, de desarrollar movimiento, de desarrollar una teatralidad sin voz, sin palabras.
Alma Concepción: Un salto mortal…
Susan Homar: Un salto mortal y a veces al vacío. Es la década en que empezó a florecer la danza experimental en las calles del Viejo San Juan. Hubo también muchas expresiones de lo que se llamaba danza folklórica en esa época. Surgen otras compañías de ballet al final de la década. Sale la primera mutación de Ballet Concierto bajo los auspicios de la Asociación de Maestros de Baile, y poco después el Ballet Municipal creado por el alcalde nuevoprogresista Hernán Padilla en el Viejo San Juan, y el Ballet Puertorriqueño dirigido por Ramón Segarra. Empieza a haber una gran diversidad de expresiones, que es uno de los temas que más le interesan a Alma.
Alma y yo hemos tenido muchas conversaciones y algunas diferencias sobre estos temas. Yo creo que los ballets de tema puertorriqueño, que, podríamos decir, fue un género que desarrolló Ballets de San Juan, por ejemplo, La bruja de Loíza, Juan Bobo y las fiestas, etc. —y que, luego, Ballet Concierto tuvo su ejemplo y Ballet Municipal el suyo—vinieron a estrellarse con Teresa Hernández en 1999 cuando ella monta La nostalgia del quinqué, que fue toda una huida. Por otro lado, creo también que en la primera temporada de Andanza hay una pieza bien importante. Es la pieza de Lolita Villanúa Vega sobre las rejas que no es, pues, un ballet de tema puertorriqueño, pero sí una manifestación que también se encuentra en la danza experimental que buscaba un enfrentamiento con esos temas, un uso del cuerpo y un vocabulario de movimientos totalmente distintos. Me pregunto, si hubiera habido una Compañía Nacional de Danza, ¿qué diálogo hubiera tenido con este florecimiento? Y ahí lo dejo.
Alma Concepción: Yo creo que si una Compañía Nacional hubiese conservado la figura de Gilda Navarra, se hubieran podido dar unos cambios muy grandes desde un lenguaje nuevo. Hay que pensar también que la persona que entró a dirigir Amigos de Ballets de San Juan (Alberto Esteves) estaba confundido sobre las estéticas de la danza. Para él, la danza solamente era el ballet clásico. Entonces, era él quien tomaba las decisiones artísticas de la compañía. Así que yo creo que hubiese tenido que ver mucho con quién se hubiese quedado implementando políticas artísticas en una Compañía Nacional. Por otra parte, pienso, pues, que todo esto ocurrió en los años setenta, y ahora hay que recontextualizarlo en términos de lo que estamos haciendo ahora, ya lo que sucedió no lo podemos cambiar. Podemos pensar en lo que hubiera pasado, pero eso fue lo que se dio.
nibia pastrana santiago: En ese sentido, quiero reconocer un comentario del chat que escribió Puchi Platón, sobre Amigos de Ballets de San Juan como la Junta de Control Fiscal del Ballets de San Juan. Así que es una manera genial de contextualizar con el presente lo que estamos conversando. ¿Quieres expandir esto, Puchi?
Lydia, “Puchi”, Platón: Primeramente, gracias a Categoría 5 y a Alma. Nosotros en la Goyco hemos heredado el proyecto Gente y Cuentos que tan generosamente Alma nos cedió. Otro día hablaremos de los cuentos y la comunidad. Aquí solo quiero compartir algunas ideas, así sea de manera inconexa.
A mí lo que me ha encantado es ver primero la firmeza del discurso de Alma. Después de leer todos estos documentos, quiero subrayar los siguientes: 1) el acto de la renuncia como un acto físico valiente, lo importante que era renunciar; 2) el pico a pico con el señor de los Amigos de Ballets de San Juan [Alberto Esteves] y el manejo del lenguaje, la forma en que Alma, de un modo muy articulado, habla de las relaciones entre estética y lo político, y de las formas que podría tomar; 3) la cuestión laboral, el contexto de ese momento setentoso de la lucha por los derechos, pero, en este caso, esos derechos se reclaman desde el baile, abriendo el abanico de posibilidades estéticas, más allá de un ballet euro-centrado, pero también políticas. En este sentido, me gustaría escuchar a Lolita, porque su trabajo se da desde el ámbito de una compañía. ¿Qué implica tratar de insistir en el proyecto de Andanza a agua, sol y sereno? Recuerdo ese momento del grupo a principios de los años 2000, el querer articular el trabajo a través de lo que te permite ese modo de trabajar, que es el de la compañía, y los retos de la subvención.
Hay una cosa más que quisiera mencionar. Se ha hecho referencia aquí a “la manera americana” (con relación a la política de las subvenciones y sus instituciones), y pienso en articulación de las maneras, ¿qué es una manera?
Con relación a los archivos, esta semana asistí a uno de los conversatorios de la exhibición Anti-futuros y Cimarronaje y escuché a María Elba Torres, quien también, desde los años setenta, viene hablando de los silencios del archivo. Y justo esta misma semana me tocaba prepararme para la discusión de hoy. En este sentido, leí con amor la carta de renuncia de Alma, escrita a puño y letra, y de momento advierto que ahí también está el cuerpo. Hoy día la hubieses, Alma, escrito en computadora, pero el hecho de poder leer esa letra significó mucho para mí. En ese trazo corpóreo, siento, habla un silencio de décadas.
Añado, para terminar, que para una curaduría nueva que estoy desarrollando, por ejemplo, quería que Maritza Martínez e Iliana García me reprodujeran partes de la obra del Taller de Histriones, La Mujer del Abanico, pero me doy cuenta de que no tenemos las partituras. Entonces, qué bueno que Alma tenga alguna de estas cosas en su archivo, y espero poder ir a Princeton para verlo. Hay que destacar, para las jóvenes que están aquí, la importancia de documentar. Quizás he lanzado demasiadas ideas, pero solo quería intervenir y ponerlas sobre la mesa.
nibia pastrana santiago: ¿Alguien quiere responder?
Edna Román: Lo que tengo no es tanto una pregunta como un comentario. Yo he estado toda mi vida en el mundo del teatro y escucharlas a ustedes para mí ha sido una verdadera clase—todo lo que ha pasado en escena de la danza en Puerto Rico desde que se fundó Ballets de San Juan y otras escuelas de baile y organizaciones. Y una de las cosas que más me impacta siempre es esa resistencia a “lo nacional”. Como dice Alma en su carta de renuncia, había una urgencia de crear una escuela nacional de danza subvencionada por el estado y eso ofendió a la gente en aquel momento, y estoy segura de que todavía sigue ofendiendo a otras personas. Entonces, ustedes que saben más de estas cosas, ¿cómo es que todavía el arte es algo que asusta a tanta gente?
Alicia Díaz: Siguiendo el hilo de lo que acabas de decir, me está resonando lo que has mencionado de cómo el arte asusta a la gente.
Primero siento que es importante, que tengo que acknowledge (y pongo el inglés aquí porque soy bilingüe y traigo la presencia de la diáspora, así que voy a hablar según me vienen las palabras a la mente) que soy la hija de Alma Concepción, y que es raro estar aquí hablando como de una scholar cuando es también mi mamá. Así que pienso que tal vez parte de lo que yo puedo traer a la conversación, tiene que ver con esa experiencia más personal dentro de todos estos debates más amplios. Y de esa manera fue que me impactó a mí, sobre todo, el documento de la respuesta de Alberto Esteves, de la que estábamos hablando antes. Y de cierta manera, como hija pensando en mi mamá, yo recuerdo muy bien esos años en Puerto Rico, pero más del Taller de Histriones que de Ballets de San Juan. Y pienso ahora en eso que decías, Puchi, de la firmeza, del valor de to speak truth to power.
La carta de renuncia me pareció que encarna esa valentía y da cátedra sobre la danza. Ante esa persona de aquella “Junta de Control Fiscal” de Ballets de San Juan, que no sabía nada de danza, leer la carta de Alma es como una clase magistral. Allí da cuenta de lo que estaba ocurriendo en el mundo de la danza, no solo en Puerto Rico, y le hace un reconocimiento a les grandes bailarines puertorriqueñes, sino también de lo que estaba pasando en Estados Unidos y en Europa.
