"Narciso descubre su trasero":
el status material y el status imaginario del archivo afropuertorriqueño
Zaira Rivera Casellas
José Otero Morales, “Fracaso Mental” (detalle, 2022)
“… el grito, más allá de cuestiones de respeto o desacato”, es “la primera marca de una subjetividad esclavizada y sufriente” que “proporciona un privilegiado punto de partida para dilucidar las motivaciones de la lucha de los esclavos por el reconocimiento”.
Pronto se cumplen cincuenta años de la publicación del primer tomo de Narciso descubre su trasero: el negro en la cultura puertorriqueña (1974) de Isabelo Zenón Cruz. Desde hace un tiempo se han venido oficiando rituales conmemorativos de su obra como actos intermitentes entre el recuerdo y el olvido, tanto del texto mismo como de su autor. En 2002, año del fallecimiento de Zenón Cruz, su colega de la Facultad de Estudios Generales en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, Lola Aponte Ramos, rememoraba las repercusiones del “grito” en la vida intelectual de Isabelo Zenón en un escrito titulado “En la Academia no se grita, o Isabelo Zenón des/cubre la Academia”. Desde la consigna del “grito”, Aponte Ramos vislumbra el reto y la irreverencia que pudo haber representado Narciso descubre su trasero ante las prácticas y modelos tradicionales de intercambio de conocimiento en la academia puertorriqueña. Asimismo, Aponte Ramos inicia el análisis del paradójico lenguaje de Zenón como una escritura que, sistemáticamente, al dar cuenta de la omisión de las contribuciones de la cultura afropuertorriqueña, no solo socavaba las “buenas costumbres” de la academia, sino que, desde el revés de su discurso, establecía una crítica contra la exclusión racial y de clase con un estilo inusual de escritura, investigación y presentación de los saberes académicos.
La primera nota al calce en el primer volumen de Narciso resulta emblemática para recordar el registro retórico en el que Zenón Cruz buscaba insertar su voz y su texto. El autor situaba la genealogía discursiva de Narciso descubre su trasero en la inmediación de Piel negra, máscaras blancas de Frantz Fanon, y admite la necesidad del “grito” como forma de expresión que antecede su habla y su escritura. Por eso aclara:
Estamos distantes de Frantz Fanon al advertirnos ‘Estas cosas voy a decirlas, no a gritarlas. Porque hace ya algún tiempo, bastante tiempo, que el grito salió de mi vida’… Sin embargo, esta necesidad de gritar -que padecemos los puertorriqueños negros- no debe nublarnos ni la inteligencia ni la sensibilidad para comprender el alcance de las sentidas palabras de Eldridge Cleaver y de su maestro Malcom X, también negros revolucionarios… (21)
Así se empieza a evidenciar el valor suplementario de las notas, ya que, desde los bordes del texto, Zenón Cruz elabora sus propios postulados raciales mediante la yuxtaposición o contraposición de sus ideas con las posturas de intelectuales como Jean Paul Sartre, Fernando Ortiz, Roger Bastide, Renate Zahar, Langston Hughes, entre otros. Son como notas de un cuaderno de bitácora que le permiten presentar información adicional sobre debates académicos vigentes.

Más aún, el preámbulo del “grito” coincide con la fase preescritura de Frantz Fanon en Piel negra, máscaras blancas. En una relectura filosófica del texto canónico del autor martiniqués, Nelson Maldonado Torres, ha examinado la importancia del grito como antecedente en la escritura de Fanon, indicando que “el grito, más allá de cuestiones de respeto o desacato”, es “la primera marca de una subjetividad esclavizada y sufriente” que “proporciona un privilegiado punto de partida para dilucidar las motivaciones de la lucha de los esclavos por el reconocimiento” (traducción mía, p. 122). Como sostiene Maldonado Torres, el relato fanoniano hace explícito el deseo de reconocimiento desde la posición de subalternidad que ocupa dentro del contexto imperial y colonial a través de la palabra [1].
