La lucha estudiantil como proceso de transformación social e individual (una memoria)

Iván Maldonado

Portavoz y Coordinador General -Comité contra el Aumento Uniforme en Matrícula y Pro-nueva Ley Universitaria


Poder, valor, locura 1

Arte de Edna Román

La fuerza de nuestro movimiento obligó al Consejo de Educación Superior a dialogar. Era el máximo organismo académico del país, rector de toda la educación nacional desde lo preescolar hasta lo universitario. Creo que por primera vez un movimiento estudiantil lograba ese nivel de diálogo.

Felicito de entrada a Categoría Cinco por haber seleccionado el tema de la huelga del 1981-1982 para su número especial de noviembre del 2021. La bibliografía, e incluso el diálogo sobre el movimiento estudiantil en Puerto Rico, es poca. Me uno a este esfuerzo con el propósito de proveer algunos elementos conceptuales y prácticos que contribuyan a la reflexión y desarrollo de la lucha estudiantil, lucha tan necesaria en un Puerto Rico que no solo sufre las mismas dificultades sociales y económicas de aquel entonces sino, tal vez, agravadas.

La opción de la élite política desgastada que gobierna el país ha sido sistemáticamente “derrotar” a la universidad sin comprender su enorme contribución a la formación de aspectos positivos de nuestra nación. Su falta de cultura histórica solo les permite activamente o por indiferencia seguir las recomendaciones de un organismo ajeno a nuestra realidad, que ve al sistema de producción intelectual más importante del país como un gasto: la Junta de Control Fiscal. Queda del estudiantado actual retomar la responsabilidad de defender el principio de ley constitutivo del sistema de enseñanza superior que tiene como misión principal educar a los mejores talentos de los sectores humildes del país. Así se hizo por muchas décadas, sentando las bases artísticas, científicas y profesionales para su desarrollo.

He utilizado para la articulación de las ideas que aquí expongo la categoría de “memoria”. Este concepto que ha sido revalorizado por las ciencias históricas permite reconocer las experiencias tales como las de un proceso huelgario, una lucha humana que conlleva sacrificio y que rebasa toda teorización. Es algo que se vive y marca existencialmente. Te transforma. Sales templado, agotado, pero dispuesto a seguir en otras luchas dentro de una sociedad quebrada por colonizada pero con esperanzas en ese germen de independencia y autogestión que la huelga hizo nacer en ti y que te impulsa a buscar nuevas luchas en solidaridad con otros sectores que también gestionan la justicia, las oportunidades y una mejor calidad de vida en todos los órdenes sociales. ¡Que vivan los estudiantes!

Valor: Aquella compañera delgada y frágil empezó a temblar, cual una hoja al viento, cuando vio acercarse a la guardia universitaria que se formaba para dispararnos como lo había hecho otras veces. Me conmovió su temor. Todos lo temíamos, pero pensé que era demasiado para ella. Le pregunté si quería seguir. Estaba al frente de la marcha al lado mío. No me contestó y procedí a llevarla a la acera de la calle por donde marchábamos. Solo pasaron unos minutos y ahí estaba nuevamente, a mi lado. Seguía temblado un poco, pero pensé que era enormemente valiente.

Poder: El poder no está tan capacitado ni es tan articulado como pensamos. Tiene fracturas, contradicciones, luchas internas y a veces es hasta patético. La fuerza de nuestro movimiento obligó al Consejo de Educación Superior a dialogar. Era el máximo organismo académico del país, rector de toda la educación nacional desde lo preescolar hasta lo universitario. Creo que por primera vez un movimiento estudiantil lograba ese nivel de diálogo.

Allí estaban el venerable Dr. Mellado Parsons, a quien los demás miembros trataban como si fuera el Papa, y de hecho era quien tenía la última palabra; la Secretaria de Educación María Socorro Lacot; el ingeniero Enrique Irizarry, ex miembro de la inteligencia militar norteamericana, fungiendo como educador y presidente del cuerpo de jure pero no de facto; y otros alicates que no tenían nada que ver con la academia pero probablemente estaban cobrando su cuota de contribución al partido de turno en el poder (en aquel entonces el Partido Nuevo Progresista). Nos sentamos y el Dr. Mellado empezó a organizar la logística de la reunión. Una de sus primeras directrices fue asignarle a la Secretaria de Educación la tarea de tomar las notas. Ella presurosa buscó papel y lápiz y religiosamente tomó los apuntes durante toda la reunión. Nunca trajo una idea, ni tan siquiera habló. A eso quedaba reducida la encargada de la instrucción pública del pueblo de Puerto Rico, a una coge notas subordinada ideológicamente en tantas áreas que daba pena.

