2016/2020: Una viñeta

Agnes Lugo-Ortiz

Muralla entre Tijuana y Estados Unidos | Foto de Luis F. Avilés

Poco se prestan a los avatares del olvido las palabras ofrecidas por Barack Obama horas antes del triunfo de Donald Trump en las elecciones estadounidenses del 2016: “regardless of which side you were on in the election, regardless of whether your candidate won or lost, the sun would come up in the morning.” Y así fue.  Aunque empañado de nubes, el 9 de noviembre el sol indudablemente había vuelto a salir en la mañana. Aquel que por casi ocho años terminara ganándose el título de “Consolador en Jefe” (Consoler-in-Chief)—por las muchas veces que, con el alma atribulada, tuviera que compartir el pesar con lxs sobrevivientes de las múltiples masacres de civiles que sobrecogieron al país durante buena parte de su presidencia (¿en una suerte de desplazamiento sobre el cuerpo de otros de la muerte que tal vez querían infligirle a él?) —volvía, en una de sus últimas funciones oficiales como mensajero de la esperanza, a consolar a esa parte de la nación (la mayoritaria) que se había sumido en la más absoluta desolación: 

We all want what’s best for this country. That’s what I heard in Mr. Trump’s remarks last night. That’s what I heard when I spoke to him directly. And I was heartened by that. That’s what the country needs — a sense of unity, a sense of inclusion, a respect for our institutions, our way of life, rule of law, and respect for each other […] You know, the path that this country has taken has never been a straight line. We zig and zag and sometimes we move in ways that some people think is forward and others think is moving back, and that’s OK […] The point though is that we all go forward with a presumption of good faith in our fellow citizens, because that presumption of good faith is essential to a vibrant and functioning democracy. That’s how this country has moved forward for 240 years.1

A contracorriente de los meses de campaña injuriosa por parte del candidato republicano—de su bien conocido pasado de fraudes, odio y corrupción y del hoyo negro que con estridencia nos ofrecía como porvenir—, Obama, no obstante, nos contó del timbre “otro” que oyó en la voz de Trump, de un exceso promisorio en la “voz” que decía de la voluntad de unidad y de inclusión, del respeto a la ley, a las instituciones y de aquel que nos debemos los unos a las otras. Nos recordaba también del zigzagueo teleológico de la historia, que es uno de los mitos de identidad de la nación norteamericana, y de la creencia que deben darse generosamente lxs ciudadanxs entre sí, de querer sostener la democracia. “The arc of the moral universe”, gustaba decir repetidamente el primer (y único) presidente negro de la nación, citando a Martin Luther King, Jr., “is long, but bends towards justice”. Dentro de la catástrofe, la apuesta a la repetición universalista y utópica de la república. 

Difícil olvidar, sin embargo, el silencio de las calles en el animado barrio de la ciudad de Chicago en el que vivo—todo cubierto de neblina aquella mañana—el gloom, el desconsuelo, el miedo, el tiritar de los estudiantes mexicanos (“¿qué nos va a pasar?”), el sollozo desesperanzado de alguien a quien nunca antes había visto llorar, la pesadumbre de una veterana feminista que avizoraba la erosión de tantas cosas ganadas a pulmón durante largas décadas de lucha…Y esa misma semana, la muerte de Leonard Cohen, y la doble elegía de esa genio de la comedia que es Kate McKinnon, vestida con el blanco sufragista que la derrotada Hillary Clinton se dio a estilar (cual cita estridente) en su campaña, cantando al piano, con una voz que provenía del más profundo y sereno de los abismos, el dolido “Hallelujah” de Cohen:

I did my best, it wasn’t much
I couldn’t feel, so I tried to touch
I’ve told the truth, I didn’t come to fool you
And even though it all went wrong
I’ll stand before the Lord of Song
With nothing on my tongue but Hallelujah

Para, luego, desde ningún lugar, y con los ojos melancólicos fijos en la cámara, cerrar su canto diciendo: “I am not giving up, and neither should you…and live from New York it’s Saturday Night”.2 El sol saldría otra vez la próxima mañana y todas las que le siguieron.