Alma Concepción y Alicia Díaz en la Escuela de Danza de la
Calle Humacao, Río Piedras. Foto: Arcadio Díaz Quiñones
O sea, hay un tema ahí nacional e internacional que me lleva entonces a pensar en lo que dices, Edna, de lo que “asusta”. El susto aquí es tener a una bailarina que no solo baila sino que piensa, y que se sabe articular, y que tiene posiciones que son estéticas y políticas; que son, en efecto, anticoloniales y anticapitalistas. Y que está generando propuestas fuertes con otras personas. Y, gracias nibia, porque había olvidado, que se trataba de una acción colectiva. No recordaba esa verdad porque había algo de la voz sola de esta mujer, que yo llamo mi mamá, que era como una superheroína para mí. Pero ahí estuvieron en colectivo, pico a pico, como tú dices.
El que se trate de una propuesta colectiva es bien relevante para un pensamiento decolonial. Así que para mí eso fue bien importante, ese atrevimiento a través de las artes, a través de la danza que, de entre todas las artes, es una de las menos valoradas. De este modo se pueden articular futuros alternativos desde sus propias experiencias puntuales, y que están basadas en los politics of care del sueldo, del well being de la vivencia. En la carta de renuncia se habla de cómo desmenuzar el significado de los $200 que se les pagaba a les bailarines: estás entrenando, estás ensayando, estás haciendo función, estás enseñando, estás viajando por los diferentes pueblos. La carta apalabra the labor of dance desde esa perspectiva. Me pareció súper importante también que ahí también se cuestionó “la manera americana” de hacer las cosas como un modo de visualizar que hay otras maneras de hacer.
Por último, lo que también me interesó mucho, y creo es más como insider knowledge, el pico a pico de Alma con Alberto Esteves termina con una posdata en la que, más o menos, le dice que si le interesa comunicarse con ella en el futuro, que tenga “la amabilidad de enviarme la correspondencia a mi dirección”. Entonces entiendo que hay una historia ahí detrás de que esta comunicación no se dio directamente con Alma, sino que Esteves se la mandó a través de otra persona, y hay algo de género ahí.
Alma Concepción: Se la mandó a mi hermano, para que hablemos entonces también del machismo.
Alicia Díaz: Exactamente.
Susan Homar: Pero, además, a un hermano abogado, amigo de él y de su propia profesión.
Alicia Díaz: Para que tú veas…Aquí lo dejo.
Alma Concepción en Ocho mujeres.
Foto: Arturo Melero
Alma Concepción: Volviendo a lo que mencionaba Susan de cómo hubiese sido una Compañía Nacional de Danza, recuerdo que Gilda siempre me dijo que ella había pensado en la obra de Federico García Lorca, específicamente en La casa de Bernarda Alba. En los años de 1950, ella estaba en España trabajando con Pilar López, y ahí pensó y derivó inspiración de la obra de Lorca, quien ya era un artista de vanguardia. Ella no pudo realizar eso en Ballets de San Juan, dadas las circunstancias en que se encontraba esa compañía. Sin embargo, cuando ella hizo Ocho mujeres con el Taller de Histriones, ella rompió ahí con todas las reglas, estéticas y políticas, y trajo ante el público puertorriqueño una pieza que fue verdaderamente importantísima y que en esos momentos de los años setenta presentaba el tema de la opresión de las mujeres, cuando estaba empezando una nueva ola de feminismo en Puerto Rico. En ese contexto, Gilda presenta esta obra del Lorca. Quizás ella y otras personas, otros artistas como ella, si se hubiesen quedado en Ballets de San Juan, hubieran podido transformar el repertorio de esta manera.
nibia pastrana santiago: Pepe, ¿tú querías comentar algo?
José “Pepe” Álvarez-Colón: Sí, fabuloso todo. Leer esa crónica, la curaduría de los documentos, esa correspondencia es una maravilla. Yo no soy un experto en el ballet, investigo más la danza experimental con relación al teatro y a la performance, que fueron las disciplinas en las que me formé como artista. Curiosamente, al entrar al doctorado, me surgió un interés por leer más sobre la historia y las políticas del ballet y cómo se han adaptado al contexto puertorriqueño. Fue interesante identificar en esos documentos muchas de las preocupaciones y debates que continuaron más adelante durante el desarrollo de la danza experimental puertorriqueña desde finales de los setenta. Y una de las preguntas que me surgieron mientras leía los documentos era sobre el rol del archivo, quiénes entran al archivo y quiénes no, y cuál es esa jerarquía del archivo en tanto institucionalización de nuestras prácticas, entendiendo que definir la danza en Puerto Rico es todavía, y sobre todo, una pregunta: ¿Qué entendemos por danza, considerando que la danza en Puerto Rico es bien diversa y tiene muchas modalidades y muchas formas de aliarse o disociarse de la institución?
Publicidad para de Pistón, Definiciones. Danza con tacto
¿!Que no se culpe a nadie!? 1990.
Fue interesante también leer sobre los tempranos debates sobre lo foráneo y lo local, a los que se hace alusión en los documentos, y recordar que cuando se instaura la danza experimental en Puerto Rico (que se inspira en la danza postmoderna norteamericana y el teatro colectivo latinoamericano) se le acusaba de ser una expresión foránea y de que las coreógrafas experimentales no estaban haciendo “danza puertorriqueña”. Hay ciertas continuidades en esos debates que presentan estos documentos sobre lo nacional, lo foráneo y cómo revisitar los clásicos. Mientras leía a Alma, sentía que era yo quien estaba hablando en sus textos porque mi formación como bailarín tuvo lugar también en el seno de debates bastante álgidos y acalorados.
A muchos sectores de la danza se nos hace todavía muy difícil conversar sobre nuestras diferencias en estéticas, entrenamientos, técnicas y estilos. Sobre todo, qué prácticas dancísticas son consideradas locales y cuáles no. Entonces, ¿quién y cómo se define lo que es y no es “danza nacional”?
En este sentido, me interesa lo del proyecto pedagógico que tan hermosamente defienden Alma y Susan en sus textos. Dice Susan que lo que hace que una compañía sea compañía nacional no es el gesto de autoproclamarse como tal sino el tener unos méritos que surgen a partir de un proyecto pedagógico que la sustente. En el caso de la Universidad de Puerto Rico, Otto Bravo junto a Petra Bravo y después Viveca Vázquez desarrollaron un proyecto pedagógico dancístico que aportó enormemente no solo a la danza sino al teatro puertorriqueño. Muches actores y directores de teatro que producen hoy en día fueron sus estudiantes en el departamento de Drama. Sin embargo, la Universidad del Sagrado Corazón actualmente es la única institución del país con un proyecto pedagógico dancístico. En la Universidad de Puerto Rico, que ha sido cuna de muchas de estas experimentaciones dancísticas, no se ha podido aun lograr el establecimiento de un Programa de Danza.
Para terminar, porque nos quedan todavía muchas cosas por hablar, quiero poner sobre el tapete la fascinación por escenificar a los clásicos, que también ocurre en el teatro, y que ha generado debates bastante interesantes. Yo he resistido como artista las formas en que nosotres nos acercamos a los clásicos como una copia supuestamente fidedigna de la puesta original. Para mí, los clásicos son fundamentales. Las técnicas, las estéticas y la historicidad de nuestras prácticas son fundamentales. Pero a veces pienso que en Puerto Rico no se exploran maneras más críticas de abordar los clásicos. El que un texto, una pieza maestra, se haya montado muchas veces, no significa que haya que representarla nuevamente o que se tenga que hacer siempre de la misma forma. Para mí, esto podría ser obviamente una discusión hermosísima. La danza es una práctica muy contradictoria, oscila entre la novedad y el rescate de la partitura. La relación que tiene la danza con sus formas de documentación y con sus formas de transmisión me hace pensar en ese debate sobre los clásicos, más allá del archivo, más allá de la partitura, más allá del repertorio. Es algo que, pienso, sería importante conversar.