…la mayor sorpresa fue ver, de nuevo, sin camisa, a mi excompañero de celda respondiéndole agitadamente a la fuerza de choque con sus piedras. Tenía una mezcla de gozo y coraje que le transpiraba por sus chorros de sudor. Tenía una vieja ira contenida que le salió en una lucha que no era de él pero de la que se apropió en ese momento como suya, por todos los abusos que le había infligido un sistema insensible.

Otro alto funcionario que también nos sorprendió por su pusilanimidad fue el presidente de la universidad, Ismael Almodóvar. Este trató por varios medios de ser el héroe administrativo, deseoso de resolver el conflicto universitario. Se comunicaba indirectamente con nosotros, enviando mensajes a través de otras personas, pero no lograba nada sustancial. En una reunión con el CES entró este señor, muy abochornado por interrumpirnos, para consultarle algo al benemérito Dr. Mellado. Al salir de la sala, Mellado nos preguntó en forma despectiva si estábamos hablando con Almodóvar y sin esperar respuesta nos pidió que no lo hiciéramos.

Cuando terminaban las reuniones con el CES , siempre me preguntaba en manos de quién estaba la educación de mi país.

Locura: Ligado al punto anterior estaba la dinámica torcida, arrítmica, y que a veces parecía surrealista, de los procesos sociales. Llegaban diversas comunicaciones de distintos sectores con sus intereses particulares. Teníamos que ponderar con cuidado la fuente y evaluar qué era realmente valioso para el movimiento estudiantil.

En una situación de tranque con la administración —porque como nos dijo el Dr. Mellado, “no quiero que digan que estamos negociando con ustedes”—llegó una propuesta nada esperada. Roberto, Tato y este servidor la ponderamos y nos encaminamos a informar al Comité Contra el Aumento Uniforme en las Matrículas. En el camino, Tato (presidente de la FUPI), con una expresión perpleja, dijo que toda esta situación a veces tenía “dimensiones de locura”. Tenía razón.

Cárcel: Estar preso es una experiencia brutal para cualquier ser humano. La privación de la libertad fue una prueba tremenda, no solo para los cuatro apresados (Roberto Alejandro, José Santana, Ramón Bosque y yo) sino también para el movimiento estudiantil, que la superó con creces. Siempre continuó la lucha. Fue sin embargo una experiencia muy instructiva, conmovedora y en ciertos momentos placentera. Al fin y al cabo, tuvimos un receso en el que, después de mucho tiempo, comíamos tres veces al día y dormíamos ocho horas. Tato, muy valientemente, jugaba baloncesto con los demás compañeros de celda en unas “cocinas de 31” muy físicas. Por otra parte, uno de mis placeres era la comida. Roberto y Ramón, muy delgados, eran meticulosos con la comida. Tato y yo, con tanta hambre vieja, no solo nos comíamos lo nuestro si no que recogíamos lo que Ramón y Roberto dejaban.

Poder, valor, locura 2. Arte de Edna Román

En la cárcel desaparecen los estereotipos sobre los que están presos. Son en su gran mayoría personas comunes que sienten y tienen esperanzas de salir adelante. Fue muy impresionante nuestra llegada a la cárcel de la 8, un sistema de galeras llamado así por estar en la parada # 8 de Santurce. Los compañeros presos ya nos esperaban, sabían de todo el recorrido que utilizó el sistema penal (nos movían en un convoy de seguridad de seis carros policiacos = paranoia total) desde que nos ficharon en la cárcel de Bayamón hasta el destino final. Sabían hasta cuántos éramos. Obviamente tenían un sistema de información clandestino muy efectivo.

Nos recibió la organización ÑETA dirigida por uno de los “Guare”. Este era un gemelo que había sobrevivido tras su hermano ser matado por una organización antagónica, los “Mosquitos”. Se reunieron alrededor de nosotros, les explicamos por qué nos habían apresado y terminaron aplaudiéndonos. Nos proveyeron pasta, cepillo de dientes, jabón y toalla, cosas muy importantes allá adentro. Quedamos bajo la protección de los ÑETA. Nunca tuvimos problemas. Ellos tienen un fuerte código de reglas y seguridad. Nos explicaron que esto se logró con mucho sacrificio para erradicar el abuso y la explotación de unos presos por otros.