Por mi parte, hace unos años intenté discutir la recepción del texto de Zenón a través de las reseñas y artículos que se publicaron en respuesta a la controvertible aparición del Tomo I de Narciso (en 1974), y que se adjuntaron como “Apéndice” a la segunda edición del mismo, “corregida y aumentada”, en 1975. Me sorprendió esa nueva edición del primer volumen en una venta de libros usados en el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe. Esa versión preserva el archivo paratextual, donde se cruzan algunas de las líneas argumentativas en torno al discurso racial en la tradición intelectual puertorriqueña. Al final del libro aparecen reunidos escritos previamente publicados en periódicos o revistas, con opiniones a favor y en contra de Narciso por diversos autores, entre ellos Juan Sáez Burgos, Wilfredo Mattos Cintrón, Juan Silén, Carmelo Rodríguez Torres, Amelia Agostini del Río, Efraín Barradas y otros. Es decir, son visiones que coexisten en el mismo archivo como inventario de voces que, en algunos casos, exhiben las marcas de la colonialidad racial en Puerto Rico. No obstante, en el marco conmemorativo, esas opiniones dotan de un valioso contenido a esta edición del libro de Zenón, ya que quedan implicadas en el status imaginario del archivo afropuertorriqueño. A partir de su noción de archivo como institución imaginaria, Achille Mbembe ha explicado:
…el tiempo entretejido por el archivo es el producto de una composición. Este tiempo tiene una dimensión política que resulta de la alquimia del archivo: se supone que debe pertenecer a todos. La comunidad del tiempo, el sentimiento según el cual todos seríamos herederos de un tiempo sobre el que ejerceríamos los derechos de la posesión colectiva: este es el imaginario que el archivo busca diseminar. (p. 3)
Sin embargo, a la noción imaginaria del archivo, según Mbembe, le antecede un proceso de discriminación y selección de documentos antes de cumplir con el criterio de “archivabilidad”. La identificación de esos documentos suele responder a los intereses de un sistema cultural dominante. Pero si, por el contrario, la urgencia de ordenar ciertos documentos busca superar ese interés institucional, entonces, se amplían los límites del archivo como espacio y como texto hacia la dimensión imaginaria del acto de resistencia. El gesto archivístico de Zenón Cruz radica en su escritura. En el espacio físico del texto, el autor no solo resguarda un inventario de fuentes y documentos, sino que los interroga, los interpreta y teoriza sobre ellos de una manera peculiar. Su modo de relacionarse con el archivo se desdobla al trazar las huellas de acontecimientos borrados, destruidos, manipulados en el pasado de la esclavitud. En el mismo archivo, Zenón Cruz ambiciona conservar todo, registrar cada detalle, no dejar fuera ningún testimonio que contenga la posibilidad futura del cambio. En esa dualidad histórica de su pensamiento crítico se puede percibir cómo su escritura reconcilia, interna y externamente, posturas utópicas de las luchas de liberación racial y premisas políticas de los movimientos anticoloniales en Puerto Rico, el Caribe y América Latina.
De hecho, la colega cubana Zuleica Romay Guerra destaca esa aportación del pensamiento intelectual de Isabelo Zenón Cruz en una ponencia dictada en la Universidad de Puerto Rico, como parte del Ciclo de las Conferencias Caribeñas en la Facultad de Ciencias Sociales en 2017. En sus palabras:
Resulta notable cómo Isabelo Zenón se adelanta al pensamiento político del momento al significar cuestiones que, años después, articularían demandas de políticas sociales por parte de organizaciones de afrodescendientes en el Caribe y Sudamérica. Me refiero, concretamente, al reconocimiento social del aporte de los africanos y sus descendientes a la forja de la nación puertorriqueña, el tratamiento proporcionado y respetuoso del negro en los textos escolares, así como la incorporación de la historia de África a los diseños curriculares de las enseñanzas general y universitaria. (p. 94)
… su impulso archivístico anhela preservar la vigencia de la militancia a través de un registro de textos y autores, y, de ese modo, llevar a cabo su intervención antihegemónica en el campo de la producción y la circulación de los afrosaberes en Puerto Rico. Por eso, su texto desafía al archivo local, institucional, colonial, hispanófilo, mientras elabora su contra archivo afrocéntrico, panafricanista, afrodiaspórico, revolucionario.
Sobre los paradigmas de investigación manejados por Zenón, Romay Guerra opina lo siguiente:
Las numerosas referencias culturales del autor, cuyo fichaje y análisis probablemente le exigieron varios años de investigación, nos permiten seguir los avatares de la racialidad en Puerto Rico a través de textos historiográficos, periodísticos y literarios, de la tradición oral, la observación de costumbres de la época y el registro de innumerables detalles de la vida cotidiana. La mirada antropológica de Isabelo Zenón tiene pretensiones de totalidad. (p. 94)
Sin duda, esas ambiciones de totalidad son las que le siguen brindando continuidad al legado intelectual de Isabelo Zenón en el presente. Redescubrimos que su impulso archivístico anhela preservar la vigencia de la militancia a través de un registro de textos y autores, y, de ese modo, llevar a cabo su intervención antihegemónica en el campo de la producción y la circulación de los afrosaberes en Puerto Rico. Por eso, su texto desafía al archivo local, institucional, colonial, hispanófilo, mientras elabora su contra archivo afrocéntrico, panafricanista, afrodiaspórico, revolucionario. De hecho, esa necesidad de Zenón Cruz de inscribirse y reconocerse en su propia escritura sigue ilustrando valiosas lecciones, ya que nos aproxima oportunamente a otras dimensiones de las racializaciones dentro y fuera de Puerto Rico.
