El privilegio de ser primo de Zenón

Héctor Bermúdez-Zenón

Portadas de las primeras ediciones de Narciso descubre su traseroTomo I (1974) y Tomo II (1975)

Zenón despertó entre sus estudiantes la conciencia de su puertorriqueñidad e identidad como afrodescendientes.

C

onocí a Isabelo Zenón Cruz, a sus hermanos, a su mamá ‘Dany’ (Daniela Cruz) y a su papá ‘Monche’ (Ramón Zenón), desde que tengo uso de razón. Mi madre, María Zenón Rodríguez, era su tía. Mi familia vivía a una esquina del arrabal La Marina de Humacao. Isabelo vivía por el Rabo del Buey, cerca de la Calle Desengaño y no muy lejos de El Placer. Desde esos arrabales, Zenón se levantó como un huracán de intelectualidad. Me tocó vivir con él sus triunfos, fracasos, desilusiones y traiciones, sufriéndolas como propias. Y lo mismo hizo él con las mías. 

Entraba a mi cuarto mientras me recuperaba de mis amanecidas. Lo notaba porque se embadurnaba con mis perfumes, que le encantaban. Le serví de chofer y él de acompañante en mis viajes de francachela al área metropolitana. Mientras yo me iba de baile, Zenón se iba a las tertulias del Viejo San Juan. Como no probaba gota de licor, ni fumaba ninguna clase de tabaco o droga narcótica, era el compañero de viaje perfecto. En el camino montábamos grandes conversaciones, que iban desde lo intranscendente hasta los problemas filosóficos más complejos. Intelectualmente íbamos liberándonos de la opresión racista, liberábamos a la patria de la opresión colonial y de la condición esclava en la que se sigue encontrando. Analizábamos problemas sociales, económicos y políticos y nos formábamos como hombres nuevos, Narcisos nuevos que reconocíamos nuestra belleza y la de nuestros hermanos.

Isabelo Zenón Cruz (Archivos de "El Mundo")

Zenón se ganó la Medalla Jaime Benítez de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras, con la mejor tesis de bachillerato de su clase, titulada “El anhelo de la inmortalidad del alma en Unamuno”. Esta fue publicada por el Departamento de Instrucción Pública de Puerto Rico.

Dejó muchas novelas inéditas, de las que me hablaba por el camino a San Juan, y que merecen ser nombradas aquí:

Una de ellas se titulaba “Jet”. En ella, el personaje principal era un niño milagroso que sufría de unas diarreas perpetuas. Estas tenían valores curativos. Por eso la gente iba a su casa en busca de sus heces fecales. El niño levitaba al impulso de las diarreas. Como las tenían por benditas, la gente iba a recoger las churras por galones. La peste para nada impedía que se proclamara a “Jet” como un santo milagroso. La novela comenzaba con una alocución: “No empujen que hay mierda para todos”. 

Otra se titulaba “Las barras cagás de la Policía de Puerto Rico”, en la que denunciaba el escándalo de un Superintendente de la Policía, Salvador Rodríguez Aponte, que ascendió de rango a varios de sus bugarrones a cambio de favores sexuales. 

Una tercera era “Petra Rossetta”, cuyo personaje principal era una gobernadora puta. Se refería a Pedro Roselló, que tenía en su gabinete una camarilla de ladrones que formaban parte de su prostíbulo y que estaban dispuestes a vender la patria al mejor postor y hasta a la madre que les parió. Dejaron al país en ruina. La novela terminaba con varios de ellos en la cárcel y otros en procesos penales judiciales. ¿Premonición de lo que sería la situación actual de nuestro país?

Otra más llevaba por título “Doña Vitamina”. Se trataba de una nueva rica bautizada de ese modo por los placeros de la Plaza del Mercado de Humacao porque se iba de mañana a clasificar las frutas, verduras y legumbres diciendo: “¡Esto tiene vitamina, esto no tiene vitamina!”.

