Mural de la Memoria | Del día a día

Las “histéricas” vs. los “eufóricos”

Introducción y compilación de
  Adela Rosa García y Lourdes Ríos Jiménez

Alegría, emoción, solidaridad, compasión, ternura, amor y muchos deseos de contar lo nuestro, así comenzó este breve encuentro después de 40 años sin compartir historias. Cada cual preguntando y escuchando las respuestas de las otras con mucha atención. Algunas casadas, con hijos, otras solteras, sin hijos, con nietas, en fin, cada cual en un rumbo particular en este mundo. California, Florida, Wisconsin, Nueva York, Puerto Rico fueron los escenarios que acogieron a tan intensas mujeres. Unas siguieron el camino de las artes, de las comunicaciones, otras como gerentes, otras como ingenieras, abogadas, por ahí se entrelazan las vidas de quienes en la Huelga de 1981  vivieron 5 meses intensos de solidaridad por una causa común. 

Hablar de “el evento” trascendental de nuestras vidas fue motivo de mucha alegría, pero sobre todo de mucha, mucha nostalgia. En este escrito apenas empezamos a dar cuenta de cómo la Huelga UPR 1981 transformó las vidas de tantas y tantas mujeres combativas. Lourdes, Melba, Carmen D., Laura, Eva, Adela, Myrna y Carmen O. son sólo algunos de los nombres de las mujeres que nos autoconvocamos para hablar del tema y de cómo nuestras vidas habían cambiado de manera extraordinaria desde que nuestros pies caminaban por el Recinto de Río Piedras realizando miles de tareas, gritando consignas, parando clases y alzando la voz en contra del aumento en la matrícula. Frases como “fue mi primera experiencia de hablar en público”, “fue la primera vez que hice pancartas y caricaturas”, “me ayudó a expresarme mejor”, fueron algunos de los comentarios que surgieron en este reencuentro. Nos dimos cuenta del gran impacto que tuvo esta lucha para el bienestar de muchas mujeres en nuestro país, y de cómo ésta a su vez trascendió a otros lugares del mundo en donde nos establecimos posteriormente en diferentes momentos de nuestras vidas.

En septiembre de 1981 comenzó una huelga universitaria en el principal recinto de la UPR, el de Río Piedras. A diferencia de huelgas anteriores, la nuestra giraba alrededor de un asunto que era puramente estudiantil: el alza en las matrículas. Este evento se caracterizó por el haber sido aceptado por una gran mayoría de la población universitaria sin importar ideologías políticas ni condiciones sociales. Finalmente todos queríamos evitar el alza en las matrículas porque representaba una forma más de disminuir la entrada de estudiantes de bajo recursos económicos al sistema público de educación superior. El tema de la pobreza entre las y los universitarios que entraban a la UPR era un asunto muy importante. El alza en la matrícula tocaba especialmente a aquellos estudiantes que verían truncadas sus aspiraciones de alcanzar una educación superior si esto se materializaba. Pero también había entre nosotras una voluntad de rescatar la institución universitaria más prestigiosa y accesible del país y las posibilidades que ésta nos daba para entrar al mundo laboral. A través de nuestro propio esfuerzo intelectual, pensábamos, podríamos aportar con ideas nuevas al Puerto Rico que deseábamos construir.

Muchas veces nos reuníamos informalmente para discutir cómo los compañeros subestimaban nuestras ideas y pensamientos para tratar de elaborar estrategias que nos dieran más herramientas para combatir este tipo de comportamiento. En ocasiones teníamos que ceder porque a veces se nos iba la vida en discusiones negativas e inútiles con ellos. Se hizo famoso el dicho de que nosotras éramos “las histéricas” y los varones “los eufóricos”.