Aunque menos alentador, en los circuitos del archivo afropuertorriqueño de Zenón Cruz corroboramos también el infortunio editorial que comparte Narciso descubre su trasero con otros textos de autores afropuertorriqueños como los de Angelamaría Dávila, Carmelo Rodríguez Torres, Carmen Colón Pellot y José Ferrer Canales, quienes figuran a través de sus páginas despertando las huellas de una tradición intelectual negra en Puerto Rico. Por esto es importante impedir la desaparición física del texto, asegurando que se conserven copias de los dos tomos en bibliotecas y centros de estudios, y que se procure su reedición. Así es como único podemos preservar su status material en los archivos académicos.

Portada de una tirada especial del Tomo I de Narciso Descubre su Trasero en ocasión del Primer Congreso de Afrodescendientes celebrado en Puerto Rico en 2016.
La tirada constó de 16 ejemplares.
Para Mbembe, la “naturaleza material del archivo – por lo menos antes de la digitalización – significa que está inscrito en el universo de los sentidos: un universo táctil porque puede ser tocado; un universo visual porque puede ser visto; un universo cognitivo porque puede ser leído y decodificado” (p. 3). Es necesario que el archivo contenido en Narciso siga desplazando su poder, tanto en su status material como en su status imaginario, para así mantener y preservar su lugar fundacional en el campo de los estudios afropuertorriqueños. Después de todo, es precisamente la necesidad didáctica y pedagógica de su autor lo que motiva la aparición del texto. En el contrapunteo del yo y lo vivido, Zenón Cruz comparte con sus lectores, en la “Nota preliminar”, el móvil de su estudio:
Empezamos a investigar el tema del negro en la literatura puertorriqueña para un curso que íbamos a ofrecer en la Facultad de Estudios Generales. Tropezamos con un desierto bibliográfico. Casi toda la crítica se reducía a la aceptación o refutación de la obra palesiana. Y esto mismo demasiado superficial; decidimos penetrar la profundidad de la cuestión. Iniciamos, por tanto, nuestro propio sistema crítico. (p. 17)
Ante el hallazgo de un corpus bibliográfico limitado y, principalmente, orientado a oficializar la entrada del poemario Tuntún de pasa y grifería (1937) de Luis Palés Matos al canon literario, se podría decir que el texto de Zenón Cruz inaugura la ruta hacia una pedagogía antirracista y decolonial en la academia puertorriqueña y, sobre todo, encamina un paradigma de investigación interdisciplinario dentro de los estudios afropuertorriqueños. Con su “sistema crítico”, Zenón Cruz socava el nacionalismo mestizo y deja al descubierto los conflictos internos de los procesos racializantes y las dinámicas coloniales en el contexto puertorriqueño. Al mismo tiempo, documenta el poder de la conciencia racial y la acción para crear cambios y mejorar condiciones de vida en el contexto internacional.
Esa coyuntura histórica me sirve para analizar los aciertos y desaciertos del libro pionero de Isabelo Zenón Cruz en mis cursos de género, cuando comparo su “necesidad del grito” con el pacto escritural de afrofeministas como Audre Lorde, Angela Davis o bell hooks -me atrevo a pensar que a él le encantaría. Para alumnas, alumnos y alumnes, suspicaces a todo tipo de binarismos, en la escritura de Zenón Cruz identifican, mediante las ópticas interseccionales, reclamos y exigencias para seguir resistiendo esfuerzos nacionalistas que todavía pretenden borrar ciertas experiencias de los imaginarios culturales.