Agnes Lugo-Ortiz: Quisiera hacer un comentario, solamente para subrayar algo de lo que acaba de decir Pepe sobre lo nacional. Una de las cosas que más me ha gustado leer en estos documentos es que lo nacional no aparece en ellos como una entelequia metafísica, abstracta y definida a priori. Es una particular práctica, un hacer en un lugar y del lugar—del donde, que diría Eduardo Lalo. Tanto en los textos de Alma como en el de Susan, lo nacional aparece asociado a varias cosas, pero fundamentalmente a una idea de construcción de país y de construcción de comunidad. Alma, tú decías hace un momento que no es solamente “danza y política” sino “danza y comunidad”. Pero, según lo veo, aquí de lo que se trataba, justamente, era de cómo a partir de la idea de una Compañía Nacional de Danza —subvencionada por el estado, bien apertrechada, con gran campo para que funcionara como un proyecto cultural de integración de las diversas artes y de formación en las diversas artes— se generaría una manera particular de hacer país. Hay un pasaje en la columna de Susan, que me gustó muchísimo, en el que ella habla sobre cómo Ballets de San Juan por un tiempo se iba rodando por la isla. Escribe ella: “La compañía viajaba por la isla dando funciones en plazas públicas, centros comunales, teatros. Se iba generando un interés en el baile y en el desarrollo de la compañía y se le iba perdiendo el miedo a ese arte”, lo cual tiene que ver, añado yo aquí, con esta cuestión de romper con la concepción elitista del ballet o con la concepción de high culture del ballet, y más bien con una cosa comunitaria, una cosa de país. Y sigue Susan: “Niños y niñas de todas las clases sociales se interesaban por el baile y veían en él un oficio viable”. Entonces, la pregunta concreta es: ¿qué constituiría “lo nacional” en una Compañía Nacional de Danza?
Cuando a alguien se le ofrece la posibilidad de ser bailarín o bailarina, de que eso no está reservado para una élite social en el país, sino que también es una posibilidad para la vida propia, lo que está en juego son formas cotidianas de la construcción de la libertad—de potencial autogestión y de soberanía.
Y discúlpenme que retorne brevemente a un asunto previo, pero todavía no me han contestado la pregunta de cómo fue que salió esta idea de formar una asociación de Amigos de Ballets de San Juan, porque claramente esto no siempre existió. ¿Bajo qué condiciones se crea eso? Me gustó la frase de Puchi sobre la Junta de Control Fiscal. ¿Cuándo, por qué y con qué objetivos (y también quiénes) le metieron una Junta de Control Fiscal a Ballets de San Juan? Porque, si he comprendido bien de lo que ustedes han escrito, en algún momento los Ballets tuvieron un funcionamiento social, un funcionamiento cultural/nacional ampliamente entendido (reñido luego con las expectativas de los Amigos). Y quiero seguir insistiendo en que al decir “nacional” no me estoy refiriendo a la construcción esencialista de un repertorio de los “movimientos corporales puertorriqueños” o de “las tradiciones escénicas puertorriqueñas” que los Ballets de San Juan (o una Compañía Nacional Danza) fueran a preservar como venerables piezas de museo. Me refiero a la forja, con recursos y apoyo institucional del estado (aún con todas sus limitaciones y problemas), de un campo abierto de creatividad imbricado con un proyecto de formación de país, de formación de comunidad, de diseminación del sentido democratizado de que “yo también puedo hacer esto”, que es, a la postre, un lugar de libertad. Cuando a alguien se le ofrece la posibilidad de ser bailarín o bailarina, de que eso no está reservado para una élite social en el país, sino que también es una posibilidad para la vida propia, lo que está en juego son formas cotidianas de la construcción de la libertad—de potencial autogestión y de soberanía. Esto es lo que me pareció leer en los trabajos de ustedes respecto a un momento en el desarrollo de Ballets de San Juan, ante de que sobreviniera un corte en la década del setenta. Tengo curiosidad sobre ese corte (la imposición de Amigos) y agradecería me contestaran la pregunta.
nibia pastrana santiago: ¿Alma, quieres contestar eso? Y después vamos con Cristina. Yo creo que Cristina también tiene algo urgente que decir.
Cristina Esteves-Wolff: Está muy relacionado a la pregunta de Agnes.
nibia pastrana santiago: Entonces, Alma y Cristina. ¿Está bien así?
Alma Concepción: Un segundito nada más, muy brevemente: creo que cuando se piensa lo nacional hay que considerar el momento histórico. ¿Cuándo es que uno está trabajando para un proyecto nacional? Cuando se fundaron los Ballets de San Juan —que fue una compañía muy importante para mí, que reconozco y de la que estoy muy agradecida— el contexto histórico de Puerto Rico y mundial de los años cincuenta era el de la Guerra de Corea, de las luchas civiles en los Estados Unidos y una compleja sociedad puertorriqueña. Fue también el periodo de la insurrección nacionalista y del establecimiento del Estado Libre Asociado. Todos estos hechos históricos influyeron mucho en Ballets de San Juan de una manera positiva para unas iniciativas que fueron muy buenas y también impidió que se pudieran dar otros proyectos. En términos de lo nacional pues mira yo pienso en el Ballet Nacional de Cuba. Eso tiene que ver con el momento histórico particular de Cuba, la Revolución del 1959, y con el respaldo de un gobierno a su compañía nacional.
Quisiera aprovechar este intercambio para compartir con ustedes una experiencia para mí muy significativa sobre danza e identidad nacional. Tuve el privilegio de ver bailar muy de cerca a Carmen Amaya, quien encarnaba la esencia del arte flamenco, tan trivializado y utilizado como un arma de represión cultural durante la dictadura franquista. Las raíces del flamenco son multiculturales, de tradiciones cristianas, judías, árabes y gitanas. Al ver bailar a Carmen pensaba en el alcance profundo de su danza, en García Lorca y sus reflexiones sobre el flamenco y sobre la metáfora del “duende” en donde los intérpretes capturan la esencia de la vida. El dolor, la ira, la alegría personales se transforman en vivencias colectivas, en una conexión con la compleja historia del pueblo español. En ese sentido es un arte nacional.
Cristina Esteves-Wolff: Voy con mi pregunta, que está muy relacionada con la de Agnes.
Agnes Lugo- Ortiz: Discúlpame, Tina, pero es que no me han contestado todavía por qué y cuándo surge Amigos de Ballets de San Juan.
Carmen Amaya, Función de Gala en el Palacio de Bellas Artes, Santo Domingo,
República Dominicana. Programa, 1958. Colección de Alma Concepción.
Susan Homar: Yo te puedo decir bien brevemente. Es el modelo americano de las compañías grandes y de las llamadas “regionales” en los Estados Unidos: los “Friends of”. Lo tenían tanto el American Ballet Theater y el New York City Ballet como las compañías regionales porque entonces así podían recaudar fondos y desarrollar un público en sus contextos. Es bien sencillo, y aquí se lo copiaron. Ese modelo continúa existiendo: los museos tienen sus “Friends”, las compañías de teatro, las orquestas, etc.
Agnes Lugo-Ortiz: ¿Pero a quién se le ocurrió eso de meterle un Amigos de Ballets de San Juan a Ballets de San Juan?
Alma Concepción: Yo creo que fue Ana García, que era amiga de Alberto Esteves, y que fue el presidente de los Ballets de San Juan. Pero además eso tenía que ver con el problema laboral, porque nosotras ya no podíamos más seguir trabajando sin recursos, y se llamó a Amigos de Ballets de San Juan para que ayudara, para que los bailarines pudieran tener un sueldo. Pero él entonces implementó su agenda artística en lugar de una agenda de ayuda laboral.
Agnes Lugo-Ortiz: Entonces había una situación de precariedad, había condiciones de precariedad que de momento llevaron a que Ana decidiera que se necesitaba un organismo de esa naturaleza.