Tenía otra novela más que se llamaba “Capitán Bragueta”. Bragueta era un líder revolucionario que no podía mantener el zípper cerrado. Aprovechando la admiración que infundía su oratoria en las niñas revolucionarias, y abusando de su experiencia y de su poder de persuasión, las seducía. La revolución lo cogió en la cama copulando. 

Finalmente estaba “La Cogióquera”, un personaje que siempre tenía la mano estirá’, traficando con los ideales de la patria en la colonia. Todos estos mansucritos quedaron entre los libros de su biblioteca y lamentablemente se perdieron.

Además de todas estas narrativas, también quedó pendiente la publicación de su tesis doctoral en Estudios Hispánicos “La feminidad en la poesía de Federico García Lorca”.

Compartimos mucho en la Plaza de Recreo Luis Muñoz Rivera de Humacao. Zenón, al estilo Sócrates, impartía su enseñanzas bajo los árboles, reflejando sus lecturas de todos los filósofos: griegos como Sócrates, Aristóteles, Platón, Tales de Mileto, Pitágoras; alemanes como Kant, Hegel y Marcuse; franceses como Descartes; holandeses como Spinoza; españoles como Unamuno, Ortega y Gasset; y todos los grandes escritores de la literatura universal: Shakespeare, Cervantes, Calderón de la Barca, Azorín, Pérez Galdós, Zola, Dumas, Dostoievski, Pushkin, Pasternack, García Márquez, Martí, Mistral, Borges, Rubén Darío, Miguel Hernández, García Lorca, Vargas Llosa, Neruda, Vasconcelos, Balzac, Lope De Vega, Juan Ramón Jiménez y tantos otros. 

Plaza de Recreo del pueblo de Humacao c. 1945

Hubo un tiempo en que literalmente también se dio a hipnotizar a la gente en la plaza, y bajo hipnosis algunos le revelaban anécdotas y secretos de su infancia y adolescencia. Recuerdo otra ocasión cuando recibió su primer cheque de salario. Lo cambió en medios pesos, pesetas, vellones de a diez y cinco centavos y se fue a la plaza para tirar las monedas al aire. Se reía al ver a los más pudientes peleando por recoger el menudo. Años después, se reuniría en el Burger King frente a la Torre de la Universidad de Puerto Rico, para conversar con intelectuales de la UPI y otras universidades.

Zenón inició su magisterio en la Escuela Superior Ana Roqué de Duprey en Humacao, de donde se había graduado. Comenzó con grupos de nivel avanzado a quienes les enseñó a pensar y a cuestionarlo todo. Zenón viene de una tradición magisterial de varias generaciones que incluye a Petra Zenón Vda. de Faberi, a María Zenón Rodríguez y a Ángela Rosario Zenón Meléndez. Son muchas las generaciones de discípulos que hablan maravillas de todos estos educadores. Zenón despertó entre sus estudiantes la conciencia de su puertorriqueñidad e identidad como afrodescendientes. Impartió cátedra en el Colegio Regional de Humacao y en el Colegio Regional de Arecibo, hoy Recintos Universitarios de la Universidad de Puerto Rico. Finalmente fue catedrático de la Universidad de Puerto Rico en Rio Piedras en la Facultad de Estudio Generales en el Departamento de Español, el cual dirigió por varios años. Todos sus discípulos me hablan de cómo Zenón los marcó, de cómo despertaran y comenzaron a pensar y a cuestionarlo todo.

Este libro que edité, sin ningún conocimiento editorial, estaba destinado a dar un aldabonazo y una sacudida a nuestra sociedad.

Zenón conocía la obra de Frantz Fanon, Albert Memmi, Erich Clever, Marcus Garvey, Aimé Césaire, Angela Davis y de los teóricos del Black Power. Sabía diferenciar el problema racista contra los afroamericanos en los Estados Unidos del racismo puertorriqueño. 

Brown Power: The Central Committee of the Young Lords Party (circa 1970)

Conocía la vida de Martin Luther King, Malcom X y Stokely Carmichael y la lucha de los afroamericanos por sus derechos civiles y humanos, así como el mensaje de los Panteras Negras, del Black Power y el Black is Beautiful. Todos ellos influyeron en los movimientos de la diáspora por la reivindicación de los derechos de los puertorriqueños en los Estados Unidos, principalmente en las ciudades de Nueva York, Filadelfia y Chicago, y en los Young Lords. Esta lucha se reflejó en la isla.