Otra oportunidad, para invocar y convocar las ideas de Isabelo Zenón en mi salón de clase surge cuando admiramos la plataforma de gobierno antirracista y decolonial a la que apuestan la academia y el estado nacional colombianos en estos tiempos. ¡Sí se puede! —frase acuñada por el sindicato de trabajadores migrantes, United Farm Workers, dirigido por César Chávez en la década de los 1970— es el “grito” ahora compartido de la vicepresidenta Francia Márquez y el presidente Gustavo Petro en Colombia para sanar las heridas de la violencia y el dolor de la desigualdad. Es el hecho histórico que mejor desmiente el aspecto divisivo o la supuesta falta de pertinencia al reconocimiento de las identidades afrodescendientes en los aportes de las sociedades modernas.
En ese marco, siempre traigo a colación las similitudes que, a mi modo de ver, comparte el intelectual afrocolombiano Manuel Zapata Olivella con Isabelo Zenón por sus genuinos compromisos con el rescate y la valoración del legado afrodiaspórico en Colombia y en Puerto Rico, respectivamente. Por fortuna, recién se conmemora al autor de la magistral epopeya, Changó: el gran putas, y la podemos leer a través de la reposición digital de su archivo literario, liderado por la Universidad del Valle, en esfuerzo conjunto con el Ministerio de Cultura de Colombia, la Universidad de Cartagena, la Universidad de Córdoba y Universidad Tecnológica de Pereira.

Hasta aquí, he querido compartir algunos de los ejemplos de cómo apropio y apalabro el pensamiento racial de Isabelo Zenón Cruz en la docencia de mis cursos para el Programa de Afrodescendencia y Racialidades y el Programa de Mujer y Género, ambos en la Facultad de Estudios Generales, y en el Departamento y el Programa Graduado de Estudios Hispánicos, de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras.
En fin, creo que, como atento investigador y observador de su época, Isabelo Zenón Cruz comparte con Arturo Alfonso Schomburg la pasión por encontrarse y verse en el archivo. Resulta interesante concluir con un paralelo entre ellos, cuando en el siglo XXI, la iniciativa del archivo negro de Schomburg se ha convertido en sinónimo del extraordinario logro institucional y académico que representa el Centro Schomburg para la Investigación de la Cultura Negra en Nueva York. De igual forma, el Centro de Estudios Puertorriqueños celebra sus cincuenta años como espacio ganado por el activismo de grupos como los Young Lords y los Black Panthers, quienes, en sus reclamos por el acceso a la educación, propician la creación de programas de estudios académicos para la realidad puertorriqueña y afronorteamericana en Estados Unidos. Narciso descubre su trasero: el negro en la cultura puertorriqueña debe reposicionarse en el ímpetu de esos años, como repositorio y manifiesto que le permitió a Isabelo Zenón Cruz deliberar sobre sus intervenciones como intelectual negro en la esfera pública y académica en Puerto Rico, y, sobre todo, aportar a epistemologías que encaminan y encarnan las aspiraciones y las conquistas afrodiaspóricas.
Notas
[1] Nelson Maldonado Torres profundiza sobre la premisa del habla (el grito) y la escritura entre ambos pensadores en una conferencia del 2014 titulada “Fanon y Zenón en perspectiva”, presentada como orador invitado en el Congreso de Estudios Graduados, Caribbean Without Borders, organizado en la Facultad de Humanidades en 2014, con el apoyo del Programa de Estudios Interdisciplinarios y el Programa de Mujer y Género de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras.
Bibliografía
Aponte Ramos, Dolores. “En la Academia no se grita, o Isabelo Zenón des/cubre la Academia”. Diálogo. Universidad de Puerto Rico, 2002.
Romay Guerra, Zuleica Margarita. “Lecturas cubanas de Isabelo Zenón Cruz. Venturas y desventuras de la racialidad en Cuba y Puerto Rico. Afrodescendencias: voces en resistencia. Rosa Campoalegre Septien, ed. CLACSO, 2018. DOI: https://doi.org/10.2307/j.ctvn96gn4.8.
Rivera Casellas, Zaira, “Bajo la sombra del texto”: La crítica y el silencio en el discurso racial en Puerto Rico. Carolina, Puerto Rico: Editorial Terranova, 2016.
Maldonado Torres, Nelson. Against War: Views from the Underside of Modernity. Durham/London: Duke University Press, 2008.
Mbembe, Achille. “El poder del archivo y sus límites” Orbis Tertius 25.3 (2020), Universidad Nacional de La Plata, Argentina. DOI: https://doi.org/10.24215/18517811e154
Zenón Cruz, Isabelo. Narciso descubre su trasero: el negro en la cultura puertorriqueña. 2 Tomos. Humacao, Editorial Furidi, 1974 y 1975.