El lado "latino" de Belafonte

Raúl Fernández

A lo largo de su carrera artística, Belafonte mantuvo una gran curiosidad por la cultura latina y, en especial, por los estilos musicales cubanos y puertorriqueños.

La vida y obra de Harry Belafonte, fallecido el martes 25 de abril de 2023, se ha contado, comentado y celebrado en libros y en innumerables obituarios y artículos por todos los Estados Unidos y el mundo. Pero ¿sabía usted que la primera grabación de Belafonte fue con una orquesta neoyorquina formada en su mayoría por músicos cubanos y puertorriqueños? ¿Que gozó bailando plena? ¿O que Belafonte cantó en español y grabó canciones tradicionales mexicanas?

A lo largo de su carrera artística, Belafonte mantuvo una gran curiosidad por la cultura latina y, en especial, por los estilos musicales cubanos y puertorriqueños. Nacido en Nueva York, de ascendencia jamaiquina y martiniquesa, sus canciones recorrieron las tradiciones de las Antillas. Es muy posible que su interés por la música cubana empezara de niño en Jamaica, donde vivió varios años en la década de 1930. Durante esta época, miles de jamaiquinos que entre 1921 y 1933 se habían mudado a Cuba para trabajar en las plantaciones de azúcar y como empleados domésticos, regresaron a su tierra –a través de la ciudad de Santiago de Cuba– víctimas de nuevas leyes cubanas de deportación. Existen pruebas de un intercambio cultural bidireccional entre Cuba y Jamaica debido a este vínculo migratorio. Por ejemplo, un instrumento musical conocido en Cuba como marímbula (o marímbola en Puerto Rico), nombre hispanizado de la mbira de África Occidental, utilizado como bajo en conjuntos de son populares en aquella época en el Caribe hispanohablante, pasó a conocerse en Jamaica como rhumba box (caja de rhumba), siendo rhumba la designación comercial popularizada para el son cubano. Por otro lado, en Santiago de Cuba, destino de decenas de miles de braceros jamaiquinos en los años veinte, las bandas callejeras de carnaval interpretaban un ritmo particular que recibía el nombre de toque de Obía, al parecer referente a los hechizos y mágica curativa Obeah de Jamaica. 

Es posible que el joven Harry conociera la música cubana a través de los emigrantes retornados, dado que gran parte de su estancia en Jamaica transcurrió en la Parroquia de St Anne, en la costa norte de Jamaica, cerca de St Ann’s Bay, Montego Bay y Ocho Ríos. Estos eran los puntos de desembarco de los deportados jamaiquinos que llegaban de Santiago de Cuba, así como puntos de embarque para la exportación de plátanos, que fue el tema de su éxito “Banana boat”.

Machito and the Afro Cubans

De vuelta a Nueva York, a finales de los años 40, el joven Belafonte comenzó una carrera como actor y cantante en clubes como el Vanguard y el Village, donde interpretaba baladas de Tin Pan Alley y algunos temas de jazz. Un grupo muy popular en aquella época era Machito and the Afro Cubans, considerada por Belafonte como “la banda latina más caliente de América”. En 1940, el cantante cubano Frank Grillo “Machito” y el clarinetista Mario Bauzá unieron sus fuerzas para crear los Afrocubanos, con Machito y su hermana Graciela como cantantes. Machito interpretaba mayormente música cubana bailable y jazz.  

Sin embargo, la orquesta se convirtió en un laboratorio musical que reunió a músicos cubanos, puertorriqueños y estadounidenses blancos y negros, a principios de la década de 1940, para experimentar con la fusión del jazz con ritmos de baile caribeños. Estas exploraciones dieron como resultado “Tanga”, una melodía considerada hoy en día como probablemente el primer ejemplo de una combinación exitosa de jazz afrocubano, es decir, fraseo de jazz con los ritmos cubanos tocados en el piano, el bajo y la conga.

La primera grabación de Harry Belafonte como solista del tema “Lean on Me”, interpretado en directo en el club de jazz Royal Roost de Nueva York en 1949, fue con Machito and the Afro Cubans como banda de acompañamiento. Aunque el 78 RPM original de la etiqueta Roost Record se refiere a Howard McGhee and his Orchestra, esto es incorrecto. Howard McGhee era el trompetista, y su nombre figuraba por motivos de marketing, ya que la orquesta de Machito estaba contratada por otro sello.

Belafonte se reunió con Castro en 1999 y le convenció, según cuenta la historia, de la importancia del auge del hip hop para el avance de la igualdad de derechos en Estados Unidos.