Estas vivencias influyeron en su decisión de escoger el tema del Negro en la literatura puertorriqueña para su tesis de maestría, que, por la amplitud de los tópicos cubiertos, se convirtió en el libro Narciso descubre su trasero, el Negro en la cultura puertorriqueña.  

Zenón tenía una memoria enciclopédica y una inteligencia superior. Un sabio que aunque tenía la virtud de la prudencia, muchas veces tuvo la imprudencia de la ingenuidad. Nunca tuvo la intención de hacerle daño a nadie. En varias ocasiones, lo recuerdo como ahora, me dijo: “tienes el privilegio de ser mi primo”. O sea, eres el primo de Isabelo Zenón Cruz. Le contestaba: “y tú tienes el privilegio de ser el mío”. Confieso que muchas veces me sonó presumido y arrogante. Tal vez, no lo entendí entonces. Con el pasar de los años comprendí que es cierto, “Tengo el privilegio de ser su primo”.

Por azares del destino, tuve también la suerte y el privilegio de ser el editor de su revolucionario libro Narciso descubre su trasero, el Negro en la cultura puertorriqueñaEste libro que edité, sin ningún conocimiento editorial, estaba destinado a dar un aldabonazo y una sacudida a nuestra sociedad, cuyos componentes étnicos después de 500 años de convivencia y entremezcla, en pleno siglo XXI, siguen practicando el racismo tan abierta y perniciosamente, que ciertamente es una vergüenza para la humanidad. Nos despreciamos a nosotros mismos.  

Es como dice Zenón: el libro es el producto de 3 años de investigación y 33 años de maltrato racista. Desde el sglo XVIII Fray Iñigo Abad informaba, en su Historia general y civil de la Isla de San Juan Bautista: “No hay cosa más afrentosa en esta isla que ser negro o descendiente de ellos. Cualquier blanco insulta a un negro con las frases más vilipendiosas impunemente. Y siempre tiene levantada la vara del tirano para agredir al negro”. En Puerto Rico el ser descendiente de africanos todavía constituye una afrenta, como si toda la humanidad no fuera descendiente de africanos.

La idea de editar el libro surgió al Zenón consultarme la situación de que todos los editores rechazaban por imposible la publicación de una tesis de maestría de sobre ochocientas (800) páginas. Exigían que redujera el texto a doscientas (200) para que fuera económicamente viable. Zenón no estaba dispuesto a eso. Le sugerí, sin saber en lo que me estaba metiendo, que lo publicáramos nosotros mismos. Para ello formamos la Editorial Furidi. Furidi era el nombre que los cimarrones le daban al Yunque, a donde se fugaban en busca de libertad. Significaba “lugar poblado de nubes”. Utilizamos este nombre como símbolo de la resistencia de nuestros ancestros. Sólo publicamos el Narciso. Lo dividimos en dos volúmenes, el Tomo I, que cubría los dos primeros capítulos de la tesis, con portada color roja. El Tomo II cubría del Capítulo III al VI, con portada color verde. Para financiarlo utilicé unos ahorros e hice un préstamo a un banco comercial.

Portadas de las primeras ediciones de Narciso descubre su traseroTomo I (1974) y Tomo II (1975)

 Zenón, refiriéndose a sus hermanos puertorriqueños negros, dijo: “Sometido a un proceso humillante de enajenación, de criminal extrañamiento de nuestra vida de pueblo, el negro, nuevo Narciso, en vez de buscarse se rechaza, porque no halla su belleza por ninguna parte; porque no se halla en el espejo distorsionado que le ha organizado el hombre blanco. No encuentra su rostro sino su trasero.”