La galera corría en orden. Cuando llegaba un preso nuevo le investigaban su pasado. Si había perjudicado a un miembro los ÑETA le daban la oportunidad de irse: tenía que hablar con el alcaide y pedir traslado. Vi este proceso con un recluso que llegó después de nosotros y en 24 horas ya lo habían removido. Los castigos eran severos si se violaban las reglas (por ejemplo, no robar, no abusar sexualmente de otro). Reinaba un orden que todos respetaban.

Otras situaciones emotivas y solidarias fueron las del compañero Roberto quien, en tanto estudiante de derecho, se dio a asesorar legalmente a los reclusos. A varios de ellos sus abogados los tenían olvidados, aunque todavía tenían alternativas que explorar en sus contiendas judiciales. Por mi parte, tenía un compañero joven que por sus limitaciones de escritura me pidió le escribiera dos cartas. Me las fue dictando, la primera una tierna y cariñosa para su esposa; la segunda muy caliente e irrespetuosa para la amante. No era mi papel el de moralizar, así que como buen escriba cumplí mi cometido.

…Nos recibió la organización ÑETA dirigida por uno de los “Guare”. Este era un gemelo que había sobrevivido tras su hermano ser matado por una organización antagónica, los “Mosquitos”. Se reunieron alrededor de nosotros, les explicamos por qué nos habían apresado y terminaron aplaudiéndonos. Nos proveyeron pasta, cepillo de dientes, jabón y toalla, cosas muy importantes allá adentro. Quedamos bajo la protección de los ÑETA. Nunca tuvimos problemas. 

Un personaje muy simpático fue un viejo recluso que había estado más tiempo “adentro que afuera”. Estuvo en la Princesa, conoció a varios presos nacionalistas y a Rubén Berríos en el “Oso Blanco”. Era líder en la limpieza del presidio. Mantener limpio los baños era una seria preocupación de los compañeros. Con pocos recursos, aquel viejo compañero tiraba una toalla en el piso y empezaba a moverla con sus pies, convirtiéndola en un mapo. Mientras hacía esto, decía en alta voz: “eso es pa’ que sepan que somos decentes”.

A mí no me habían provisto de mi segunda camisa de uniforme penal y ya habían pasado varios días. El presidiario viejo me dijo que, para conseguirla , a la hora del recreo saliera al patio sin camisa. Así, llamaría la atención de los guardias y me lo resolverían. Le respondí que era contra la reglas salir sin camisa. Entonces me miró paternalmente y dijo: “bendito, yo no sé cómo han metido unos muchachos como ustedes aquí”. Finalmente acordamos que lo haría por la mañana. Pero esa noche me acosté muy cansado y no salí a desayunar por quedarme dormido. Sin embargo, cuando desperté a mis pies estaba una camisa limpia de mi tamaño. Me sentí que le había fallado al compañero y salí a pedirle excusas, pero su respuesta fue: “tranquilo que el sueño es sagrado”.

Se dio una experiencia muy intensa con un joven presidiario a quien le faltaban muy pocos días para salir. Da la casualidad de que, en esos días, nuestro equipo de abogados apeló nuestro encierro al Supremo y este le ordenó al juez Peter Ortiz que revocara la sentencia. Este se vio obligado a hacerlo y nos activamos otra vez en la lucha. Ocurrieron entonces los incidentes abusivos del 25 de noviembre. Con la mayor ira, la policía desbarató una asamblea pacífica, probablemente la más grande jamás celebrada: alrededor de 10,000 estudiantes ocupaban el área frente a La Torre. Durante ese día me sorprendió la llegada de aquel joven, ya ex presidiario, muy limpio y bien combinado, que vino a visitarnos y a saludar. Poco después comenzó el abuso, hubo respuestas defensivas de parte de algunas personas tirando piedras a quienes que nos atacaban con gases, macanas y pistolas. Pero la mayor sorpresa fue ver, de nuevo, sin camisa, a mi excompañero de celda respondiéndole agitadamente a la fuerza de choque con sus piedras. Tenía una mezcla de gozo y coraje que le transpiraba por sus chorros de sudor. Tenía una vieja ira contenida que le salió en una lucha que no era de él pero de la que se apropió en ese momento como suya, por todos los abusos que le había infligido un sistema insensible.