En los años 50, Harry Belafonte se convirtió en cantante folk y su carrera como actor empezó a despegar. Por el camino consiguió aprender a tocar la conga, quizá con más entusiasmo que destreza, como él mismo reconoció. En esta época de gran éxito, con temas de estilo jamaiquino como “Matilda“,Man Smart (Woman Smarter)” y otros, Belafonte viajó en varias ocasiones a La Habana, donde conoció la espléndida vida nocturna musical cubana. No fue el único: en aquella época la capital cubana era destino de muchos artistas estadounidenses. Fue allí donde Marlon Brando, amigo íntimo de Harry, pulió sus habilidades con la conga y Nat King Cole interpretó y grabó temas del disco Cole en español. Quizá no sorprenda que un tumbao de conga estándar, fundamental en el jazz latino y más tarde en la salsa, se utilizara en “Matilda”, el primer gran éxito de Belafonte. Incluso aparecen frases en español, como en “¡fuma la cachimba!” al final de “Matilda”, una obvia referencia a la vieja melodía “La cachimba de San Juan”, que el famoso sonero Miguelito Valdés había versionado en una grabación de 1949 en Nueva York.

Todos los ritmos “latinos” fascinaron a Harry Belafonte. En 1960 visitó y actuó en Puerto Rico donde conoció y bailó con los pleneros de Fajardo (las Croabas) que incluían al legendario Sindo Garay. El distinguido compositor Amaury Veray (en la foto con Belafonte) fundador del Archivo Nacional de Música, llevó a Belafonte a conocer el grupo. Al año siguiente Belafonte volvió a actuar en el Hotel San Juan donde fue recibido con una parranda por Sindo y los pleneros [1].

Después de 1959 Belafonte no volvió a Cuba hasta la década de 1970, y cuando lo hizo fue con gran empeño. Luego, en 1980 invitó a Mayra Caridad Valdés, hermana de Chucho Valdés, a actuar con él en un concierto en Cuba. Este fue el comienzo de su carrera profesional como vocalista. Nacida en 1956, hija de Bebo Valdés, legendario pianista de jazz cubano, Mayra estudió en la Escuela Nacional de Arte de Cuba, donde se licenció en 1975 en música coral. Tras su debut, Mayra Caridad actuó en Cuba y a escala internacional durante muchos años, convirtiéndose en una de las voces más intensas y versátiles del jazz latino cubano.

Harry Belafonte y Amaury Veray.
Cortesía de Xavier F. Totti

Belafonte viajó mucho por toda la isla. En Santiago de Cuba impresionó a los lugareños mostrando sus pasos de baile de changüí y tumba francesa, un estilo similar a la bomba puertorriqueña. Ambas formas musicales fueron desarrolladas por los descendientes de esclavos traídos a las islas por sus dueños, refugiados de la vecina colonia de Saint Domingue (hoy Haití) tras los eventos de la Revolución Haitiana de a finales del siglo XVIII. En 1997 presentó y narró un excepcional documental de dos horas y media centrado en la música de Cuba, Roots of Rhythm, en el que se relata los orígenes de la música en África y España y su recreación y desarrollo en la mayor de las Antillas. El documental exploraba la rumba folclórica, los sonidos de la religión de la santería, el mambo y el chachachá, el jazz latino y la salsa, y breves historias sobre intérpretes de la música en Estados Unidos como Xavier Cugat, Machito, Chano Pozo, Arsenio Rodríguez, Celia Cruz y Rubén Blades.

El afecto de Belafonte por la música latina iba más allá de Cuba y Puerto Rico. Como parte de su repertorio de canto folclórico, interpretó en directo una versión única de “La bamba”, e hizo una grabación en 1956 del famoso huapango mexicano Cucurrucucú paloma“. Y su relación con la música cubana fue una vía de doble sentido, posible en parte gracias a su estrecha amistad con Fidel Castro. Belafonte se reunió con Castro en 1999 y le convenció, según cuenta la historia, de la importancia del auge del hip hop para el avance de la igualdad de derechos en Estados Unidos. Es de suponer que esto llevó a que Cuba se convirtiera en el único país en el que la música rap recibiera el respaldo oficial de un gobierno. Quizás otro factor en el crecimiento del rap cubano fuera la presentación por Belafonte de su película de 1984 sobre el hip hop Beat Street en un festival de cine de La Habana.

El “lado latino” de Harry Belafonte no debería sorprender, porque su herencia jamaiquina formaba parte de un gran círculo cultural antillano, una unidad geográfica e histórica común con una importante matriz africana a pesar de las distintas potencias colonizadoras que han pasado y siguen pasando por el archipiélago.

 

Nota

[1] Agradezco esta información y la foto al Professor Xavier F. Totti, sobrino de Amaury Veray.

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