Cable a tierra
(foto ensayo)

Aldo Lauria Santiago

Lo eléctrico siempre se me ha aparecido como algo esencialmente moderno, necesario, deseable, inevitable, imprescindible.

 

Cables tan feos, por todos lados. Ya estaban por todos lados. Tapan el cielo. Descojonan los paisajes. Obstaculizan la vista.

 

Dos líneas 110 y un ground. Todo depende de ello.

 

Me di cuenta también de que muchos no servían ningún propósito. La muerte de los teléfonos alámbricos.  Cable-TV abandonados. Los muertos de usos abandonados. Un desmadre. ¿Sabrá alguien cuáles tienen algún propósito?

 

¿De dónde salieron? ¿Crecerán por cuenta propia?

 

Los cables significan trabajo y valor acumulados, y de repente nada. Acompañando a las otras ruinas urbanas que ya nos rodeaban.

 

Poder, data análoga, data digital. Toda nuestra cultura pasó por ahí.  Todas nuestras vidas.  Recuerdo mis conversaciones telefónicas de par de horas. Alámbricas, terrestres. Imprescindibles.

 

¿Extraerán algo también esos cables? ¿Almas? ¿Tiempo? ¿Recuerdos? ¿A dónde se los llevarán? ¿Estarán permanentemente grabados como en la máquina de Morel?

 

Potencia y el ground. 110 te jalonea, 220 te mata, el ground. Cable a tierra. Recuerdo a mis tíos, hablándome de cables.  Haber conocido la generación que construyó el país… los cables son los huesos de ese muerto.

 

En los 80 y 90 había ladrones de cobre, todo el cobre. Después de María…tanto cobre perdido, tirado.

 

Al fin del día…los cables por todos lados siguen las mismas reglas de la modernidad puertorriqueña. Funcionan, no funcionan. Nos sirven, nos estorban.

Nota del ALS: Le agradezco a mi primo y coeditor Jorge Lefevre-Tavárez el título de este foto ensayo.

2 thoughts on “Cable a tierra (foto ensayo)”

  1. Aldo, te la comiste!! a través de del tiempo aparecían los cables en tu fotografía pero nunca se me ocurrió que serían el personaje central de un fotoensayo. Te felicito, te quedó tremendo!!!

  2. Miriam Rodríguez

    ¡Brutal!! Lo que antes fueron las venas de nuestra energía y comunicación, vistas a través de la ironía feroz de tu ojo y de tu acertado lente, sa han reducido a un marullo de escombros. Llevas años retratando cables y postes, testigos del caos puertorriqueño. Pero en tu relato, Aldo, restituiste el orden, al menos el narrativo. ¡Bravo!

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