La crítica como pedagogía de la huelga

Aura S. Jirau Arroyo

Foto Aura Jirau Arroyo

…las “pedagogías de la huelga” en el contexto puertorriqueño podrían entenderse como una serie de intercambios en torno a las instituciones educativas y las estructuras nacionales catalizados por las luchas universitarias desde la perspectiva de militantes y personas adyacentes a un conflicto huelgario.

Al concluir su ensayo “La huelga socialista en la Universidad feudal” en el conocido volumen Las vallas rotas, Fernando Picó resaltó las experiencias de aprendizaje y enseñanza sobre el funcionamiento institucional de Puerto Rico que surgieron de la resistencia cotidiana durante la huelga de 1981 en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. Catalogándolos como una “pedagogía de la huelga”, Picó declaró que, más allá de juicios de valor sobre la moral y eficacia del proceso huelgario, los intercambios intelectuales y organizativos durante las luchas estudiantiles de 1981 fueron su fruto más duradero (1). En una línea similar, al analizar la huelga y la frustración producida por su debilitamiento, el periodista y antiguo miembro de la Federación de Universitarios Pro-Independencia (FUPI) Héctor Meléndez destacó en aquel entonces la importancia de asimilar las lecciones derivadas de este tipo de conflicto (2).

Partiendo de las perspectivas de Picó y Meléndez, las “pedagogías de la huelga” en el contexto puertorriqueño podrían entenderse como una serie de intercambios en torno a las instituciones educativas y las estructuras nacionales catalizados por las luchas universitarias desde la perspectiva de militantes y personas adyacentes a un conflicto huelgario. La construcción colectiva de “pedagogías de la huelga” (y de la huelga como pedagogía) han sido, entonces, una parte central de los paros y actos de resistencia en el sistema de educación superior pública de Puerto Rico durante el siglo XXI. Ello ha desembocado, por ejemplo, en discursos de envergadura tales como el de la “universidad sin paredes”, que tuvo como meta la expansión del aprendizaje universitario más allá de las aulas y de las categorías tradicionales de “estudiantes” y “profesores” mediante la impartición de cursos más allá de lo lectivo tras la huelga de 2011 (3).

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A tono con los impulsos de autorreflexión política propios de la huelga del 1981, muchas de las intervenciones del volumen II.1 de Categoría Cinco (noviembre de 2021) se han dado no solo a su memorialización sino a la crítica de ese proceso, reflexionando sobre su potencial como modelo organizativo para una universidad y un Puerto Rico en crisis. Al inicio de su entrevista con Arcadio Díaz Quiñones, Agnes Lugo-Ortiz y Roberto Alejandro identifican el cuarenta aniversario de la huelga como un “… buen momento para evaluar crítica e históricamente su sentido y significados…” (4).

Partiendo de esa premisa, entiendo que el factor crítico es también un elemento importante para evaluar el valor y potencial impacto del volumen. El que los juicios provengan de participantes y actores conectados a ese proceso huelgario otorga una relevancia particular, dándole legitimidad a los recuentos y permitiendo la continuación del análisis a partir de experiencias compartidas en comentarios virtuales, foros públicos, y reuniones coloquiales.

Ojalá que el ejercicio abarcador de exactivistas y académicos en Categoría Cinco inspire discusiones abiertas sobre la huelga como acto de resistencia, partiendo de lecciones concretas sobre lo logrado, lo debatido y lo soñado para la universidad y la nación.

Al recordar (y en algunos casos investigar) deliberadamente para sus escritos, exmilitantes y simpatizantes cercanos al movimiento estudiantil de 1981 resaltaron los aspectos que entendieron ser los más novedosos y abarcadores de la huelga. Además, elucidaron detalles importantes sobre el desarrollo diario del conflicto del 1981 y las tensiones que lo caracterizaron. El resultado es un rico archivo que permite evaluar las diversas raíces del conflicto, la evolución de sus metas y estrategias y ponderar cómo las repercusiones de la huelga del 1981 ayudaron a transformar los panoramas universitarios y activistas a corto y largo plazo.