Muchas veces nos reuníamos informalmente para discutir cómo los compañeros subestimaban nuestras ideas y pensamientos para tratar de elaborar estrategias que nos dieran más herramientas para combatir este tipo de comportamiento. En ocasiones teníamos que ceder porque a veces se nos iba la vida en discusiones negativas e inútiles con ellos. Se hizo famoso el dicho de que nosotras éramos “las histéricas” y los varones “los eufóricos”. Veíamos cómo los varones lideraban y eran los portavoces del proceso mientras nuestra participación se veía reducida a ser meramente “la compañera” de fulano, manteniéndonos tras bastidores haciendo las tareas fundamentales pero sin ser reconocidas públicamente. En esta huelga nos dimos cuenta de la oportunidad de trascender esas posturas para desarrollar nuestras propias voces, nuestras propias ideas. Para lograrlo en algún momento pusimos nuestras esperanzas en las organizaciones políticas de izquierda como la UJS y la FUPI, directoras principales de la huelga universitaria. Pensábamos que tenían posturas de avanzada para apoyar la lucha por la liberación de las mujeres. Pero más que apoyo lo que recibimos fue una gran desilusión.  El desencuentro entre  discurso y realidad que confrontamos hizo nuestra lucha doblemente ardua dentro de la huelga. Recordamos que cuando hablábamos de la lucha de las mujeres los varones nos decían lo clásico, “primero la liberación de la patria y después lo demás”. Fue por eso que cuando se acabó la huelga muchas mujeres nos alejamos totalmente de ese tipo de organizaciones y nos insertamos directamente en otras que desarrollaban trabajo comunitario en diferentes áreas necesarias para el crecimiento de nuestro país y de otras partes del mundo. Dejamos atrás la teoría de cómo hacer un mundo mejor y nos involucramos en la práctica diaria para vivir en un mundo mejor.

Pero esta no es la historia que queremos destacar en este escrito, sino como esa lucha dentro del movimiento estudiantil, esa experiencia única nos ayudó a crecer como mujeres comprometidas a favor de las luchas que enfrentamos tanto de liberación personal como sociales en diferentes partes del mundo. Carmen D. y Laura en California, Melba en Florida, Carmen O. en Wisconsin, Lourdes en Nueva York y Puerto Rico, Eva, Myrna y Adela en Puerto Rico; todas de una manera u otra mantuvimos el espíritu combativo aprendido en el proceso y lo usamos como herramienta para caminar la senda que cada cual escogió.

El mundo nos exigía ser más fuertes, pero nunca nos convertimos en seres amargados u hostiles, no importa lo que enfrentamos en nuestras casas, con nuestras familias, con nuestras parejas y en todas las experiencias de vida. Este movimiento nos preparó para dirigir otros procesos en diferentes comunidades dentro y fuera del país. El aprendizaje adquirido enriqueció nuestros esfuerzos para beneficio de nuestras comunidades, y las que salieron del país nunca olvidaron su compromiso con Puerto Rico.

Aunque han pasado 40 años maravillosos, hay que aceptar que hay mucho por hacer ante un mundo desbalanceado que aún le sigue negando un lugar justo a las mujeres. Los feminicidios, la doble jornada, el hostigamiento sexual, la injusticia salarial, la violencia doméstica y las violaciones han hecho nuestro caminar muy, pero que muy pesado. No obstante, resulta esperanzador cuando vemos a las nuevas generaciones y sus luchas universitarias. El hecho de que han participado más mujeres, que ellas son más acertivas, que están dentro de la dirección de los procesos de las huelgas más recientes de este milenio y tienen un discurso articulado son avances significativos. 

Somos conscientes de que hacen falta más estudios que ubiquen a las mujeres en una justa perspectiva en estos procesos de luchas universitarias. Aquí queremos abrir el diálogo y al mismo tiempo recordar a todas esas mujeres valientes que estuvieron en la Huelga del 81 hombro con hombro con los compañeros de nuestra generación. 

Student with slingshot

En este escrito compartimos con ustedes recuentos de cómo cada compañera visualizó y visualiza ese evento. Los temas surgieron espontáneamente e hicieron de este encuentro uno sumamente ameno. El arte, el cambio de vida, las luchas sociales en y fuera del país, nuestras familias, la crianza de las/los hijos, los arrestos, las suspensiones, las carpetas, la lucha de las mujeres en un movimiento estudiantil, las parejas, el comité de padres y madres en apoyo a la huelga, en fin, de todo como en botica:

