Mural de la Memoria | Lo que vino después…

De la Huelga de 1981… y lo que pasó después

Samuel González

Repasar y escarbar en la memoria eventos de hace cuarenta años es un reto. Sin embargo, hay momentos, espacios y compañías que no nos dejan y nos marcan. La huelga de 1981 en la Universidad de Puerto Rico fue uno de esos. Hoy vemos una Universidad asediada, en ruta al desmantelamiento, la desaparición de programas y una reducción de ofertas académicas. En aquel entonces era un aumento de matrícula de cinco a quince dólares por crédito subgraduado, y de quince a cuarenta y cinco dólares por crédito graduado. Fue un proceso en contra de la arbitrariedad, una ruta para cobrar conciencia sobre la importancia de la educación pública. 

Y fue un proceso largo, doloroso.

Cómo olvidar aquella mañana del 19 de septiembre de 1981. Llegó un grupo de la Guardia Universitaria vestido de civil. Se llevaron a dos estudiantes. Los montaron en una guagua, y los llevaron al cuartel de Río Piedras. Los metieron en un cuarto y los agredieron. A uno le halaban la barba. Al otro, sangrando por un macanazo, también lo agredían. Pasaron las horas, se escuchaban las llamadas de la gente preguntando dónde estaban. 

En horas de la tarde, los llevaron a la sala de investigaciones del Centro Judicial de San Juan. A un jovencito flaco de apenas 119 libras lo acusaron de que se acercó a un grupo de más de 20 agentes, agredió a uno, les alteró la paz. Un guardia estatal señaló que dos días antes vio como a través de una ventana Miami, con una honda rompía los cristales de una patrulla. Contra Carlos Marichal no hubo causa en las acusaciones. Contra el joven flaco, con la camiseta rota y ensangrentada, la Juez Laura Nieves de Van Rhyn, encontró causa y le fijó una fianza de seis mil dólares.

Doña Flavia Lugo de Marichal, Profesora de Humanidades y uno de los seres más nobles que he conocido, pagó la fianza e invitó al joven de la camisa rota y ensangrentada a quedarse unos días en su casa.

Mientras ocurría esto en el tribunal, en el Recinto de Río Piedras los estudiantes marchaban exigiendo saber del paradero de los dos jóvenes. Ese día se dio una confrontación cerca de la Facultad de Ciencias Naturales. Las imágenes: oficiales de la Guardia Universitaria disparando.

Placard reading

Policeman with pistol drawn

La represión no se hizo esperar. Decenas de estudiantes fueron suspendidos, algunos tuvieron que abandonar las residencias universitarias. Fue un proceso solidario, compañeras y compañeros ofrecieron sus casas y hospedajes para alojar a los desahuciados. 

El Estado quiso descabezar el liderato estudiantil, radicaron interdictos prohibiendo su entrada al campus, encarcelaron a muchos de ellos. Pero surgieron más líderes: Zory en educación, Juan Carlos García con un grupo de jóvenes fajonas en Estudios Generales, el sector religioso. Iván Maldonado tuvo que jugar un rol importante, al igual que Eva García y Héctor Vázquez Franco. En Humanidades, Ciencias Sociales, el grupo de Trabajo Social y otros tantos garantizaron que el proceso continuara. 

El 18 de noviembre de 1981 hubo una gran movilización. La policía arrinconó a estudiantes. Decenas de profesores de la Universidad entrelazaron sus brazos y se colocaron entre los policías y los estudiantes. Es una de las imágenes imborrables de lo que es la dignidad, la defensa de la universidad. Los cielos se abrieron con un torrencial aguacero, que disipó los planes de agresión en contra del estudiantado.

Una semana después, el 25 de noviembre de 1981, se llevaría a cabo una asamblea. Ante la prohibición de que el alto liderato estudiantil entrara al recinto, se colocó una plataforma en la acera de la Avenida Ponce de León, cerca de la entrada contigua al edicicio Facundo Bueso de Ciencias Naturales, en donde diariamente vendedores ambulantes colocaban mesas de libros usados para la venta. Pero la policía ya tenía su plan y no permitiría la asamblea. De modo que ordenaron mover la plataforma e iniciaron la agresión en contra del estudiantado. Esto se extendió hacia la Avenida Ponce de León y al Paseo de Diego. Se colocaron en las principales salidas del recinto y todos los que pasaban eran agredidos. Igual se pararon en la entrada y salida principal del Edificio Torre del Norte, para aquella época hospedaje de varones. Todo el que salía era agredido.

La violencia del Estado estaba en todo su apogeo. Las autoridades universitarias volvieron a decretar otro receso académico. La Universidad seguía ocupada por la Policía. En el mes de diciembre un grupo de cinco compañeros decretaron una huelga de hambre exigiendo la salida de la policía. Roberto González, Rafael Solá, Rafael Arroyo, Juanma Sánchez y Samuel González. Se creó conciencia de la situación y ya acercándose las festividades navideñas se decidió levantar la protesta.