Feminismo: Las mujeres tuvieron un papel fundamental y protagónico en la huelga. Varias compañeras (Heidi Figueroa en Sociales, Adela en Humanidades, Pérez en Naturales) fueron efectivas e inspiradoras coordinadoras de los subcomités en sus facultades. Así también se pueden contar varias anécdotas de otras compañeras y su compromiso aun ante las situaciones más difíciles. La policía, ignorante del funcionamiento de la universidad, no encontraba cómo detener la huelga. Una de sus estrategias fue entonces llenar el vestíbulo de la facultad de Ciencias Sociales de guardias. Allí se dio una acción feminista que desarmó a los gendarmes del Estado. Sucedió que esta compañera, conocida por su ingeniosa mordacidad, le pregunta a viva voz desde un banco del vestíbulo a otra compañera sentada en otro banco lejano si tenía toallas sanitarias. Desde ese momento los guardias empezaron a mostrar perplejidad. La segunda compañera le dijo que sí. Se levantó la primera y, llegando a la otra, que la esperaba con la toalla que ya había sacado de su cartera, la agarró y con ella en la mano entró en el baño de damas. Los policías no sabían dónde meter la cara, se notaban turbados, no sabían si sentirse burlados o agredidos. Nuestra militante le había estrujado su hermosa biología en la cara y las demás compañeras sonreían.

Profesores: Muchos de ellos fueron muy solidarios con los estudiantes. Preocupados por la situación universitaria, aprovecharon la coyuntura para denunciar el deterioro que se había acumulado en la universidad. La Asociación Puertorriqueña de Profesores Universitarios (APPU) estuvo desde el principio apoyándonos. Testigos de varias crisis universitarias y del manejo represivo de distintas administraciones (sin importar partido), les preocupaba a muchos miembros del claustro la seguridad de los estudiantes.

El recinto estaba militarizado. Llegaban todos los días centenares de policías, la fuerza de choque, fuerzas especiales de crisis (SWAT) y hasta agentes del FBI. Todo esto por un movimiento estudiantil que solo pedía unos costos justos para sus estudios y que se mantuviera la universidad accesible al pueblo, lo cual, vuelvo y repito, es su propósito constitutivo.

Me relató cómo en su país natal había sufrido de niña la invasión del ejército nazi-alemán. Al ver todo aquel despliegue de fuerza, se retrotrajo emocional y mentalmente a aquel tiempo horrible y, sin pensar, solo se le ocurrió escapar. Escapar de los soldados fascistas que nos atacaban.

Con un diálogo honesto y voluntad sana se hubiesen logrado acuerdos razonables. De hecho, no nos oponíamos al aumento, sino a su forma y manera de implementarlo. Se había decretado una triplicación en los costos de la matrícula sin ninguna ayuda adicional en las becas, aun cuando el 80% de los estudiantes dependía de ella para costear su educación. Nuestra propuesta era un aumento ajustado a los ingresos de los estudiantes. De esta manera se hacía justicia social cumpliendo con la ley universitaria. Es irónico que en aquellos tiempos hubo un total rechazo a esta propuesta, y en las últimas discusiones sobre el tema ha salido como propuesta hasta desde sectores allegados al gobierno; pero, como dije anteriormente, la paranoia sustituye la razón y el discurso ideológico partidista, la buena voluntad.

Los jerarcas políticos de la administración de turno recurrieron al mollero y a teorías conspirativas. Dentro de este contexto se movilizaron los compañeros profesores un día en que, mientras nos manifestábamos pacíficamente, la policía decidió sacar a los estudiantes de la universidad. Cerraron filas y empezaron a avanzar. Por nuestra parte, no estábamos dispuestos a renunciar a nuestro derecho de libre expresión y permanecimos en pie. Entonces ante la eminente acción represiva, los profesores entrelazaron sus brazos y en fila transversal se plantaron delante de la fuerza de choque. La policía aturdida se desmovilizó.