La contribución de Roberto Alejandro, expresidente de la Unión de Juventudes Socialistas (UJS) y del Consejo General de Estudiantes, sobresale por su reconocimiento de la posición del Recinto de Río Piedras ante la sociedad puertorriqueña en los años que antecedieron la huelga. Señala que en ese entonces la nación percibía la universidad como un ente aislado. Alejandro, al igual que muchos de sus compañeros y compañeras, destaca cómo el aumento uniforme en el costo de las matrículas fue en ese entonces una causa de urgencia explícita, con efectos casi universales para un estudiantado que mayormente provenía de familias trabajadoras y de clase media. El alza sirvió como catalítico para el conflicto, asumiendo un lugar prominente en las explicaciones que se le ofrecieron al público en aquel momento y justificando la intensidad que caracterizó al proceso (5). El expresidente de la FUPI José “Tato” Rivera Santana, por su parte, admite que el liderato de las organizaciones políticas no apreció inicialmente el ambiente presto a la resistencia y los ánimos que se caldeaban en el estudiantado. 

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Ello condujo al voto de huelga indefinida en la asamblea del 21 de septiembre del 1981  con el fin de detener al aumento uniforme en las matrículas, impulsar la adopción de una matrícula ajustada a los ingresos familiares y avanzar la lucha por una nueva ley universitaria (6).

El énfasis en la crítica permite un análisis de las estructuras organizativas y los intercambios diarios que definieron la huelga de 1981. Aprecié, en particular, la contribución de Juan Carlos García, coordinador del Subcomité de la Facultad de Estudios Generales, cuyos integrantes eran conocidos como las “Hormiguitas de Generales”. Este subcomité cumplió un papel importante en la educación política de los estudiantes de nuevo ingreso durante la huelga. García, sin embargo, resalta la diversidad de cuadros políticos organizados y las continuas campañas de reclutamiento de organizaciones tales como la FUPI y la UJS durante la huelga. En su artículo, afirma que las organizaciones políticas tendían a dominar estructuras que nominalmente eran democráticas y horizontales, produciendo tensiones con los sectores estudiantiles no-afiliados.

Las decisiones del liderazgo político-estudiantil […] contribuyeron a la intensificación de la estrategia de desgaste promovida por el gobierno colonial.

García concluye que hubo una falta de voluntad política para negociar conflictos internos dentro del movimiento estudiantil, lo cual resultó en un impacto reducido de la lucha estudiantil en la vida universitaria una vez terminada la huelga. Las decisiones del liderazgo político-estudiantil, dice, contribuyeron a la intensificación de la estrategia de desgaste promovida por el gobierno colonial. García también describe con lujo de detalles la oposición que hubo a continuar la huelga dentro del movimiento estudiantil luego de los eventos de violencia policial ocurridos el 25 de noviembre de 1981. Según García, la decisión arbitraria de la UJS de empujar una propuesta para continuar la huelga en la asamblea estudiantil del 4 de diciembre (en contra de los acuerdos a los que se habían llegado en el seno del Comité Contra el Alza Uniforme en las Matrículas) ejemplifica las dimensiones menos democráticas del proceso (7).

Víctor García San Inocencio, por su parte, concuerda con García en que la decisión del estudiantado de continuar la huelga en aquella asamblea de diciembre fue errónea, estimando que lo correcto hubiera sido regresar a conversaciones con la legislatura para conseguir más fondos para la Universidad de Puerto Rico (8). Así también Gervasio García describe como imprudente el carácter prolongado de la huelga, señalando que hubo una falta de discernimiento sobre las particularidades del recinto como espacio activista que resultó en una suerte de autocastigo para el estudiantado (9). Estas críticas evidencian que el declive de la huelga tuvo que ver con factores más allá de la represión gubernamental, señalando la intransigencia de algunas las organizaciones políticas como factor que redujo la efectividad del movimiento estudiantil en momentos cruciales. A pesar de que el reconocimiento abierto de los errores del movimiento estudiantil en la trayectoria del conflicto no es universal entre los contribuyentes del volumen II.1, en éste igual se aclara la multiplicidad de razones por las cuales la huelga de 1981 no logró prevenir el alza uniforme a los costos de matrícula ni impulsar una reforma universitaria a pesar de contar con apoyo amplio del estudiantado, los medios de comunicación y sectores diversos de la sociedad puertorriqueña.