Llegó un nuevo año y terminó la huelga. Seguimos nuestra vida universitaria. En febrero del 1982, una actividad de aniversario del Comité contra el Alza Uniforme en las Matrículas fue suprimida de forma violenta. Algunos estudiantes fueron acusados. El joven detenido junto a Carlos Marichal tenía pendiente un proceso legal.

Finalmente todos los casos criminales radicados en contra de los estudiantes fueron desestimados. Sin embargo, las autoridades universitarias fueron obligadas a continuar con los procesos disciplinarios. Luego de haber transcurrido más de un año de finalizada la huelga, comenzaron las expulsiones de estudiantes y las suspensiones. Eran vistas que se llevaban a cabo en su ausencia, aprovechando que la gente se graduaba o estaba a punto de graduarse.

Verano de 1983. Pensó que había concluido su bachillerato, luego de tomar dos clases ese verano. Se fue a Culebra. Cuando regresó su mamá lo llamó y le indicó que tenía una carta con acuse de recibo. La buscó, tenía fecha del 19 de julio de 1983. Se decretaba su suspensión de la Universidad, no le acreditaban los cursos de verano, no le convalidaron una matemática.

La represión desestabiliza, golpea y nos lleva a vivir su violencia. Época de exilio de muchos compañeros, trabajos en fábricas, rupturas sentimentales. El caminar de los locos y mirar vitrinas para aprehender las sonrisas de aquellos muñecos.

La madrugada de un día de noviembre de 1984. Esperando el tren cerca de la 195, Kingsbridge. Un deambulante de compañero a las 5:00 a.m.. Había que llegar a la 54 y primera, de Brooklyn a Maramount, a la fábrica de los judíos. 18 grados bajo cero a sacar los vegetales para las comidas. Rafael Hernández Colón había ganado las elecciones. Regresar y hacer una huelga de hambre. Empezaron las fiestas de la calle San Sebastián. Le pidió a su amigo Wilo Tristani que le buscara un matress y lo puso frente a la entrada principal de la UPR. Una tarde llegó Arturo Meléndez, con su guayabera blanca, presidente de la APPU, defensor de Vieques. Levántate de ahí, este gobierno está comenzando, le indicó Arturo. No profesor, tengo que quedarme aquí, dijo el joven. Ante tal convencimiento respondió : Pues yo te apoyo. La solidaridad llegó a la prensa, a los estudiantes, a otros profesores.

Sign:

El 24 de enero de 1985, fue un día de sorpresas cercano al mediodía. Llegó el Dr. Ismael Almodóvar, presidente de la Universidad de Puerto Rico, para indicarle al joven que la Interamericana lo recibiría. Le dijo que no, que él solo se paraba de aquel matress que habían colocado sobre paletas para entrar a Río Piedras. Ese día también llegó el Lcdo. Enrique, “Chino” González (QEPD), un abogado, noble, patriota y sensible, para conocer más de su caso ya que haría una presentación ante el Consejo de Educación Superior presidido por Don Marcos Ramírez.

Fue en la noche, mientras estaba recostado. Llegó el compañero Rafael Mage para decirle que ahí estaba el gobernador. Llegó en una guagüita Champ, sin mucho ruido. Quiere hablar contigo. Dialogaron del proceso en la Universidad y el gobernador le indicó: “Esto se va a resolver”.

Fue el 25 de enero del 1985, en horas de la tarde. Aquel Fiat conducido por Daniel Nina, con las luces encendidas, tocando bocina, traía el documento que le daba la amnistía. Días antes el Senado Académico de Río Piedras había solicitado que se levantaran las sanciones.

Aquella generación de jóvenes, de hombres y mujeres, que participaron en aquel proceso huelgario han sido trabajadores, profesionales honestos que le han servido íntegramente a este país. Algunos han sido maestros, cineasta, líderes comunitarios, profesoras y profesores universitarios, trabajadores que han aportado a este país. Ninguno ha sido acusado de actos de corrupción.

Luego de levantarse aquella huelga, hizo trabajos administrativos, fue presidente de la Junta de Disciplina, profesor de la UHS, abogado, docente a tarea parcial, administrador de facilidades, y luego de un proceso de consulta con miembros de la comunidad universitaria, director de la Oficina de Seguridad y Manejo. Creían que con sus persecuciones y violencia lo dañarían. Ese fue su intento. Pero el amor y el perdón son más fuertes, y el amor por la Universidad mucho más grande.

Gracias a los que me brindaron su amistad y me ofrecieron techo. Gracias por hacerme recordar. 

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