Había una profesora de origen europeo, allegada a los estudiantes, de la cual extrañamos su repentina desaparición ese día. Pocos días después, se me acercó para darme excusas por su salida. Me relató cómo en su país natal había sufrido de niña la invasión del ejército nazi-alemán. Al ver todo aquel despliegue de fuerza, se retrotrajo emocional y mentalmente a aquel tiempo horrible y, sin pensar, solo se le ocurrió escapar. Escapar de los soldados fascistas que nos atacaban.

Religión: Un factor innovador e importante fue la incorporación del sector religioso en la lucha universitaria. Ya habían estado en otras luchas sociales del país y, teniendo como ejemplo también la experiencia en Latinoamérica, se movilizaron diversos grupos cristianos estudiantiles tanto evangélicos como católicos. Estaban bien organizados y con propuestas bien articuladas. Teníamos a Eva García, coordinadora de la Juventud Acción Católica (JAC), dándonos sostén, alivio y esperanza, y los compas evangélicos muy unidos, a pesar de pertenecer a diversas denominaciones (Bautistas, Metodistas y Pentecostales, entre otros).

La Iglesia Católica y Metodista prestaron sus facilidades para que se dieran diálogos abiertos y así contribuir a resolver la crisis universitaria. Monseñor Aponte Martínez tenía una fuerte preocupación por los estudiantes que se quedarían fuera de la UPR si no podían pagar la matrícula, y articuló una propuesta que quería llevar personalmente al gobernador Carlos Romero Barceló. En la reunión con el Monseñor, este dijo muy gravemente: “Este señor ha atacado mucho a la Iglesia, ya no podemos seguir callados. Cuando lleguen las elecciones, vamos a denunciar todo lo que nos ha hecho”.

Se activaron pastores, sacerdotes y hasta profesores del Seminario Evangélico a favor de la causa estudiantil. Uno de estos profesores, un eminente teólogo, fue particularmente activo. Sucede que cuando nos lanzaban gases lacrimógenos, este caballero agarraba las botellas ardientes “a mano pelá” y las tiraba lejos con mucha fuerza. ¿Cómo podía hacerlo? Era inexplicable, definitivamente su fe y su Dios lo acompañaban.

De prepas y otras facultades “conservadoras”. Había una preconcepción en el movimiento estudiantil sobre los estudiantes de las facultades de Naturales, Administración de Empresas y Arquitectura como apáticos y conservadores, y de los compañeros de Generales como inmaduros. La huelga del 81-82 explotó estos prejuicios. Los estudiantes de Naturales dieron ejemplo de organización y planificación, aplicaron su rigurosidad científica y llegaban muy preparados a las reuniones. Arquitectura tuvo dos notables compañeras que trabajaron mucho con su creatividad en la prensa estudiantil. La Facultad de Derecho colaboró con su asesoramiento técnico y aquí hay que destacar al ya fallecido compañero Juan Santiago, quien nos ayudó a llevar una propuesta a la corte. En Estudios Generales estuvo Juan Carlos García coordinando a los “prepas” que en una ocasión hicieron historia negándose a salir de los pasillos de Generales mientras eran sitiados por ambos lados por una policía que amenazaba expulsarlos violentamente. Juan Carlos se subió a un escalón, dio un mitin en el que terminó llamando a la desobediencia civil y nadie se movió. Esto desarmó a la fuerza policiaca, siendo ellos entonces los que se retiraron. Ese día no hubo clases en Estudios Generales por decisión de sus miembros.

Sorprendieron también los compañeros nocturnos. Se presentaron un día al comité reclamando un espacio participativo. No lo esperábamos porque casi todos son personas empleadas a tiempo completo con responsabilidades familiares, pero allí estaban porque precisamente les afectaba su presupuesto y planes de estudio.

Compromiso: Los que no cumplieron: hay que tener mucho cuidado con la crítica al que no piensa ni actúa igual que uno. Es saludable respetar al “otro”. Además, cada cual aporta de acuerdo con sus capacidades y situación. Sin embargo, esto no exime de exigir responsabilidad a los que debieron, pudieron y no cumplieron.

El problema de los costos de la universidad tenía y tiene un contexto de clase. No le preocupa al que tiene dinero para pagar o se puede ir al extranjero a estudiar. Es aquel que pasa hambre y sacrificios, y por quien sus padres se desvelan para hacerle un profesional y ayudarle a mejorar sus condiciones de vida, al que se le va el futuro cada vez que a los tecnócratas del estado se les ocurre aumentar -siempre sin consultar- los costos de la educación superior. 