La crítica de algunas de las compañeras que participaron y fueron líderes de la huelga de 1981 muestra cierta continuidad con las preocupaciones que al presente distinguen la militancia de las mujeres en las luchas universitarias.

Adela Rosa García y Lourdes Ríos Jiménez se esmeraron en recopilar testimonios e identificar patrones dentro de las experiencias de un sector tan importante, pero a menudo desmerecido, de la lucha estudiantil. Las militantes concebían estrategias para enfrentar el machismo rampante dentro de las altas esferas del liderazgo estudiantil, decidiendo cuáles luchas internas librar contra quienes las tildaban de “histéricas” o reducían su presencia a un deseo trivial de acompañar a sus parejas. El trabajo de Rosa García y Ríos Jiménez para iluminar los esfuerzos y el liderazgo de las mujeres en la huelga de 1981 fue mucho más allá de la identificación de patrones en las experiencias de las compañeras en círculos huelguistas. En los testimonios se ve el efecto concreto que tuvo la militancia estudiantil en sus vidas, alterando el rol social asignado a las mujeres y transformando experiencias de pareja y de maternidad (10). Las críticas y vivencias de las compañeras que participaron en la huelga de 1981 muestran el impacto intergeneracional de las lecciones del conflicto que influencian activismos feministas y comunitarios en Puerto Rico y sus diásporas hasta nuestros días, reflejado en plataformas de organizaciones como la Colectiva Feminista en Construcción (11).

A mi entender, la lección más significativa que ofrecen los colaboradores y colaboradoras al volumen II.1 de Categoría Cinco es la conclusión de que la huelga de 1981 fue una lucha por la justicia social. Rivera Santana, por ejemplo, argumenta que la huelga se convirtió en un movimiento de esa índole por su cuestionamiento directo y abierto a las agendas oficiales del gobierno y a los modos en que éstas violentaban y despreciaban a sectores económica y socialmente desfavorecidos (12). En retrospectiva, el ver la huelga del 1981 como un esfuerzo colectivo por la justicia social también puede explicar la continuada militancia de muchos y muchas de sus participantes en luchas sociales y comunitarias más allá del independentismo que había dominado el activismo universitario hasta mediados del siglo XX. La huelga de 1981 transformó las luchas universitarias puertorriqueñas, redirigiéndolas hacia esfuerzos concretos por la preservación del acceso y la calidad de la educación superior ante la intensificación de los efectos iniciales del neoliberalismo imperial y la complicidad del gobierno colonial en la precarización de la población de Puerto Rico.

La huelga de 1981 transformó las luchas universitarias puertorriqueñas, redirigiéndolas hacia esfuerzos concretos por la preservación del acceso y la calidad de la educación superior ante la intensificación de los efectos iniciales del neoliberalismo imperial y la complicidad del gobierno colonial en la precarización de la población de Puerto Rico.

El volumen II.1 de Categoría Cinco se publicó más o menos a la misma vez que el Recinto de Río Piedras de la UPR concluyó su participación de veinte días en una huelga sistémica que politizó el regreso a las aulas luego de meses de restricciones implementadas para mitigar los efectos de la pandemia del COVID-19. El estudiantado protestó por el inminente embate de catastróficos recortes presupuestarios a la Universidad de Puerto Rico exigiendo cursos presenciales, horarios extendidos para espacios como las bibliotecas y el mejoramiento de los servicios (13). A pesar de que los estudiantes lograron la concesión de la mayoría de sus reclamos, incluyendo que el rector accediera a expresarse a favor de una reforma universitaria, hubo muy pocas reflexiones, o incluso celebraciones, relacionadas a su éxito. Esto pudiera deberse a la desconexión de la plataforma activista estudiantil, sumamente enfocada en causas universitarias, de otros llamados a la acción de envergadura nacional.