“La huelga me marcó, me cambió la vida en términos de lo que yo siempre había querido hacer, buscar una manera de sentir que pertenezco y apoyo  a una comunidad, ya sea interpretando el español para pacientes inmigrantes, como en otros aspectos  […] La huelga del ‘81 surgió de la intersección entre nuevos discursos feministas, la crisis creada por la revolución neoliberal del reaganismo, el debilitamiento del estado colonial y la reducción del estado benefactor de la postguerra. Las mujeres que estuvimos presentes en ese espacio enfrentamos esta lucha por mantener la universidad para el pueblo y a la vez empezamos a cuestionar las estructuras tradicionales del liderazgo y de la división de tareas, cuestionamientos que han sido recogidos y desarrollados por generaciones de mujeres posteriormente en todas las áreas de activismo en el país; desde adentro de los muros de la universidad hasta afuera de estos. Nuestra labor unió la participación y liberación de las mujeres como parte de la lucha por liberar la universidad y diversificar la participación de sectores más amplios en la misma; más allá de consignas simbólicas pero vacías en la práctica”. Carmen D. Meléndez desde California


“Cuando empezó la huelga me daba terror hablar frente a 3 personas. No me acuerdo cómo entré como representante de Humanidades en el Consejo General de Estudiantes, pero cuando empezaron a suspender, primero botaron a 14 miembros del consejo de estudiantes y en ese grupo estaba yo. Mi madre estaba furiosa, no por la suspensión, sino porque era la única mujer y salió en las noticias y los periódicos”. Melba Jiménez desde Florida


 “Una de las cosas, si vamos a hablar de las mujeres en la huelga, tiene que ver con la división de tareas, y aunque empezamos a romper muchas de esas paredes, las paredes estaban ahí, y siempre acabábamos con las tareas de propaganda e imprimiendo los boletines. Las veces que Laura Echegaray y yo nos quedamos hasta la medianoche en el mimeógrafo de la Hermandad imprimiendo boletines…” Carmen D. Meléndez desde California

“Luego de la huelga me suspendieron tres años. Solo me faltaba una clase para graduarme. Me fui de la isla y regresé para terminar mi bachillerato cuando ya tenía 27 años y una hija […] Otra área que me parece interesante es la cantidad de parejas que surgieron en la huelga. Parejas que quizás no están juntas hoy, pero que quizás tienen hijos y que crearon unos lazos muy fuertes”.  Melba Jiménez desde Florida


 “Y compañeros que quizás no están juntos, pero que están criando a sus hijos juntos. También pienso en cómo la formación de las compañeras en la huelga contribuyó y sigue contribuyendo al verano del 2019 […] En la huelga quienes actuábamos (no solo como cuestión de alta dirección) eran los comités de facultad, y estos estaban dirigidos en su mayoría por mujeres. Esta observación nunca se incluye en los análisis. La participación de la mujer no sólo era como grupo masivo sino también como dirigente. Las reuniones eran llevadas a cabo por las compañeras que dirigían las facultades. Esto  prácticamente no se menciona. De ahí salieron compañeras muy valiosas a nivel nacional e internacional. Mucha gente que pasó por la huelga tuvo que salir del país. Mucha gente reniega de esas personas que se fueron pero ¿qué alternativas tenían? No podían trabajar ni estudiar, tuvieron que irse”.  Lourdes Ríos Jiménez desde Puerto Rico


“Siguiendo el planteamiento de Lourdes. Para mí nuestra huelga rompió el molde en un montón de áreas porque fue la primera vez que se hacía una huelga con sectores amplios de la Universidad. No eran nada más que la FUPI, los independentistas, la gente en contra de la policía universitaria, sino también los religiosos, las mujeres y hombres trabajadores, gente de clase media, profesores, estudiantes– tenías ahí una representación amplia. Una de las cosas que rompió los esquemas fue la participación dominante de las mujeres en posiciones de liderazgo intermedio. Es un asunto que no se reconoció mucho entonces y no se reconoce tampoco ahora y que, pienso, debe traerse a la discusión. Parece interesante que todavía hay cierta resistencia a reconocer ese hecho, que las que coordinaron las manifestaciones y eventos fueron las mujeres. Las que organizábamos la logística, hacíamos las pancartas, hacíamos los boletines e íbamos a los salones a hacer micro mítines para interrumpir las clases para hablar con la gente éramos en su mayoría mujeres”. Carmen D. Meléndez desde California