Susan Homar: No conozco ningún detalle sobre la justificación de su desarrollo más allá de copiarse el modelo americano. Pero además esto vuelve a resurgir a mitad de la próxima década porque se queda el mismo modelo, se siguen trayendo las grandes estrellas, no hay comunicación mayor entre las estrellas y el resto de la compañía, hay resentimiento. La situación es como si nunca se hubiera debatido en los setenta. Vuelve a surgir y así mismo se apaga.
Cristina Esteves-Wolff: Han contestado ya algunas de mis preguntas respecto a la cuestión fiscal y los Amigos de Ballets de San Juan. Leyendo la carta de Alberto Esteves, se ve cómo en una misma oración hila un punto de vista artístico con un punto de vista de negocios, como cosas que no se pudieran pensar por separado, que es lo que vemos en Puerto Rico hoy en día con la Junta de Control Fiscal. Una no puede leer un artículo en el periódico sobre algo cultural sin que se mencione quién paga, de dónde viene el dinero, si se le pidió a la Junta. Y Alma le contesta muy elocuentemente a Esteves diciéndole que ella simplemente está hablando de un problema y de un reto artístico, estético, que es algo que está divorciado del negocio.
Me parece importante recordar cómo en sus principios el proyecto del Estado Libre Asociado era también un proyecto de nacionalismo cultural, cuando se le dieron fondos al ICP y al Festival Casals. Parte del proyecto del gobierno era la subvención de la cultura. Por eso me pregunto si este momento que estamos viendo en estas cartas y documentos no será índice tan solo del quiebre del ELA sino también de un discurso sobre las artes, en el que ya entra a predominar lo fiscal sobre lo cultural. Me pregunto si esto también tendrá que ver con lo que ustedes mencionan que cuando se fundó Ballets de San Juan había mucha colaboración entre artistas visuales, músicos, poetas, y que en la década del setenta esto también ya se estaba resquebrajando. ¿Tiene que ver esta ruptura con las mismas preocupaciones fiscales que ya comenzaban a apremiar? ¿Sería este el momento que detona el discurso de austeridad que rige las decisiones culturales en la isla, o ya se veía venir desde antes?
Susan Homar: Yo creo que tiene mucho que ver con el proyecto del ELA. La voz de Ricardo Alegría fue singularmente importante en la creación de los festivales de teatro y los de teatro puertorriqueño, en los que se incluía a Ballets de San Juan y para los que se crearon algunos de los ballets de temas, libretistas, compositores y diseñadores puertorriqueños. Lo que Alma siempre subraya, y tiene razón, es que en las primeras décadas permitían hablar sobre Puerto Rico cuando en otros foros, con la Ley de la Mordaza, por ejemplo, no se podía. Cuando este modelo encarnado por los festivales se institucionaliza, se cristaliza, se solidifica y quizás también se estanca, empiezan a surgir otras cosas. Se va Gilda Navarra de Ballets de San Juan, se crea Taller de Histriones, comienza el trabajo de les experimentalistas, entre otres.
Fernando Rivero, La historia del soldado, cartel, 1971.
Colección de Alma Concepción
Realmente en esa década de los setenta, una década políticamente tan difícil, temas como el género, la situación política, los tantos asesinatos, las huelgas y más generan una insatisfacción y una serie de búsquedas en torno a cómo hablar del momento actual, dónde poner el cuerpo y cómo. Sé que estoy simplificando. Entonces, lo que sucede es que por un lado empiezan a repetirse unos patrones que funcionaron en los años 50, que quizás funcionaron aún en los 60, los 70, los 80, esos ballets de temas puertorriqueños que ya representan una suerte de nostalgia por y de un Puerto Rico inventado. Los que no están creando en ese contexto, Histriones y les experimentalistas, entre otros, empiezan a desarrollar otras maneras de expresarse.
Cristina Esteves-Wolff: Pero, más específicamente, lo que estoy preguntando es si este es el primer momento en el que ustedes vieron que un fuerte lenguaje comercial y de lo fiscal comenzaba a afectar la producción artística, ¿o esto es algo que ya se podía ver un poco antes?
Alma Concepción: Ya los Ballets de San Juan necesitaban algún tipo de subvención, y el gobierno le prestó más atención al Festival Casals y a otras instituciones que se fundaron en ese momento. De las artes, la danza es la que muchas veces recibe menos atención por parte de donantes y del gobierno mismo. Yo creo que eso que tú mencionas ya había empezado un poco. En la primera carta que menciona nibia, firmada por 10 profesores de la compañía, la preocupación tenía que ver con cuestiones laborales. Yo creo que yo tal vez tenía una visión artística distinta a la de mis otros compañeros que firmaron esa carta. Lo que sí tenían ellos era una preocupación laboral, una preocupación también de cómo se enseñaba.
Susan Homar: No fue fácil tampoco lo del Festival Casals. Hay libros sobre el tema. Lo que pasa es que Doña Inés Mendoza (la esposa del gobernador Luis Muñoz Marín) se metió con mucho entusiasmo a traer a Pablo Casals a Puerto Rico. Yo creo que el propio Casals habló y trató de apoyar la idea de un conservatorio y de un festival. Teodoro Moscoso estaba 100% con la música. Hay muchas cosas escritas, hay bibliografía sobre este tema.
Alma Concepción: En el Festival Casals también está el mismo tema que estoy presentando en torno a Ballets de San Juan. Trajeron muchos músicos extranjeros y no se tocaba la música de los puertorriqueños, siendo un festival que estaba subvencionado por Puerto Rico en Puerto Rico.
nibia pastrana santiago: Me gustaría agarrar un poco esto último y dar espacio para les compañeres que se quieran activar con esto. Escuchando el asunto de la renuncia de Alma, por razones laborales y por conflictos o diferencias de proyectos estéticos y nacionales dentro de una compañía, quisiera pensar en ella conceptualmente como la figura de la bailarina exiliada que se vuelve artista independiente, porque esto es lo que tenemos en la actualidad. Seguimos aun bregando con lo de las subvenciones, con los problemas de las condiciones laborales, dónde se baila, dónde improvisan, dónde se hace coreografía. Y quisiera hacer como un salto mortal (para usar la frase de Alma hace un ratito), un salto mortal en el tiempo para ver cómo esas condiciones de la bailarina, de les bailarines, en esencia siguen siendo las mismas. Entonces, no sé qué piensan nuestres colegas presentes. Esto es algo que hemos hablado mucho entre nosotres, pero estaría chévere dejar constancia para el récord, porque esto se va a publicar, y es importante que se escuchen las voces, lo que quieran decir les compañeres sobre las condiciones de trabajo, sobre hacer danza en Puerto Rico.
Lolita Villanúa: Primeramente, un paréntesis personal: A Alma yo la conocía como la mamá de Alicia, porque Alicia y yo éramos amigas desde muy pequeñas e íbamos a la misma escuela. Pero luego, leyendo los documentos, y al ver toda la trayectoria de Alma, la admiré mucho más aún porque descubrí otra faceta de ella más combativa que yo no conocía, con todas sus aportaciones pedagógicas al mundo de la danza.
Agradezco mucho haber podido recibir y leer todos estos documentos. En aquel momento [de los años setenta] Ballets de San Juan era tal vez la única fuente de trabajo [para una bailarina en ese género de danza]. Entonces la renuncia de Alma fue un acto de mucha valentía, y hoy en día sería lo mismo porque implicaría renunciar a tu único salario. Me sentí muy identificada con esa situación porque 20 años más tarde, a finales de los años noventa, cuando regresé a Puerto Rico continuaban existiendo las mismas condiciones laborales terribles para los bailarines. Yo me fui de Ballet Concierto en 1990. Allí también tuve una lucha laboral a finales de los 80 junto a otros colegas por mejores salarios, y fuimos victoriosos, relativamente. Tuvimos nuestra pequeña victoria, aunque todavía de eso no se podía vivir. En aquella ocasión también protestamos por otras cosas, porque no solo eran cuestiones laborales sino también asuntos relativos a un trato digno y respetuoso. En la escuela tradicional, el ballet siempre ha sido bien dictatorial, bien jerárquico y bien terrible. Así que había muchas cosas en juego y todo eso fue lo que me motivó a irme de Ballet Concierto y buscar otras alternativas
25 años de Andanza.