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Los sectores políticamente activos a veces han tildado al estudiantado universitario como líderes de una “lucha de país”, pero las demandas del movimiento estudiantil pasaron de ser un proyecto en pro de una educación popular en el 2017 a la crítica de una condiciones institucionales definidas por el deterioro acelerado de la colonia y sus instituciones en el 2021. La Universidad de Puerto Rico cuenta ahora con menos estudiantes, menos cursos y servicios, además de con un facultad y un cuerpo de trabajadores en condiciones precarizadas ante el embate de recortes presupuestarios y los aumentos en los costos de las matrículas. La crisis que enfrenta la Universidad de Puerto Rico cuarenta años después de la huelga de 1981 no sólo amenaza el acceso a la educación superior en Puerto Rico sino la supervivencia misma de la institución como baluarte cultural y motor de desarrollo socioeconómico en la Isla. Ojalá que el ejercicio abarcador de exactivistas y académicos en Categoría Cinco inspire discusiones abiertas sobre la huelga como acto de resistencia, partiendo de lecciones concretas sobre lo logrado, lo debatido y lo soñado para la universidad y la nación.

Notas

(1) Fernando Picó, “La huelga socialista en la Universidad feudal,” en Fernando Picó, Milton Pabón & Roberto Alejandro, Las vallas rotas (Río Piedras: Ediciones Huracán, 1982), 35.

(2) Héctor Meléndez, “Huelga UPR: Una rica experiencia,” Claridad, 22-28 de enero de 1982, 4.

(3) Iván Chaar López, “¿Qué es Universidad sin paredes? Multitud Enred(ada) (blog) 1 de marzo de 2011 http://www.multitudenredada.com/2011/03/que-es-universidad-sin-paredes.html#:~:text=Se%20trata%20de%20un%20esfuerzo,por%20otras%20preocupaciones%20y%20saberes. “Universidad sin paredes, o la otra universidad,” 80grados 20 de enero de 2011 https://www.80grados.net/universidad-sin-paredes-o-la-otra-universidad/.

(4) Categoría Cinco, “Entrevista con Arcadio Díaz-Quiñones: The Price of the Ticket,” Categoría Cinco II, no. 1 (2021) https://categoria5.org/entrevista-de-categoria-cinco-con-arcadio-diaz-quinones-the-price-of-the-ticket/.

(5) Roberto Alejandro Rivera, “La huelga imprescindible: otra crónica, otro reencuentro,” Categoría Cinco II.1, no. 1 (2021) https://categoria5.org/roberto-alejandro-la-huelga-imprescindible/.

(6) José Rivera Santana, “La huelga de 1981: una generación imperturbablemente sensible y comprometida,” Categoría Cinco II, no. 1 (2021) https://categoria5.org/la-huelga-de-1981-una-generacion-imperturbablemente-sensible-y-comprometida/.

(7) Juan Carlos García, “Atreverse a ganar: reflexiones en torno al movimiento estudiantil de 1981,” Categoría Cinco II, no. 1 (2021) https://categoria5.org/atreverse-a-ganar-reflexiones-en-torno-al-movimiento-estudiantil-de-1981/.

(8) Víctor García San Inocencio, “Reflexión jurídico-política a cuarenta años de la huelga universitaria del 1981,” Categoría Cinco II, no. 1 (2021) https://categoria5.org/reflexion-juridico-politica-a-cuarenta-anos-de-la-huelga-universitaria-del-1981/.

(9) Gervasio García, “Los principios del final,” Categoría Cinco II, no. 1 (2021) https://categoria5.org/los-principios-del-final/.

(10) Adela Rosa García y Lourdes Ríos Jiménez, compiladoras, “Las ‘histéricas’ vs. los ‘eufóricos’,” Categoría Cinco II, no. 1 (2021) https://categoria5.org/mural-04-las-histericas-vs-los-euforicos/.

(11) Colectiva Feminista en Construcción. 2022. ¿Quiénes somos?” Facebook, 20 de abril de 2022. https://www.facebook.com/Colectiva.Feminista.PR/posts/4983685758389782.

(12) Rivera Santana, “La huelga de 1981.”

(13) Stephanie Vick Saurí, “Se levanta la huelga indefinida en Río Piedras,” Pulso Estudiantil, 24 de noviembre de 2021, https://pulsoestudiantil.com/se-levanta-huelga-indefinida-en-la-iupi/.

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