No me extrañaba ver a cierto grupo claramente pudiente, esos que llegaban en BMW al recinto, crear una organización natimuerta –COPRODE– y tronar contra los huelguistas reclamando un derecho a estudiar que nadie les quitaba. Lo que no veían estos compañeros era que se les estaba quitando el derecho a estudiar a la inmensa mayoría de los estudiantes y que su postura de clase aniquilaba el derecho de estudiar de los demás.

Pero más incomprensible se me hacía cuando estudiantes directamente perjudicados no entendían esta situación. Esto ocurrió con los estudiantes de la maestría en Psicología. Se iban a afectar seriamente con un aumento de $15.00 a $45.00 por crédito sin ninguna beca que los ayudara. Decidieron no respaldar la huelga. Hubo un ex activista estudiantil muy escéptico que fue clave en argumentar contra el respaldo y logró sembrar dudas en el grupo. La situación me lastimó por ser mi concentración y por ser dicho compañero mi amigo. Más tarde terminó dándose de baja del semestre y huyendo de toda la situación.

…la huelga no solo fue una lucha académica-social si no un proceso existencial que sembró en nosotros una actitud mental y emocional que nos preparó para vivir en una sociedad tan difícil y compleja como la de Puerto Rico.

Estos compañeros no cumplieron su responsabilidad histórica, perdieron la oportunidad de crecerse y dejar un legado a las generaciones futuras.

A través del tiempo he seguido la amistad con aquel compañero, hay unos valores que van por encima de diferencias político-sociales. Se convirtió en un burócrata del gobierno y a través de los años lo he visto apagarse y desilusionarse, derrotado ante la existencia. Nunca se transformó, no desarrolló ese carácter que nos templó y preparó para lo que venía después de la universidad. Por eso establezco que la huelga no solo fue una lucha académica-social si no un proceso existencial que sembró en nosotros una actitud mental y emocional que nos preparó para vivir en una sociedad tan difícil y compleja como la de Puerto Rico. Conocimos el lado más oscuro del sistema y lo que es capaz de hacer. Solo hay una alternativa: o lo confrontas para crear una mejor calidad de vida, y en el proceso te transformas a ti mismo, o te alineas con él y perpetuas la mediocridad. Lo irónico es que los que no se sublevan se benefician de los que luchan. De no existir ninguna ayuda para los estudiantes de maestría, se creó posteriormente la beca legislativa, la cual ayudó significativamente a los estudiantes graduados.

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La huelga del 1981-82 es una de las más importantes en la historia del movimiento estudiantil puertorriqueño. Hay quienes solo ven en ella el hecho de que no se lograra detener el aumento inmediato en las matrículas pero olvidan que se detuvieron tres aumentos más que estaban planificados. También se creó la beca legislativa para los estudiantes graduados y se extendieron las fechas de pago de matrícula. Además, ha sido la huelga estudiantil de mayor duración: cinco meses, lo que indica contundentemente la combatividad y resistencia de esa generación. Tuvo una capacidad organizativa por facultades que proveyó una estructura ágil y eficiente que logró movilizar a todo el recinto. Su comunicación fue continua a través de mítines e impresión de boletines que informaban al estudiantado por dónde iba el proceso. Estos esquemas de trabajo han sido modelos para otras luchas que siguieron en años subsiguientes.

Fue un movimiento que buscó información, usó los datos y explicaba a través de los medios con claridad. La prensa estableció un vínculo de respeto y consideración seria a lo que comunicaba el movimiento y nos decían que articulábamos los factores del conflicto mucho mejor que los propios administradores. Me atrevo a establecer que desde aquel periodo el trato y enfoque que los medios le empezaron a dar al movimiento estudiantil cambió de la propaganda tergiversadora a una receptividad honesta. Tuvo mucho que ver en esto la calidad de los periodistas que nos cubrían. Eran profesionales honestos que procuraron la objetividad y no le permitían al medio la falacia. El país se dio cuenta de que también la universidad era atacada al igual que otras instituciones del gobierno por la politiquería y la corrupción.

No solo hubo una gestión social sino que se dio un proceso interno en todos nosotros que nos marcó para siempre. Nos enseñó la realidad de las posibilidades; la verdad de que el cambio es posible, de que hay que ver las condiciones presentes y aprovecharlas para crear junto a los demás lo nuevo y hermoso. Maduramos y crecimos, fuimos heridos, pero resistimos y así nos templamos para continuar en otros frentes y educar a otras generaciones.