“La diferencia entre las mujeres que participaron en la huelga del 2010 con nosotras las del 81 es que ellas eran más vocales, se atrevían más. Nosotras lo discutíamos, nos enojábamos porque algunos decían que nosotras éramos unas “histéricas” y los varones los “eufóricos”. Si bien es cierto que se planteó el asunto, el tema nunca se discutió de manera tan abierta como en la huelga del 2010. Ahora no aceptan esas cosas”.  Melba Jiménez desde Florida


“Pero esa participación en realidad tiene una historia que nos empoderó y ayudó a miles de mujeres donde quiera que fuimos a ser más vocales, más fuertes, más líderes. Reconocimos que nadie iba a dar nuestras luchas si no enfrentábamos nuestros propios miedos. No nos dieron un camino libre; cada piedra, cada insulto, cada tropiezo nos hizo más fuertes y logramos infundir esa fuerza a otras en el camino. Tuvimos que sacar nuestro poder de muy adentro y fuimos capaces de reescribir nuestras propias historias. Nuestro lugar como mujeres en esta sociedad lo hemos tenido que trabajar y bien duro. Aunque estamos muy lejos de lo que queremos, me siento contenta de ver tantas y tantas mujeres jóvenes y mayores que no aceptamos las limitaciones que nos han querido imponer”.  Adela Rosa García desde Puerto Rico


“Pero tampoco tuvimos el apoyo de las organizaciones políticas”.  Lourdes Ríos Jiménez desde Puerto Rico


“Esta experiencia también tuvo un impacto en la forma en que criamos a nuestros hijos. No las conozco a ustedes como mamás y no conozco a sus hijos, pero tengo la impresión de que todas tratamos e hicimos nuestro mayor esfuerzo para que nuestros hijos varones fueran feministas y que las hijas mujeres fueran feministas y que tuvieran una visión inclusiva del mundo. Yo siempre pienso honestamente que si yo no hubiese tenido la experiencia de la huelga posiblemente yo hubiera criado a mi hijo de una manera distinta porque uno no ve las cosas hasta que las ve”.  Carmen D. Meléndez desde California


“No estuve en una posición de liderato. Yo fui una de esas personas que eran seguidoras, pero con la experiencia, por ejemplo, cuando hubo el incidente, no recuerdo la fecha, cuando nos atacaron frente a la universidad, a mí me hirieron, me rompieron la cabeza. Sí, el 25 de noviembre, de ahí salí con la misma intención de continuar con el trabajo, con el trabajo progresista”. Carmen Ortíz desde Wisconsin 


“En términos de cómo me aportó este proceso, mira, se me aclararon muchas cosas en cuanto a la realidad en términos de gobierno, cultura, compañías privadas… todas esas luchas que se dan en esos frentes […] la experiencia más cercana va a determinar la visión de uno”. Myrna Elías desde Puerto Rico


“A propósito de este encuentro, estuve pensando en cómo me ayudó la experiencia de la huelga para enfrentar lo que luego me tocó vivir. Creo que fue una transición, un punto de partida importante, una escuela para tratar de ser tolerante, ver puntos de vista contrarios, no creer que me las sé todas, y eso para mí ha sido un valor agregado”.  Melba Jiménez desde Florida


“¡Yo terminé con cinco puntos en la cabeza!” Carmen Ortíz desde Wisconsin


“Las mujeres que estuvimos en la huelga hicimos muchísimas cosas, unas fueron más líderes que otras, pero dentro de ese contexto hubo un elemento bien machista en las dinámicas […] los asuntos de la mujer estaban relegados a  otras cuestiones.  Como esto nunca se discutió de manera significativa, les digo que una de las cosas a las que la huelga me indujo fue a desarrollar este pensamiento”.  Carmen Ortíz desde Wisconsin

Definitivamente esta experiencia nos ayudó a formarnos como mujeres en una lucha que ahora cumple 40 años. Nos reafirmamos en la necesidad del diálogo y el estudio de la fundamental contribución de las mujeres en las luchas universitarias. Esta contribución es sólo el principio.

Women and police

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