Teatro René Marqués, Centro de Bellas Artes,
noviembre 2023.
Este tipo de cosas fue las que no queríamos repetir cuando surgió el proyecto de Andanza en 1998. Lo que Alma defiende en sus cartas es lo que nosotros también queríamos: tratar de tener unas mejores condiciones laborales, buscar una estética propia, hacer proyectos en distintas comunidades para que, en la comunidad, el arte fuera más accesible y no el privilegio de unos pocos. Así que me identifiqué mucho, y me conmovió profundamente, ver el valor de esa artista, de esa bailarina, de esa creadora en aquel momento. Y me conmovió y me entristeció pensar que todavía hoy vivimos los mismos problemas.
Yo diría que Andanza es, en realidad, una excepción en las artes de Puerto Rico. Los bailarines tienen un salario que no es extraordinario pero que es lo más que ha ganado un bailarín en la historia del país. También tienen plan médico y beneficios marginales. Reciben un trato digno y respetuoso, puesto que tratamos de que no sea tan jerárquico. Y, por supuesto, la organización ha ido cambiando a través del tiempo porque nosotros hemos ido madurando.
Quiero mencionar algo sobre el momento en que, creo, se hacen los reclamos por mejores condiciones. Todos empiezan bailando jovencitos, pero llega un momento en el que quieren vivir de su trabajo. Me imagino que en los años setenta, los reclamos se dieron cuando los bailarines ya habían alcanzado madurez emocional y la independencia que se necesitaba para exigir de su trabajo.
De modo que todo lo de Alma a mí me tocó profundamente. Leer esos documentos, que estén en un archivo, disponibles para conocer la historia de nuestro país, las luchas de todas los artistas como Alma y como otros, pero también ver cómo las mismas condiciones adversas siguen reproduciéndose. Es terrible que tantos años después continúen las mismas problemáticas. Podría hablar mucho de todo eso, de las condiciones laborales, de las subvenciones y las búsquedas que me han tocado.
Susan Homar: Quiero añadir que Andanza ahora tiene todo su repertorio digitalizado.
Lolita Villanúa: Sí, en la Biblioteca Digital del Caribe, gracias a Paula Roque, que ha trabajado en esto como parte de su proyecto de maestría en Gestión Cultural y después también con Caribe digital de la UPR. Nosotros habíamos comenzado un archivo hace tiempo, pero Paula ayudó a avanzarlo y, por lo menos, la parte audiovisual está ahí. Pero hay tantas otras cosas, como mencionaba Alma: los carteles, las cartas, las reseñas. Todo esto ya está digitalizado, pero todavía no se ha publicado, está interno. Hay una selección disponible, pero es tan importante… Hay que ver cuántas cosas han pasado que no están documentadas por la prisa de la sobrevivencia. En esa lucha por poder hacer arte, y por poder seguir adelante, uno no tiene ni los fondos ni el tiempo de documentar todo el trabajo que se está haciendo. Todo está relacionado.
El aspecto fiscal, el aspecto de la subvención es esencial. Mas, sin embargo, podríamos tener 10 millones para la danza y tener todavía unas estéticas a las que les falta mucho por decir, por caminar. Así que el dinero es esencial para poder crear un buen ambiente laboral, condiciones de trabajo apropiadas, pero también está la cuestión de las propuestas, el pensamiento, la estética—todo lo que se hace después con ese dinero.
nibia pastrana santiago: Gracias, Lolita, por esa intervención. Quiero retomar la pregunta sobre la relevancia para nuestro presente del dato histórico de una bailarina, Alma, que se exilia (refiriéndome aquí con el término exilio, mencionado anteriormente, a su desplazamiento de bailarina de compañía a bailarina independiente) por la falta de condiciones laborales justas y que termina formando parte de un proyecto innovador de ese entonces, el Taller de Histriones.
Alma Concepción en Ocho mujeres. Taller de Histriones, 1977
Dirección Gilda Navarra. Foto: Arturo Melero
Quiero pensar en su satisfacción estética al cuestionar la ideología de movimiento en la cual ella se había entrenado, dígase ballet clásico o bailes españoles, y que va a desembocar en un proyecto temporero (como muchas cosas en Puerto Rico, que no se sostienen muchos años). Esa experiencia con Histriones termina también retando su ideología corporal y los aspectos más dictatoriales del ballet (según lo mencionó Lolita). Y este aspecto autoritario, por cierto, lo comparten otros formatos de movimiento como la danza moderna, que también están regidos por la perspectiva de un director artístico, de una compañía, por otra cabeza, que es el director de producción, el director artístico de los teatros (que es una cosa muy americana).
Vuelvo a tirar la pregunta para los artistas independientes que están presentes. Sabemos que hacer danza es difícil, que hay una cuestión de sobrevivencia, pero quiero pedirles que compartan su reacción a ese dato histórico de una bailarina renunciando a una gran compañía porque ya no le funcionaba. Quiero insistir en esto, porque si Andanza y otras compañías (y el formato compañía mismo) han tenido sus retos, les artistas independientes tienen sus retos también. En estos artistas independientes —que no siempre trabajan a solas, sino que también forman colectivos temporeros, como Taller de Otra Cosa y Pisotón, y establecen colaboraciones transdisciplinarias (porque en Puerto Rico tenemos que apoyarnos por los muchos retos que confrontamos)— hay una propuesta estética e ideológica que también denuncia y que dice “yo bailo aquí porque no hay allá”. ¿Alguien que quisiera comentar sobre esto?
Alma Concepción: Solamente quería comentar sobre lo que dices de las estructuras de autoridad de la danza clásica y moderna. Gilda Navarra rompió con eso, y uno de los logros de Taller de Histriones fue el trabajo colectivo. Todos los trabajos se hicieron en colectivo, o sea los bailarines fuimos dueños también de las piezas porque las creamos entre todos y eso, me parece, fue muy importante.
nibia pastrana santiago: Gracias.
José “Pepe” Álvarez-Colón: Me provocan mucho estos temas sobre las estructuras de autoridad en la danza. Yo he sentido que, en términos de políticas culturales, no siempre tomamos en cuenta que hay distintos circuitos y distintas audiencias. Hace falta pensar seriamente en las políticas culturales para buscar cierto balance en la otorgación de fondos porque hay unos circuitos que se dan a través de la academia, otros a través de museos y de los teatros y otros que surgen en contextos comunitarios. En uno de los documentos que leímos, por ejemplo, una de las observaciones críticas que se hacían respecto a las producciones de ballet tenía que ver con la expectativa de hacer producciones aparatosas, con la necesidad de cumplir con ciertos estándares de producción.
José Pepe Alvarez y Awilda Sterling-Duprey en P.E.P.O.S.A.
Modalidad de performance blindfolded (2021)
Lolita podría hablarnos un montón sobre esto porque Andanza ha sido una de las pocas compañías que se ha podido mantener dentro de esa economía que es muy distinta a la economía de la performance que yo manejo, por ejemplo.
A mí lo que me resulta problemático es el que nosotres, les coreógrafes y bailarines, no hayamos encontrado una forma de movilizarnos para tener mejores oportunidades para sostener y desarrollar nuestras prácticas dancísticas. Ni el país tampoco, porque la situación de la danza es un espejo de lo que está pasando ahora mismo en términos de los nuevos movimientos políticos y partidos. La discusión sobre compañías y colectivos forma parte de la misma cuestión, ¿cómo nos movilizamos? Yo siento que nos ha faltado la capacidad, como comunidad diversa que somos, de entender que tenemos distintas formas de producción y de entender cómo esas formas podrían converger para elaborar una propuesta más amplia, no sé si llamarla nacional, pero una propuesta más amplia y equitativa para que tanto una compañía como Andanza como esfuerzos que son más individuales, o de naturaleza colaborativa, se sostengan, a pesar de nuestras diferencias técnicas y estéticas (lo digo como hacedor de arte porque yo puedo ser, obviamente, público de formas de danza que son distintas a las que yo practico). En este sentido, soy bastante idealista, pero esto es lo que a mí me provocó escuchar a Alma. Creo que tenemos que conversar y colaborar más. Pensando en cuál es el objetivo de revisitar archivos como estos, porque los archivos no sirven si no se activan, como lo estamos haciendo.