Poco después las administraciones universitarias desarrollaron una política de “no confrontación” y comenzaron a consultar con la comunidad universitaria para nombramientos importantes como de decanos y rectores. Estoy seguro de que este tipo de enfoque tuvo que ver con la demostración de fuerza que se dio en la Huelga del 1981.

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Los tiempos actuales tienen mucho en común con aquel periodo. La universidad sigue dirigida por poderes externos que no tienen una cultura académica. No conocen la misión de la universidad , su fundamental aporte al desarrollo de Puerto Rico y su poderosa, pero a la vez vulnerable, investigación científica.

“Boletín, Bienvenidos”. Arte de Carmen Meléndez Lugo

La Junta de Control Fiscal no entiende estos hechos. Los partidos de mayoría le temen a ese estudiantado critico que la compone. Por décadas la han estado abandonando, desmantelando e impulsando un proyecto administrativo neoliberal de privatización.

Le corresponde a esa juventud de hoy asumir el reto sin miedo. En el proceso huelgario del 2017 mis hijas mayores, ya universitarias, estuvieron allí. Cuando se dio la marcha del primero de mayo, me llegó la segunda hija a casa muy turbada y llorosa por lo que había visto y sufrido. Después de terminar la marcha se dirigió, al igual que tantos más, al tren para retornar a sus casas. Una vez adentro de la estación, llego la policía a agredir sin razón. La guardia privada ayudó a los estudiantes tratando de convencer a la policía de que dejaran proseguir el funcionamiento normal del tren, pero se repitió la saña del estado nuevamente. La policía llenó de gases lacrimógenos la estación y obligó a la guardia privada a cerrar las compuertas. Los querían quemar solo por ser estudiantes. El tren tenía una gran cantidad de adultos mayores. No entendían qué pasaba y empezaron a sufrir los estragos del gas. Lloraban desesperados, preguntándoles a los jóvenes por qué la policía les hacía eso. Los estudiantes los atendían, refrescándolos con agua, untándoles vaselina en los ojos y moviéndolos a través del túnel ferroviario. Estos sucesos se dieron después de terminar toda la actividad del día.

Los tiempos actuales tienen mucho en común con aquel periodo. La universidad sigue dirigida por poderes externos que no tienen una cultura académica

Desde el comienzo de ese día la prensa y observadores del Colegio de Abogados habían visto movimientos de cargamentos de piedra por elementos no estudiantiles. El Banco Popular, casi inmediatamente de terminar la actividad, publicó un pliego acusatorio contra más de 40 personas y organizaciones, incluyendo el Consejo General de Estudiantes. Era evidente que estaba preparado de antemano. El flamante gobernador, después derrotado por el propio pueblo, hizo una conferencia de prensa acusando al estudiantado de terrorista y vándalo. Cuando la prensa le cuestionó sobre las irregularidades e incongruencias y sobre cómo el gobierno había manejado la situación, dijo que sería incapaz de cuestionar la integridad y profesionalismo de la policía. Obviamente se había olvidado de leer los informes del gobierno federal sobre la larga historia de la policía respecto a la violación de derechos civiles, especialmente contra los estudiantes, y determinando que se requería un monitor que la supervisara. Se le veían las costuras a su plan de violencia institucional.

Mi hija no olvidará jamás ese día, ni a los viejitos llorando y preguntando por qué la policía les hacía eso. Se repetía la historia que vivió su padre. Pero el tiempo va acumulando lecciones y se avanza hacia el cambio. Los estudiantes universitarios son la punta moral de los pueblos, sea el 68 francés, Tlatelolco en México, Tiananmén en China o Kent State en los Estados Unidos. Estoy convencido que le enseñaron al pueblo la ruta a seguir para sacar del poder a un gobernador mediocre y a su administración inmoral en el verano del 2019. Este fue un suceso que repercutió en otras partes del mundo. El reto esta ahí y las fracturas ideológicas se pronuncian cada vez más. El batón se sigue pasando a las nuevas generaciones que en varios aspectos superan a los viejos universitarios. Cuenten con nuestro apoyo.

Poder, valor, locura 3. Arte de Edna Román

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