El dueño de la Librería Hispanoamericana, el Sr. Gallager, se llevó los brazos a la cabeza al preguntarme cuántos ejemplares había publicado en esa tirada. Ante mi inexperiencia esa primera edición fue de cinco mil (5,000). Me catalogó de loco: “En Puerto Rico nadie imprime más de quinientos (500) ejemplares. Cómo mucho mil, (1,000)”. Zenón exigía que se vendiera a un precio razonable para que tuviera mucha divulgación, por lo que se vendió a $4.50 cada uno. A los libreros se les daba un treinta por ciento de descuento y aún así no pagaban. Se vendieron o regalaron todos y se hizo una segunda edición de cinco mil ejemplares más. En New York se vendió a $25.00 en 1974, sin nosotros saberlo. En Amazon hoy lo anuncian en $700.00. La recepción fue tal que tuvo más de cuarenta críticas en periódicos y revistas.  

Narciso descubre su trasero, el Negro en la cultura puertorriqueña es citado ahora por intelectuales de Francia, Italia, Inglaterra, África, Estados Unidos y de todo el planeta. En Puerto Rico, cosas veredes. He visto a políticos robando el pensamiento de Zenón con todo descaro, atribuyéndose ideas que no tienen la capacidad de producir. La frase “La neutralidad ante el mal es la maldad de los cobardes” la he visto esbozada por algunos como si fuera propia sin darle crédito a Zenón. He visto a catedráticos universitarios analizar la canción “Preciosa”, del compositor puertorriqueño Rafael Hernández, textualmente plagiando la tesis de Zenón y atribuyéndose sus ideas con la mayor desfachatez. Siguen adorando la poesía de Palés Matos sin ningún decoro. De la misma manera, he visto muchas salidas de Zenón en escritos de intelectuales que se limitan a una nota al calce, sin el menor respeto por su producción intelectual.  

Zenón, que sufrió en vida toda clase de vejámenes e injusticias, ahora está sometido a un proceso de olvido entre una buena parte de la intelectualidad boricua que él mismo ayudó a forjar. Muchos de sus discípulos y lectores se han encaramado sobre sus ideas, sin siquiera tener el decoro de darle el crédito que merece. Y hay bibliografías puertorriqueñas que omiten su nombre. Zenón, refiriéndose a sus hermanos puertorriqueños negros, dijo: “Sometido a un proceso humillante de enajenación, de criminal extrañamiento de nuestra vida de pueblo, el negro, nuevo Narciso, en vez de buscarse se rechaza, porque no halla su belleza por ninguna parte; porque no se halla en el espejo distorsionado que le ha organizado el hombre blanco. No encuentra su rostro sino su trasero”. Y decía Don Pedro Albizu Campos: “El que no siente orgullo de su origen, no valdrá nunca nada, porque comienza por avergonzarse de sí mismo.”

Daniel Lind-Ramos, "Santiago o la transformación de la memoria" [MAPR, 1998]

Zenón era un sabio. No buscaba la división y apoyaba a los pobres, a la mujer, a los perseguidos, los presos, los explotados, los homosexuales, las lesbianas, los transgéneros y a todos los oprimidos. Odiaba la intolerancia y la injusticia. Sabía que como único podíamos hacer valer nuestros reclamos de justicia y paz era mediante la unión de todos. Cuando nos trajeron secuestrados de África, nuestra Madre Patria original, en cadenas, entre vómito, diarreas, lágrimas y dolor, no había tiempo para la división ni para pensar en los intereses personales individuales. En nombre de Zenón, el llamado es a unirnos, a reclamar lo que en derecho y justicia nos pertenece. No soportemos ni media ofensa más a los racistas del patio ni del mundo. El nuevo Narciso está triunfante y en la lucha. Todas las ofensas pasadas… nuestra humanidad las perdona. Tengo la responsabilidad de que se respete y se le dé “al César lo que es del César”, y a Zenón lo que es de Zenón. El nuevo Narciso ya va alcanzando su belleza. Zenón le fabricó un nuevo espejo sin distorsiones. La patria liberada de prejuicios e injusticias nos espera. Estamos en el proceso de una próxima edición de Narciso y la publicación de una traducción al inglés. Zenón se nos fue en el 2002, prematuramente. Gracias, Zenón, por ayudarnos a encontrarnos.

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