Para terminar, encuentro gracioso que nibia, quien se ha autoproclamado la “bailarina vaga” en términos conceptuales, esté orquestando hoy este evento coreográfico que estamos teniendo a nivel virtual, y sobre un documento histórico de los principios de nuestra disciplina o movimiento.
Zorimar Rivera Montes: Quisiera seguir por donde terminó Pepe, porque leyendo los documentos (yo, que no vengo de la danza sino de la literatura), y particularmente la carta de renuncia, me evocó la figura de Luisa Capetillo, una mujer que estuvo preocupada desde el cuerpo por lo laboral y por el trabajo. Fue un paralelo muy hermoso pensar en esto, en los enfrentamientos con una élite, que es el principal público de estas formas de arte, pero a la cual le resulta conveniente abstraer el cuerpo del bailarín. Quieren ver el cuerpo danzante, pero si el cuerpo come o no come, eso, pues, no es discusión pública. Es bien conmovedor ver ese desafío apalabrado de tal manera y pensar en la renuncia de Alma como el acto de huelga al que llamaba Capetillo, y que también me resonó cuando se hablaba de ir por los pueblos, porque era algo que ella también hacía.
Luego, me interesó lo del pedido de subvención estatal como una forma de reclamar seguridad laboral. En estos momentos estoy comenzando a sumergirme en el mundo de la danza a través del trabajo sobre todo de nibia pastrana, aunque no solo. Nibia ha articulado conceptualmente la dimensión laboral de la danza desde unas coordenadas que son bien distintas. Mientras aquí se ha sugerido un deseo de protección por parte del estado, en nibia hay un rechazo a poner el cuerpo dentro de esa estructura. Pensando en la pregunta que Susan formuló hace un momento, sobre qué hubiese pasado si se hubiera establecido una Compañía Nacional de Danza, una respuesta posible es que la misma quizás se hubiera convertido en un mecanismo para extraer producción del cuerpo. A ese extraer producción como trabajador proletario de la danza es a lo que nibia reacciona en su manifiesto de la bailarina vaga. Por aquí se puede también hilar con el trabajo de Awilda Rodríguez Lora, que está presente y de quien me encantaría escuchar una reflexión sobre estos asuntos, pensando en su frase “I am not exotic, I am exhausted”. Aquí se trata de propuestas distintas respecto a lo laboral. Es un enunciado desde el cansancio del cuerpo, desde el agotamiento de lo laboral y la aspiración a otro tipo de libertad que no es la de la colectivización desde esa subvención nacional que se pensaba.
Cristina Esteves-Wolff: Yo tenía una pregunta rápida para Alma respecto al comentario que hizo sobre lo colectivo en Taller de Histriones, que los bailarines y los coreógrafos eran dueños de su obra. Esa noción de ownership supone que el baile, la coreografía, es una obra de arte que se protege legalmente como cualquier otro medio. Mencionaste, Alma, que esto se dio con Histriones, porque me imagino en Ballets de San Juan se trataba más bien de trabajo a sueldo y que eran ellos, y no les artistas, quienes tenían ownership de las obras que hacían. Esta idea de ser los dueños de su obra, ¿surge en ese momento como parte de los reclamos laborales o es una conciencia que se desarrolla después? Me interesa esa transformación de conciencia.
Ricardo Molina, Ocho mujeres, Asíntota. Cartel Taller de Histriones, 1977.
Colección de Alma Concepción. Foto de Alfonso Díaz
Alma Concepción: No era una cuestión laboral, era una cuestión artística, de profesión, de lo que significa la danza y de quiénes somos los que creamos. Era una cuestión de creación, no laboral, porque en el Taller de Histriones también sufríamos de lo mismo que sufren todos los compañeros que han hablado hoy, de que no hay ningún apoyo. Estaba pensando, con relación a estos temas laborales, que hace poco hubo unas protestas de los bailarines contra una propuesta de la legislatura. Después esos bailarines se reunieron y vi un programa de televisión en el cual ellos comunicaron la idea de que lo mejor en términos laborales era formar un sindicato. Así que lo pongo ahí como una opción para quienes están todavía están luchando.
Awilda Rodríguez Lora: Sí, justamente quería hacer referencia al proyecto de ley 2170. Este proyecto fue desarrollado por la legisladora del Partido Nuevo Progresista María de Lourdes Ramos y la bailarina y coreógrafa Juliana Ortiz para regular la profesión de la danza en Puerto Rico. El mismo estaba dirigido a crear una certificación profesional para todo aquel que deseara ejercer la profesión en la industria de la danza. Algunos de sus puntos importantes incluían la creación de un Consejo Regulador de la Danza, que sería designado por el Gobernador, el establecimiento de un Fondo Especial, a ser administrado por ese Consejo, y la implementación de una certificación que tenía como requisitos presentar una solicitud a ser aprobada por el Consejo, ser profesional, mayor de 18 años, no tener antecedentes penales y pagar una cuota. El proyecto de ley 2170 fue retirado por la legisladora Ramos Rivera el 6 de junio de 2024 gracias a la organización de la comunidad de la danza que luchó arduamente en su contra.
Vejigantes. Grupo de Bailes Folclóricos de Irene McLean.
Foto: Arturo Melero
Leyendo la carta de Alma del 1977 pensé en lo que seguimos viviendo hoy. Pero debo decir que ese proyecto de ley, aunque controversial, tuvo también un impacto muy positivo porque generó una conversación bastante unificada entre exponentes de las diferentes manifestaciones de la danza en Puerto Rico. Y esto lo digo, estando yo dentro de una institución académica en la que estamos profesionalizando a los bailarines, porque en efecto queremos que tengan esa profesión.
Y con esto quiero también reconocer a las personas que no están aquí para esta conversación sobre la danza. El ballet, lo entiendo, sin duda tiene una importancia histórica, pero también está la danza africana, la danza de bomba, la danza folclórica, la danza jíbara. Había personas que mientras bailaban con Ballets de San Juan, paralelamente estaban bailando en otros escenarios, y éstas no están en esta conversación cuando quizás estaban en condiciones aún más precarias que las de la compañía. Pero esta discusión sobre ese momento histórico nos ha llamado la atención sobre unas condiciones que son las mismas de hoy—no hay piso para bailar, no tenemos las condiciones laborales adecuadas.
Hoy en día aquí hay muchos espectáculos. Muchos de mis bailarines jóvenes se van a trabajar con artistas populares bajo muy malas condiciones. Por ejemplo, y según me informan mis colegas que trabajan en la escena del entretenimiento, la mayoría de los proyectos artísticos no les pagan a les bailarines por los ensayos. Ha sucedido que los musicales tampoco les pagan por los ensayos, solo por las funciones (aunque entiendo que esto ha cambiado).
De modo que es un tema constante. Para mí, leer estos documentos me produjo una sensación agridulce porque fue como que, gracias, Alma, pero aquí estamos todavía teniendo esta conversación. ¿Cuándo esto se va a acabar? Y esto me preocupa más porque estoy enseñando en la universidad, y le estoy diciendo a les estudiantes que se gradúen, que se hagan bailarines, cuando sé que van a salir a un país en donde no hay espacio para ellos, ni lugares en donde los coreógrafos jóvenes puedan presentar su trabajo. No hay suficientes audiciones para que puedan bailar con otras compañías, no hay espacios en donde presentar trabajos en proceso, ni subvenciones para artistas no reconocidos, emergentes, que quieren salir a crear. Hay un clasismo tremendo dentro de la danza—cuál es la linda y cuál no lo es, cuáles son los cuerpos que pueden bailar y cuáles no.
