Carmín Rivera Izcoa y la apuesta de Huracán
Gervasio L. García
Myrna Báez, Platanal, 1974
Smithsonian American Art Museum
Carmín me espetó, con su tono y sonrisa no inocentes: “El texto no tiene título. ¿Me puedes sugerir uno?”. Se me ocurrió Libertad y servidumbre en el Puerto Rico del siglo XIX.
En el país de la memoria rota se impuso el deseo de corregir y sellar algunas de las grietas más salientes, a partir del pistoletazo de la guerra de Viet Nam y del atrevimiento de la Revolución Cubana en el enervante contexto, claro está, del descalabro del Estado Libre Asociado.
En esa coyuntura, la Universidad de Puerto Rico, las librerías de nuevo cuño y una editorial recién nacida, ayudaron a repensar el país críticamente. La invitación de Categoría Cinco a recordar el aporte de Carmen Rivera Izcoa ayuda entonces a entender mejor la circulación de nuevas visiones del pasado presente que pedía críticas urgentes. La riesgosa decisión de Carmín (una planificadora urbana graduada de Cornell) de crear la librería La Tertulia (1967) preparó el camino para el lanzamiento de Ediciones Huracán (1975).
Fue un salto al vacío que se inició con la publicación de la Conversación con José Luis González de Arcadio Díaz Quiñones (1976). No se trataba de hablar con un cuentista más, sino con un desterrado marxista puertorriqueño que renunció a la ciudadanía estadounidense y asumió la mexicana (1955). En las propias palabras de González, se trataba de un “escritor puertorriqueño, universitario mexicano y socialista por encima de todas las fronteras…”. Sus contestaciones a las provocadoras e ilustradas preguntas de Arcadio fueron un polémico manifiesto sobre los problemas de la literatura, la historia y el futuro del país.
Así, este “marxista sin iglesia” destacó su crítica del “jibarismo literario”, el occidentalismo y el universalismo; el empobrecimiento del español, el Albizu conservador, pero no fascista, y la cercana independencia: “las [elecciones] de 1976 van a ser las últimas elecciones coloniales en Puerto Rico”.
Portada del libro Conversación con José Luis González
de Arcadio Díaz-Quiñones, Ediciones Huracán, 1976
Cuatro años después José Luis lanzó también, bajo el sello de Huracán, El país de cuatro pisos y otros ensayos (1980) en el que sacudía la modorra de los vientos alisios al concluir que “los descendientes de los primeros esclavos africanos eran ya puertorriqueños negros” en el siglo XVI. El país era en ese momento, según él, eminentemente negro.
Portada del libro César Andreu Iglesias. Aproximación a su vida y obra
de Georg Fromm, Ediciones Huracán, 1977
Retrato de Lorenzo Homar
Ese arranque editorial comercialmente riesgoso lo siguió con su tercer libro en el catálogo, nada menos que la biografía de otro marxista proscrito, César Andreu Iglesias. Aproximación a su vida y obra, de Georg Fromm (1977). En una edición diseñada por Lorenzo Homar, autor también del retrato de César, Fromm hizo el balance de su vida activa: “unir la lucha por la independencia de Puerto Rico con la lucha por la emancipación social…” César fue militante comunista por dos décadas y presidente del Partido Comunista Puertorriqueño en 1946. En 1950 fue encarcelado a raíz de la insurrección nacionalista de 1950 y en 1954 fue arrestado junto a otros comunistas poco después del ataque nacionalista al Congreso de los Estados Unidos.
Los derrotados (1956), su primera novela, recibió el premio del Instituto de Cultura Puertorriqueña y dos años después, el Ateneo premió Una gota en el tiempo, su segunda novela. En 1977 Ediciones Huracán publicó su edición de las Memorias de Bernardo Vega. (Contribución a la historia de la comunidad puertorriqueña en Nueva York), autobiografía de un tabaquero afincado por muchos años en Nueva York.
Este no es el lugar para repasar el resto de los libros editados por Carmín, pero quiero recordar una anécdota que sugiere uno de sus perfiles. Una vez me pidió que evaluara un manuscrito sometido por Fernando Picó. Era una investigación muy original sobre los jornaleros de Utuado y el impacto del régimen de la libreta (1849-1873). Recomendé sin reservas su publicación y Carmín me espetó, con su tono y sonrisa no inocentes: “El texto no tiene título. ¿Me puedes sugerir uno?”. Se me ocurrió Libertad y servidumbre en el Puerto Rico del siglo XIX. Unos días después, Carmín me dijo que a Fernando no le había gustado el título, pero aceptó que lo dejara. Este fue el comienzo de una conversación crítica de años con Fernando, que no creía en el “feudalismo” puertorriqueño como sugería el título, algo más que unas diferencias semánticas.
Portada del libro Libertad y servidumbre de Fernando Picó
Ediciones Huracán, 1982
Por último, no se puede entender la fuerza y el alcance de Ediciones Huracán en los primeros años sin recordar la confianza de Carmín en Arcadio Díaz Quiñones. Este no solo fue el autor de su primer libro, sino que también dirigió la Colección La Nave y el Puerto, la Colección Obras Completas de Tomás Blanco (en colaboración con Margot Arce de Vázquez) y la Colección Clásicos Huracán.