Si Obama verdaderamente escuchó un timbre “otro” en la voz de Trump, o si fue solo una proyección suya (un esperanzador wishful-thinking de que la presidencia transformara las inclinaciones del degradante wannabe-autócrata), o una expresión de fe en la fortaleza de las instituciones republicanas de los Estados Unidos, o una o dos de estas cosas, o todas a la vez, es imposible de afirmar.  Lo cierto es que a cuatro años de aquella salida del sol, la confianza añeja en la invulnerabilidad de la institucionalidad democrática norteamericana (en la creencia de la marcha escabrosa pero siempre ascendente hacia una more perfect union) se ha tambaleado hasta sus cimientos. Vuelan ahora insolentes e impunes las banderas de la derrotada Confederación esclavista; han marchado por las calles, con el beneplácito implícito de quien ocupa la Casa Blanca, militantes neo-nazis enarbolando esvásticas y gritando “Jews will not replace us”;  envalentonados con metralletas, los supremacistas blancos salen a ocupar edificios de gobierno, a conspirar para raptar y asesinar a una gobernadora empeñada en proteger a la población de su estado de la rapiña del Covid-19, o a matar con gesto heroico a los que protestan el asesinato de afroamericanos a manos de una policía ya por años militarizada; duermen lxs niñxs migrantes en el piso de sus jaulas, cansadxs de llorar, 545 de ellxs separadxs, tal vez para siempre, de sus padres y madres por obra de un aparato de vigilancia fronteriza que se siente por encima de la ley y del concepto mismo de derechos humanos; vuelan humillantes rollos de papel toalla sobre las víctimas de un huracán, ¡Cojan, siervos!; se suprime y persigue a los que denuncian la corrupción gubernamental y el abuso de la autoridad púbica en sus más altas esferas; un epidemiólogo (el mejor del país) camina ahora con guardaespaldas, amenazado de muerte por compartir su saber sobre la pandemia; rebosan las cortes del país con el nombramiento político de jueces mediante procedimientos que se han pasado por alto la evaluación rigurosa de sus cualificaciones profesionales, el decoro de los protocolos y esa necesidad de consenso social que es finalmente la única que le otorga verdadera legitimidad a las instituciones de Justicia en una sociedad democrática; ríen esperpénticamente las redes de intereses económicos consolidadas ya sin disimulos por pactos clientelistas y nepotistas; avanza con celo la destrucción ecológica del planeta, It’s a hoax; se le cantan preces a los dictadores a escala global y se tiende un manto de silencio sobre el asesinato por desmembramiento de un periodista disidente en la embajada de su propio país, Si algo pasó, yo no estaba allí. Cantan con altoparlantes los lacayos. Mentira se ha vuelto la verdad.

Foto de Luis F. Avilés

De ahí que ahora sea otro timbre el que se escuche en la voz urgente de Barack y de Michelle Obama durante sus intervenciones en la convención del Partido Demócrata este pasado agosto. No es el de la fe optimista en las instituciones, sino el del conocimiento cierto de su fragilidad. Cuatro años más, y ¿cuál será el paisaje? “If you think things cannot get worse, trust me, they can; and they will if we don’t make a change … [vote as if] our lives depend on it”, dice con voz alarmada Michelle Obama. Se vive como en la víspera de la ruina y, por eso, se vuelve a invocar desesperadamente la promesa (mitificada) de los comienzos, los ideales fundantes de la república vistos por el prisma de la historia. Es la Estrella del Norte la que invoca Barack Obama (aludiendo con ello al nombre del periódico abolicionista fundado por uno de los mayores intelectuales norteamericanos del siglo XIX, el una vez esclavizado Frederick Douglass):

I’m in Philadelphia, where our Constitution was drafted and signed. It wasn’t a perfect document. It allowed for the inhumanity of slavery and failed to guarantee women – and even men who didn’t own property – the right to participate in the political process. But embedded in this document was a North Star that would guide future generations; a system of representative government – a democracy – through which we could better realize our highest ideals. Through civil war and bitter struggles, we improved this Constitution to include the voices of those who’d once been left out. And gradually, we made this country more just, more equal, and more free.3 

Esa invocación implica honrar la memoria de los muertos. “I have seen this country’s promise”, dice Michelle Obama, “And thanks to so many who came before me, thanks to their toil and sweat and blood, I’ve been able to live that promise myself.” Es el sueño de la clase media, sí, pero sobre todo, el de una vida con dignidad y con capacidad de injerencia en el mundo. Y se convoca el ecumenismo nacional, sus mitos, sus caídas y sus cumbres, la idea de un proyecto todavía abierto: “That’s the story of America […] There’s a lot of beauty in that story. There’s a lot of pain in it, too, a lot of struggle and injustice and work left to do. And who we choose as our president in this election will determine whether or not we honor that struggle and chip away at that injustice and keep alive the very possibility of finishing that work.”4 El llamado es a un estar en común en torno a la imperfección infinita de lo inconcluso. Ahí la política, porque nada está dado.

2016-2020. Extraño cómo se percibe la experiencia del tiempo, la compresión caótica y pesada de los hechos, el vértigo de lo que en su aceleración ha procurado despojarnos del asentamiento de lo real.  Se vive como en la suspensión de una infinitud. Y, sin embargo, estará pronto por verse si habremos de seguir bailando en el último de los círculos del Infierno o si, abrazando nuestra pequeñez contingente, veremos que ese sol que, sin duda, habrá de salir mañana, al menos por un momento no venga empañado de nubes. 

Notas

*Ilustración: “Trump en el Jardín de las delicias” | Edna Román, 2020

  1. “Transcript: President Obama’s Remarks on Donald Trump’s Election” Washington Post, November 9, 2016. https://www.washingtonpost.com/news/the-fix/wp/2016/11/09/transcript-president-obamas-remarks-on-donald-trumps-election/.
  2. https://video.search.yahoo.com/yhs/search?fr=yhs-trp-001&hsimp=yhs-001&hspart=trp&p=snl+aleluya+2016#id=4&vid=ef856ae1c7cc8f6a1dced0c65a6d7aca&action=click
  3. https://www.cnn.com/2020/08/19/politics/barack-obama-speech-transcript/index.html
  4. https://www.cnn.com/2020/08/17/politics/michelle-obama-speech-transcript/index.html

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