Estas cosas, a nivel de política pública, son también bastante complejas. No hemos tocado estos temas porque nos hemos enfocados en estas cartas, en una trayectoria particular, y en esa denuncia tan importante de los años setenta—y, en verdad, creo que todavía hacen falta más renuncias de este tipo, y desde posiciones quizás con mucho más poder o con acceso al poder, y que pudieran hacer cambios contundentes con relación a la subvención de la cultura en este país.
Finalmente, quisiera plantear otra pregunta que puede ser un poco polémica, considerando esta conversación. Pero soy Awilda Rodríguez Lora y me gusta un poco jamaquear los públicos. La pregunta es si, en efecto, existe o no la libertad dentro del ballet. Cuando pensamos en el nacionalismo estamos pensando también en nuestra libertad como país, como nación. Entonces, pensando en la pregunta sobre el Ballet Nacional Puertorriqueño, me preguntaba cómo la búsqueda de la libertad como país, de independencia, podría existir dentro de una técnica que puede ser tan restringida y limitada respecto a cómo se puede ver, mover y existir el cuerpo en el escenario. Es esto es lo que quería decir. Gracias, Alma.
Alma Concepción: Gracias a ti. Respecto a lo que acaba de decir Awilda, yo siempre me he preguntado por qué en Puerto Rico hay una Escuela Libre de Música, por qué hay un Conservatorio de Música, por qué hay una Escuela de Artes Plásticas, pero no hay una de danza. ¿Qué es lo que ha pasado en Puerto Rico que no se les ha ofrecido a los bailarines, a los coreógrafos, a los trabajadores de la danza, un lugar en donde aprender, un lugar en donde trabajar? Esta es una pregunta que yo me hago y para la que no tengo contestación.
Awilda Rodríguez Lora: Quiero añadir que, dentro del Programa de Danza de la Universidad Sagrado Corazón, hemos tenido estudiantes graduados que están volviendo al programa a enseñar. Institucionalmente hemos tratado de traer a esos bailarines que se han graduado de nuestro programa a la academia, pero no todos quieren estar en la academia. Algunos simplemente quieren bailar. No todos los bailarines tienen que enseñar.
Lydia, “Puchi”, Platón: Solamente quiero mencionar aquí, Awilda, la cuestión de lo público con referencia a la Escuela Libre de Música, a la Escuela de Artes Plásticas, en las que, como en la UPR, se ha dado una lucha para hacerlas accesibles. Lo que pasa es que también han aumentado los costos y quién sabe si, al final, debamos discutir también el asunto de lo público y lo privado.
Awilda Rodríguez Lora: Está también la Escuela Julián Blanco, que se especializa en la danza clásica.
Lydia, “Puchi”, Platón: Me refería a nivel universitario.
nibia pastrana santiago: Sí, pero, aunque el Programa de Danza de Sagrado Corazón sea privado, como dijo Pepe hace un momento, existe como espacio, y también tienen sus luchas internas.
Pero pensando en lo que hemos estado discutiendo sobre el proyecto pedagógico creo, por usar un término, que hay que decolonizar los currículos, los pocos currículos que hay. Existe la Julián Blanco, pero el asunto es quiénes son los colegas que están enseñando ballet y cómo se enseña. Yo practiqué ballet muchos años y sufrí lo que todas las bailarinas: que si eres gorda, que si que eres alta… pero tú puedes enseñar una técnica con integridad y uplift a los bailarines. Entonces hay también toda otra conversación sobre quién enseña y cómo. Si tú aprendes una técnica que te está oprimiendo, o que llega en un momento a afectar tu salud emocional psicológica y tu autoestima (algo que, por cierto, puede pasar en cualquiera otra esfera que requiera virtuosismo, incluyendo los deportes) … ahí está el problema. El problema está en querer dominar ciertas destrezas en función de otra cosa, de una ideología de competencia o por probar algo, y no por el placer artístico. Pero para eso somos artistas, y por eso la danza también tiene que tener espacio para enseñarse desde el pensamiento crítico.
Alma Concepción en el curso de la Profesora Christina Lee,
Universidad de Princeton, 2024. Foto: Christina Lee.
Pero pensando en lo que hemos estado discutiendo sobre el proyecto pedagógico creo, por usar un término, que hay que decolonizar los currículos, los pocos currículos que hay. Existe la Julián Blanco, pero el asunto es quiénes son los colegas que están enseñando ballet y cómo se enseña. Yo practiqué ballet muchos años y sufrí lo que todas las bailarinas: que si eres gorda, que si que eres alta… pero tú puedes enseñar una técnica con integridad y uplift a los bailarines. Entonces hay también toda otra conversación sobre quién enseña y cómo. Si tú aprendes una técnica que te está oprimiendo, o que llega en un momento a afectar tu salud emocional psicológica y tu autoestima (algo que, por cierto, puede pasar en cualquiera otra esfera que requiera virtuosismo, incluyendo los deportes) … ahí está el problema. El problema está en querer dominar ciertas destrezas en función de otra cosa, de una ideología de competencia o por probar algo, y no por el placer artístico. Pero para eso somos artistas, y por eso la danza también tiene que tener espacio para enseñarse desde el pensamiento crítico.
Así que la pregunta sobre el ballet como espacio de libertad es otra cosa. Puede ser una pregunta bien chévere filosófica, pero sí creo que en la pedagogía de las formas puede haber liberación. Es como en un batey de bomba cuando entiendes cómo funciona y te tiras a improvisar, o bien sea que entiendes la forma porque alguien te la enseña.
Agnes Lugo-Ortiz: Justamente quisiera decir algo con relación a la pregunta de Awilda y a este último comentario de nibia sobre el ballet, las formas y la libertad. En la reciente presentación de su libro, Memorias: danza, cuerpo, voces, Alma dijo algo que se me quedó grabado en la mente: que ella nunca se sentía más libre que cuando hacías un súper split en el ballet.
nibia pastrana santiago: ¡Un grand jeté!
Agnes Lugo-Ortiz: ¡Precisamente! Y me parece que esto es emblemático de una concepción sobre el dominio de las formas y las técnicas –de lo que ese dominio potencia– y sobre la relación entre forma, libertad y cuerpo. En este caso, se trata de técnicas y formas que posibilitan una posesión del cuerpo propio como instrumento y vehículo potente para la creación artística, ensanchando el campo para la libertad de acción del bailarín. No se trata, creo, tan solo de expandir mecánicamente un catálogo técnico (aunque también) sino de una expansión de la soberanía del cuerpo danzante sobre sí y sobre los lenguajes escénicos y movimientos posibles. Un cuerpo bien entrenado desafía los límites de la necesidad (i.e. constreñirse a determinado repertorio de movimientos porque el cuerpo no da para más) y abre la esfera de la libertad de elección como puntal de la creación. Con esto no estoy sugiriendo para nada que el virtuosismo sea lo que defina el poder estético o político de un acto dancístico o artístico (sabemos que de supuestas “imperfecciones” técnicas está lleno mucho de lo mejor del arte, y que Chavela Vargas no tiene por qué cantar como María Callas para conmovernos). Lo que sugiero es que esta sería una manera posible de también pensar sobre la relación entre la disciplina técnica, las formas y la libertad, y también sobre la soberanía del cuerpo danzante—sin por esto minimizar la tiranía de las políticas del cuerpo en el ballet, que han llevado a situaciones de autodestrucción tan problemáticas como las de la bulimia y la anorexia (que ustedes conocen mejor que yo). Como dice nibia, es un asunto de las pedagogías.
Alma Concepción: Pensando también en lo que mencionó Pepe hace un momento sobre lo clásico y todas las otras formas de la danza, yo creo que cuando se evoluciona no se puede descartar todo lo pasado. Hay ciertas cosas importantes de la danza clásica que no se pueden descartar, que pueden servirles a algunos artistas, pero no a otros. Pero muchas veces se quiere descartar eso como cosa del pasado, pensando que eso no nos da libertad, y es complicado.