En estos se destacaron varios libros de Arcadio. Entre ellos, El almuerzo en la hierba (Llorens Torres, Palés Matos y René Marqués) en 1982. La portada exhibía una serigrafía cautivante de Myrna Báez. Le siguió Luis Llorens Torres. Antología verso y prosa (1985), El prejuicio racial en Puerto Rico (1985), acompañado por un largo ensayo crítico, y, finalmente, La memoria rota (1993). Así comenzaba una nueva historia literaria e intelectual.
Al nacer Huracán, se alimentó mejor el vínculo entre la historia y las ciencias sociales que hasta entonces no se tocaban mucho dentro del campus.
Portada del libro La Memoria rota de Arcadio Díaz-Quiñones
Ediciones Huracán, 1993
Image: Nick Quijano, En una noche sin luna se ven todas las estrellas
A estas alturas, creo que La memoria rota nos marcó hondamente, tal vez porque hablaba del Puerto Rico más inmediato y más desnudo. En la portada destacó el cuadro “En una noche sin luna se ven todas las estrellas” de Nick Quijano. Este ensayo es la pieza clave para los interesados en entender la “historia inclemente de unos años sin nombre caracterizados por el progreso agresivo y la modernidad destructiva, las emigraciones desgarradoras, la violencia y la marginalidad”. Arcadio invita a recuperar la memoria “deliberadamente negada por el poder político o rota por la represión oficial o la exclusión cultural”.
En perspectiva, el éxito de Ediciones Huracán es inseparable de la acogida de la librería La Tertulia, de la calle Amalia Marín en Río Piedras. “Nos vemos en La Tertulia” nos dirigía a la oferta selectiva de libros del país y extranjeros, casi siempre al alcance de muchos estudiantes y de profesores mal pagados. Allí se tertuliaba sobre el país y los desesperantes vaivenes universitarios, y se hacían nuevas amistades. Al nacer Huracán, se alimentó mejor el vínculo entre la historia y las ciencias sociales que hasta entonces no se tocaban mucho dentro del campus.
Si repasamos algunos de los temas promovidos por Huracán podemos saborear mejor la dieta común. Conflictos de clase y política, Inmigración y clases sociales, Esclavos rebeldes, Patricios y plebeyos, Amargo café, entre otros, fueron temas que llevaron a la mesa compartida por historiadores y científicos sociales. Sin olvidar las excelentes traducciones al español de Yvette Torres de libros como el de James L. Dietz, Historia económica de Puerto Rico (1989).
En resumidas cuentas, la divulgación de obras frescas de la llamada “nueva historia”, cabalgó sobre el empeño aventurado de Carmín de arar nuevas tierras. A contracorriente del gobierno colonial (la Editorial de la Universidad de Puerto Rico y la del Departamento de Instrucción llegaron a vetar a algunos de los nuevos), Ediciones Huracán divulgó sus libros en rústica, a precios humildes (e.g. el de Georg Fromm sobre César Andreu Iglesias costaba $3.95). En palabras de mi historiadora más cercana: “Ediciones Huracán… comprometió su futuro al propagar trabajos de historiadores noveles con pocas oportunidades de publicar en editoriales consagradas”.
Textos de Ediciones Huracán a los que se ha aludido en este ensayo (en orden cronológico):
- Arcadio Díaz Quiñones, Conversación con José Luis González (1976)
- César Andreu Iglesias, editor, Memorias de Bernardo Vega (1977)
- Georg Fromm, César Andreu Iglesias (Contribución a la historia de la comunidad puertorriqueña en Nueva York) (1977)
- Ángel Quintero Rivera, Conflictos de clase y política en Puerto Rico (1977)
- Ángel Quintero Rivera, Ricardo Campos, Juan Flores y José Luis González, Puerto Rico: identidad nacional y clases sociales (Coloquio de Princeton) (1979)
- José Luis González, El país de cuatro pisos y otros ensayos (1980)
- Guillermo Baralt, Esclavos rebeldes: conspiraciones y sublevaciones de esclavos en Puerto Rico (1795-1873) (1981)
- Fernando Picó, Amargo café (1981)
- Fernando Picó, Libertad y servidumbre en el Puerto Rico del siglo XIX (1982)
- Arcadio Díaz-Quiñones, El almuerzo en la hierba (Llorens Torres, Palés Matos y René Marqués) (1982)
- Arcadio Díaz-Quiñones, Luis Llorens Torres: antología verso y prosa (1985)
- Ángel Quintero Rivera, Patricios y plebeyos: burgueses, hacendados, artesanos y obreros: las relaciones de clase en el Puerto Rico de cambio de siglo (1988)
- James L. Dietz, Historia económica de Puerto Rico (1989).
- Arcadio Díaz-Quiñones, La memoria rota (1993)
*Gervasio L. García es historiador y catedrático jubilado de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras.