Alicia Díaz: Se han dicho tantas cosas que me han llenado el corazón y como apuntando hacia otras conversaciones sobre las limitaciones de lo que se puede hacer aquí y cómo se puede continuar después. Pensaba también con Pepe en esa pregunta del ecosistema. ¿Cómo se puede apoyar un ecosistema amplio de las artes? Me parece importante como un punto de partida para continuar más adelante una conversación como esta, y tomando en cuenta lo que Awilda mencionaba sobre quién está o no está aquí en estas conversaciones, que es bien importante tanto históricamente como en el momento presente. Estas cosas me tocaron mucho, ambas, y siento que están conectadas.
Sobre esto que estamos hablando de la libertad y de lo clásico, pienso desde un punto de vista personal cuán importante es poder conversar sobre esto. Pepe, creo que has insistido mucho sobre esto, sobre cómo pueden tenderse bridges between different worlds. Y pensé en cómo yo misma, con Alma, me rebelé en contra del clásico, de joven me rebelé incluso en contra de la enseñanza de los bailes españoles. Pero creo que aún dentro de esas diferencias estéticas grandes, todavía puede haber diálogo, todavía puede haber solidaridad, todavía puede haber puntos de encuentro. Entonces siento que esto es bien importante para esas preguntas que me surgen sobre el ecosistema sobre quién está y no está, como parte de la importancia de forjar un diálogo a través de las diferencias.
Ballets de San Juan. Cuadro flamenco. Alma Concepción, Ángel Betancourt, Rafael Romero,
Susan Homar y Nellie Jo Carmona, 1962. Foto: Arturo Melero
Por último, creo que el tema del ballet también tiene que ver con esferas de poder, clase, y raza y de quién tiene acceso a esa educación y entrenamiento que va más allá de métodos pedagógicos o inspiración a nivel corporal o individual.
nibia pastrana santiago: Gracias, Alicia. Alguien más necesita manifestarse. Creo que hemos cubierto mucho. El tiempo no es suficiente. Me siento inspirada, y provocada también. Solo quiero saber si alguien más quiere tirar algo.
José “Pepe” Álvarez-Colón: Lo último, es que no quiero que se me malinterprete. Yo no pienso que el ballet es tiránico. Yo siento que tiene una historia muy compleja y muy política también, y de eso no se habla mucho. Ha habido muchas reconstrucciones de ballet que han sido muy políticas realizadas por compañías africanas, por compañías asiáticas, precisamente para comentar sobre el canon dancístico europeo y estadounidense y sobre cómo todas esas grandes obras del ballet se basaron también en apropiaciones de otras culturas. El problema no es la inspiración cultural, el problema es que no se reconoce de dónde vienen. En el ballet ha habido una convergencia de elementos mal llamados folclóricos, que son elementos de las culturas populares tradicionales, que se mezclaron con otras estéticas. Pero, a mi juicio, esto no se ha complejizado lo suficiente como para generar conversaciones críticas sobre cómo nuestras danzas se han desarrollado como artes nacionales. Lolita, tal vez estés en desacuerdo conmigo, y tal vez me puedo equivocar porque no soy un especialista en el ballet, pero pienso que por ahí hay asuntos importantes que también pueden ser politizados.
Lydia, “Puchi”, Platón: Volviendo rápidamente, porque ya estamos terminando, a los silencios del archivo, a la importancia del archivo. Yo trabajé en WIPR en un corto documental titulado “Danza y guerra”, mayormente compuesto por una entrevista con Susan Homar, y quisiera compartírselo a Sagrado Corazón y a Pepe, porque precisamente esta idea del ballet es una de las preguntas que surge ahí ante la guerra. Hicimos una serie de Artes y guerra para el ya difunto programa Cultura viva, a raíz, si mal no recuerdo, de la Primera Guerra del Golfo Pérsico. En Puerto Rico también nosotros hemos tenido la capacidad única también de poder dialogar a veces entre nosotros, aunque estoy de acuerdo con Awilda, quién está en la mesa y quién no. Pero gracias a Categoría Cinco que nos trajo algunes de nosotres a la mesa.
Agnes Lugo-Ortiz: Se invitaron a muchas otras personas que no pudieron venir.
Escuela de Baile Andanza, Carnaval de animales
Mayo 2022. Foto: Luis Negrón
Lolita Villanúa: Quería decir sobre el ballet que las cosas son tiránicas porque la gente las hace tiránicas. Nosotros, por ejemplo, en Andanza, y no solo nosotros nada más porque hay otras escuelas en donde se enseña el ballet, tratamos de combatir esa tiranía, porque en carne propia la vivimos. “Tiranía”, ¡ya estoy usando este término aquí! Pero quiero decir que con un lenguaje codificado, como es el ballet o como lo es nuestro propio idioma, en realidad podemos hacer lo que nos da la gana. O sea, que aunque las propuestas salgan de un vocabulario ya establecido, como es el caso del ballet, pues hay infinidad de posibilidades coreográficas y de propuestas políticas que se podrían hacer si fuera esa la intención del coreógrafo o de la compañía que fuera.
El ballet con todo y sus métodos de enseñanza (con los que en muchos casos no estamos de acuerdo) también tiene unas propuestas hermosas y maravillosas. Esto ya lo han comentado, pero yo siento que a veces hay tanto prejuicio de lado a lado. Alguna gente que ama el ballet detesta otro tipo de baile experimental o moderno porque o no lo entiende o no le gusta. Y está bien que le guste o no, eso es personal, pero otra cosa son los prejuicios. Entonces, del otro lado igual, la gente que hace otras cosas más experimentales ven en el ballet algo retrógrado, anticuado. Bien puedes pensar o sentir eso, pero el ballet también tiene muchas cosas hermosas.
Me ha encantado este encuentro. Tan poco tiempo para tantos temas interesantes. Alma, gracias nuevamente por ese archivo, estoy con muchos deseos de leer otras cosas y devorar todos los documentos.
nibia pastrana santiago: Para concluir, no puedo evitar comentar que el gusto también se enseña, se cultiva. Por eso es que la educación, que un proyecto de educativo sobre la danza es importante. Lo que se está haciendo en Sagrado Corazón, lo que hizo también el Taller de Histriones, lo que podemos hacer nosotros en nuestros espacios para también desmitificar el ballet. El ballet tiene cosas valiosas, pero es también heteronormativo. Se ha creado el mito de que es el fundamento para todos los bailes, que es la base de todo, y no. Perdonen, la base para moverte es tu esqueleto. Ahora que he vuelto a enseñar en el Programa de Danza del de Sagrado Corazón, tú ves de dónde vienen los estudiantes y algunas de sus referencias importantes están en el ballet, y cuando conocen otras formas y estilos, ellos se sienten maravillosos. Por ahí empiezan a explorar y a experimentar, a encontrarse con otros lenguajes que encuentran “raros”, pero de esto se trata la educación, de confrontarlos y para que cada quien puede elegir, con eso sí estoy de acuerdo.
Quiero cerrar resumiendo los cinco puntos principales de la carta de renuncia de Alma del 1977. Alma y yo somos muy distintas, nos llevamos un montón de años, pero pudimos ser colegas y entendernos. Entonces quiero terminar con esos cinco puntos: 1) La danza es un deber; 2) La colaboración entre artistas es necesaria; 3) La danza en Puerto Rico es un proyecto nacional; 4) Puerto Rico no es Nueva York; 5) En Puerto Rico es imposible vivir del trabajo de la danza. Gracias a todos.
Agnes Lugo-Ortiz: A nombre de Categoría Cinco, muchísimas gracias a todes por su presencia y por su participación.
Alma Concepción: ¡Gracias a todes!
*Agnes Lugo-Ortiz es profesora de la Universidad de Chicago y autora de numerosos estudios sobre las culturas del Caribe. Es co-fundadora y co-editora de Categoría Cinco.
